Tras meses de diferentes trabajos
periodísticos, este miércoles el diario New York Times revela en su primera
plana que el presidente de dicha organización, Claudio X. González Guajardo,
fue reprendido por el titular del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto, quien ha estado
envuelto en sus propios escándalos desde que saliera a la luz su casa blanca.
Pero no sólo fueron palabras. El
empresario también fue blanco, a mediados de 2016, del software espía Pegasus
-al igual que activistas, periodistas y líderes de oposición- además de que,
casualmente, se ordenaron auditorías contra sus organizaciones.
Se reproduce
un fragmento de la nota publicada por el rotativo estadounidense:
El
presidente Enrique Peña Nieto estaba sentado ante los empresarios más
importantes de México y sonrió.
La élite
empresarial mexicana ha invertido cantidades récord de dinero en el país y ha
apoyado la promesa que hizo el mandatario de un renacimiento económico. Así han
generado un espacio de oportunidad en el entorno lleno de escándalos que
atormenta al presidente.
Sin embargo, Peña Nieto necesitaba
algo más de los principales líderes empresariales del país, quizá sus aliados
más importantes. Necesitaba lealtad. De acuerdo con cinco personas que narraron
la reunión privada que se realizó en mayo, el presidente se dirigió a Claudio
X. González Laporte, un empresario respetado en México.
Tu hijo, le dijo el presidente,
debería dejar de ser tan crítico con el gobierno.
Todos guardaron silencio. El hijo de
González Laporte, Claudio X. González Guajardo, ha pasado casi dos décadas
combatiendo la corrupción y la impunidad que tanto deterioran a México. Pero su
proyecto más reciente, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, una
organización de periodismo de investigación que ha revelado contratos corruptos
de aliados del gobierno, estaba haciendo demasiado ruido para gusto del
presidente.
“La sociedad civil no debe pasar
tanto tiempo hablando de corrupción”, le dijo el presidente a González Laporte.
El poderoso grupo se quedó atónito ante el ataque asestado contra uno de los
suyos.
“Estoy orgulloso de mi hijo y del
trabajo que está haciendo”, respondió el empresario.
Incluso en México, donde el Estado a
menudo ejerce presión con mano dura, se consideró muy extraño que el presidente
intentara silenciar, abiertamente, a un miembro de una de sus bases electorales
más confiables. La oficina del presidente negó que Peña Nieto estuviera
presionando directamente a González Guajardo, sino que simplemente hizo un
comentario de manera general ante su audiencia y a la que invitó a enfocarse
tanto en los errores como en los logros de su gobierno.
Pero el comentario del presidente
solo fue el intento más reciente de silenciar a González Guajardo y
obstaculizar su trabajo.
Entre dichos intentos se cuentan
auditorías fiscales y haberlo atacado con tecnología de espionaje que el
gobierno mexicano adquirió con el propósito de investigar a terroristas y
miembros del crimen organizado.
En dos ocasiones en 2016, González
Guajardo recibió mensajes en su celular cuyo objetivo era instalar un programa
de espionaje; los mensajes llegaron poco después de que su grupo publicara
reportajes perjudiciales, de acuerdo con un análisis forense independiente de
los mensajes.
“Estamos
asediados”, dijo González Guajardo en una declaración escrita a The New York
Times; rechazó ser entrevistado. “Sin embargo, seguiremos denunciando la
corrupción y la impunidad cuando las encontremos, sean públicas o privadas”.
“México no
está condenado a ser corrupto”, agregó.
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