Georgina Morett.
La elección de Coahuila se convirtió
en el epicentro del enfrentamiento político y ha tenido fuertes repercusiones,
como la parálisis del Poder Legislativo, que impidió el nombramiento del fiscal
anticorrupción y la Ley de Seguridad Interior, entre otros.
Y a pesar de que el INE probó que se
rebasaron los topes de campaña por 7.8 en el PRI y 4.56 en el caso del PAN,
especialistas en el tema electoral consideran muy difícil que el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) anule la elección, debido
a todas las irregularidades que se presentaron en el proceso.
De acuerdo
con la ley, entre otras consideraciones, la elección se puede anular si se
rebasa en más del 5 por ciento el tope de campaña y quien lo haga, ya no puede
ser candidato, que sería el caso de Miguel Riquelme.
Y si el
TEPJF no anula el proceso se viene una situación aún más difícil porque deja a
un INE sin credibilidad un año antes de la elección, situación aún más adversa
que la que se vivió en 2006 con el mismo candidato, Andrés Manuel López
Obrador, quien criticó severamente la actitud del árbitro, pero después de la
elección, y ahora lo hace con un año de anticipación.
Es cierto que, sobre todo la elección
de Coahuila presentó terribles errores por parte del árbitro, como un conteo
rápido que dio ganador al panista, Guillermo Anaya, o un PREP que apenas llegó
al 70 por ciento.
Y, sobre todo la falta de certeza en la
fiscalización que provocó que se incluyera a los representantes de los partidos
en las casillas, que primero se pidió no contabilizarlo y posteriormente se
contabilizó con criterios del Instituto, para después posponer esta revisión.
Es por ello,
que aseguran que el INE no le dio
certezas al TEPJF para que anule la elección y simplemente le aventó la papa
caliente de un conflicto que deja muy mal parada a la autoridad electoral, como
un árbitro que se deja presionar y mangonear.
Incluso la
agrupación Ahora exigió la renuncia de
todos los consejeros y que se celebren nuevas elecciones en el Estado de México
y Coahuila, además de la atracción de las 30 elecciones que se realizarán el
próximo año.
Una de las grandes críticas al INE es
el hecho de que los consejeros están partidizados y por ello, están acotados
para cumplir con su papel, por lo que existe una añoranza por el IFE de José
Woldenberg.
Aunque es terrible quitar el velo de
la armonía, transparencia y credibilidad, debemos recordar que después de ese
consejo general muchos de sus integrantes ocuparon cargos por parte de los
partidos políticos.
Es el caso
de los panistas Alonso Lujambio y Juan Molinar Horcasitas, el ahora petista,
Jaime Cárdenas y quien fue candidato del Panal al gobierno de Chiapas, Emilio
Zebadúa.
Pero como siempre pensamos que todo
tiempo pasado fue mejor, lo que sí es cierto es que los ciudadanos creíamos más
en ese IFE que en el actual INE.
MUY DIFÍCIL
ENCUESTAR A LOS RICOS.
A pesar de la
ola de violencia que se vive en el país, es más fácil para los encuestadores
del INEGI entrar en las zonas peligrosas, claro, siguiendo los protocolos de
seguridad, que, en las colonias residenciales de clase alta, donde ni siquiera
les permiten pasar, aseguró el presidente del INEGI, Julio Alfonso Santaella,
al señalar que a las personas obscenamente millonarias no es fácil
encuestarlas.
Es por lo que se diseñan las
encuestas para que el 15 por ciento no responda.
Asimismo,
reconoció que los estados más difíciles para los encuestadores son Tamaulipas,
Chihuahua y Michoacán y que los incidentes más comunes son robo de equipo,
vehículos y algunos entrevistadores desaparecidos.
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