Atzayaelh Torres.
La naciente
industria petrolera mexicana está nerviosa. Tiene miedo de que el cambio de
gobierno en 2018 extinga la reforma energética, que tanto cabildearon, y que
les ha permitido redescubrir yacimientos y cubrir con halagos a este gobierno que les abrió las puertas hacia nuevos
negocios, vaya, es 'su reforma'.
El temor se hizo manifiesto ante la
lluvia de comentarios nacionalistas entorno a los pozos Zama y Amoca, que
confirmaron descubrimientos petroleros que Pemex ya había realizado, así como
la mega-cuenca que existiría debajo de la plataforma de Yucatán, en aguas
profundas, y con un arrecife de por medio.
Pocas noticias
del sector petrolero trascienden a la sociedad mexicana, a la de a pie, y éstas
subieron a la mesa un malestar que incomodó a los que hasta el momento parecían
los más cómodos dentro de la serie de reformas estructurales que realizó esta
administración, que poco a poco se
despide sin dar un mensaje de certidumbre a los petroleros que tanto
cabildearon su reforma, la de ellos.
Ante este miedo, el gobierno decidió
licitar mega-bloques (como el número 30 de la próxima Ronda 2.4, que mide lo
mismo que Tlaxcala o Colima), para darle el mensaje a la industria de que la
reforma llegó para quedarse y que si licitan el Golfo de México lo más rápido
posible nadie se los va a quitar, so pretexto de reducirles el riesgo geológico
bajo el principio de “entre más grande sea el bloque, más posibilidades tendrás
de encontrar algo”.
Sin embargo,
no es necesario que se suba a debate de
nueva cuenta el tema energético, pues la Ley de Hidrocarburos contempla una
serie de medidas para limitar la apertura, e incluso algunas de esas facultades
recaen directamente en el presidente de la República, quien puede rescindirles
sus asignaciones por decreto, sin pasar por una acalorada discusión en el
Congreso.
La Ley de Hidrocarburos permite que
la Secretaría de Energía asigne los bloques con base en criterios de los que no
tiene que dar muchas explicaciones, así como llevar a
cabo una vigilancia permanente que le permitiría revertir el contrato si
incumpliera en varios requisitos operativos y financieros; además, la ley
permite imponerles de socio a Pemex cuando lo crea más conveniente, y
obligarlos a abrir toda la información al gobierno cuando lo considere
necesario.
Así, el futuro de la reforma
energética durante el siguiente gobierno, ante la gran posibilidad de que
Andrés Manuel López Obrador llegue a la presidencia es un tabú en todo el
sector. Lo mismo petroleros, eléctricos y hasta los renovables se muerden las uñas.
Todo un drama en el sector energético.
RETRASO EN
SALINA CRUZ.
Según me
cuentan, la rehabilitación de la refinería de Salina Cruz va lenta y a
contrarreloj, y quizá no podrá operar antes de que termine este mes, como se
contempló originalmente. ¿El motivo? Jorge Humberto Freyre, subdirector de
Producción de Petrolíferos de Pemex Transformación Industrial, ya célebre en
este espacio por las denuncias que enfrenta en la PGR y en la Secretaría de la
Función Pública, pasa más tiempo en la Torre de Pemex gestionando millonarios
contratos para selectos proveedores, que en la propia refinería coordinando las
operaciones, esto con el amparo de un oficio firmado por el mismo Carlos
Murrieta, director de la empresa subsidiaria del Estado, en el que se le comisionó
exclusivamente para esa tarea, mientras que su cargo se le quedó de manera
temporal a Fidel Vizcaino García. Mientras, las cifras de importación de
gasolinas seguirán creciendo.
FERROCARRILES
LLENOS DE GASOLINA.
El déficit
de combustibles en el país, derivado de ineficiencias en las refinerías, y de
lo que te he dado cuenta en este espacio, ha beneficiado ya a otros actores
como a la ferrocarrilera Kansas City Southern de México, que reportó un
incremento de 255 por ciento de sus ingresos por la internación de combustibles
al país al cierre del segundo semestre de este año, y que le dejó ingresos
adicionales por la nada despreciable cantidad de 14.2 millones de dólares,
cuando un trimestre atrás era de menos de cinco millones.
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