jueves, 20 de julio de 2017

Uber, asaltos sin respuesta.

Salvador Camarena.

“No sé q sucedió aller la verdad”. Con ese mensaje una usuaria intentó justificar una solicitud para darse de baja de Uber. “Ya no quiero esta cuenta por fabor”, insistió la usuaria en sus mensajes al centro de atención de esa plataforma digital. “Hoy no supe q paso me equiboque de coche por q estaba ebria y pregunte al chofer que si venia por mi y me dijo que si”.

La historia detrás de estos mensajes se ha repetido en al menos tres casos en la zona metropolitana de Guadalajara. Y en esas historias las víctimas son mujeres jóvenes que contrataron Uber de madrugada. El final del viaje incluyó el asalto, denuncias mal atendidas por Uber y amenazas a las denunciantes.


Te subes a la unidad y dormitas un poco. Despiertas porque el chofer te toca la pierna. “Oye, ya vamos a llegar”. Cuando abres los ojos te das cuenta de que estás lejos de casa. El chofer apaga el auto. “Yo no era tu servicio de Uber”, te dice y luego arrebata tu celular. Forcejeas y recuperas tu móvil. Llamas a un amigo y finges que es tu papá, dices donde estás y lo que está pasando. De mala gana el chofer te lleva finalmente a casa. Al llegar te arrebata la cartera. Se roba el dinero y una tarjeta. Sabe dónde vives.

Denuncias ante Uber. Te dicen que van a desincorporar a Oswaldo D, el chofer. Decides publicar la queja en Facebook. Y descubres dos cosas: que alguien te dejará una amenaza para que borres la denuncia, y que Oswaldo D ya tiene otra queja en las redes.

Ayer hablé con la víctima de ese otro caso. “Es el mismo sujeto, pero diferente vehículo”, me dice la joven vía telefónica. Abordó el auto en la popular zona de bares de Chapultepec. “Como a los cuatro minutos el tipo canceló el viaje. No me di cuenta sino 10 minutos después, cuando veo que toma una ruta inusual”. No te preocupes, yo escribo a la plataforma para solucionar eso, le dijo al tiempo que le pedía dinero para ir a poner gasolina. No se lo dio porque debido a los asaltos ya no carga efectivo.

Al llegar a su destino fue asaltada: “Se llevó mi teléfono, mi IFE, mi tarjeta. Intentamos seguirlo, pero se nos perdió. Me robó, no pasa nada. Pero lo que sí me incomodó es que me hackeó, no apagó el celular, intentó cancelar mi cuenta de Uber”.

El chofer-asaltante usurpó la identidad de la pasajera y envió los mensajes con los que inicia esta columna. Te robo y, para que no me acuses, intento darte de baja en Uber.

Esta segunda usuaria también acudió a Uber a denunciar con todas sus letras un asalto. Juzguen ustedes algunas de las respuestas del área de atención (es un decir) de Uber:

“Nos contactamos con tu conductor, quien nos hizo saber que infortunadamente no se encontró ningún objeto en el auto… No siendo más, quiero que tengas presente que esto ha sido solo un incidente dentro de muchas y mejores experiencias para ti en tu ciudad… En el momento en el que el conductor indica no haber encontrado el artículo en su unidad nuestra capacidad para ayudarte se ve limitada”.

Denunció en Facebook y una chava le mandó un mensaje para que bajara el post. Días después, esa chava la buscó de nuevo: yo no te envié el mensaje. Oswaldo D había robado a otra pasajera, y desde la cuenta de una víctima amenazaba a otra víctima. Perverso.


¿Y la responsabilidad de Uber?

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