lunes, 28 de agosto de 2017

Las pesadillas de don Ricardo.

Alejandro Páez Varela.

Encuentro lógico (y muy probable) que, si Ricardo Monreal no se pasa de tueste con las presiones, Andrés Manuel López Obrador en persona lo defenderá a capa y espada en los siguientes días. Ha sido uno de sus hombres más cercanos durante años, muchos años, la mayoría de ellos de vacas flacas. Y ahora –dirán él o cualquiera–, cuando la vaca engorda, lo mandan a ver si puso la marrana. Entonces veo a AMLO tratando de conciliar; haciendo un esfuerzo por defenderlo incluso de él mismo: el zacatecano generó muchas expectativas, enojó a muchos de sus colegas de partido y repartió promesas a demasiada gente. Y allí están las consecuencias de no entender (¡a estas alturas, Dios mío!) que en los carritos chocadores sólo el operador de los juegos mecánicos tiene el control.

Sí, si Monreal no se pasa de tueste, AMLO lo defenderá. Pero puede pasarse de tueste. Puede llevar demasiado lejos el berrinche. Puede y, por supuesto, encontrará quién lo apoye, empezando con la prensa que sumó a su campaña y que es la misma que denuesta a López Obrador y a Morena; la prensa que en los últimos meses se dedicó (como lo hace desde hace años) a vomitar sobre el tabasqueño abrazó a Monreal; prensa que sirve para ventilar el humor diario del PRI y de Los Pinos.

Monreal puede, por supuesto, alargar el berrinche y es un buen momento para cobrarlo bien cobrado. El Gobierno federal y la Jefatura de Gobierno de la capital lo pagarían bien, ya, ahora: supongo que, al unísono, le habrán abierto los brazos.


Aún así, sería lógico ver, en las siguientes horas, que AMLO le dé champú de cariño, en púbico, a Monreal.

Porque alargar el berrinche, como dije, lo llevará a perder en automático a López Obrador y, en ese partido, perder a López Obrador es perder futuro. Justo ahora, cuando hay futuro. ¿Quién iba a decir? Claudia Sheinbaum casi amarra la Jefatura de Gobierno de la capital mexicana, y Martí Batres el Senado de la República.

–No era cualquier cosa. Monreal la tenía más difícil que todos, curiosamente. Lo que estaba en juego era la herencia de López Obrador, el futuro de Morena, la candidatura presidencial de 2024 –me dijo alguien cercano a Claudia Sheinbaum.

Otro morenista con el que tomé café el viernes, me advirtió:

–Era mucho para Monreal. Mucho. Monreal no se contiene, enseguida enseña el cobre. Su ambición no tiene medida. Si se quedaba con la candidatura, el mensaje que Morena mandaría al país es que se puede ser tramposo y marrullero, y ganar. Que el que transa sí avanza.

Le dije que si no estaba exagerando. Me dijo, contundente, que no.

–A Monreal le vale madre caminar sobre los cachetes de Andrés Manuel si lo considera necesario. De hecho, lo hizo: pasó por encima de López Obrador con tal de alcanzar la candidatura. Pisó a Morena, a todos. Se alió con [Miguel Ángel] Mancera, con [Héctor] Serrano, con [Adrián] Rubalcava, con perredistas y priistas de todos los calibres. Y se sacó muchísimo dinero de quién sabe dónde para promover su imagen y además para atacar a sus contrincantes, que resultan ser ¡sus colegas de partido!

–Bots, cuentas falsas –dije.

–Sí. Encabronó. No sabes cómo encabronó en la dirigencia de Morena.

Y en Martí Batres, y en Claudia Sheinbaum. Me lo dijo gente muy cercana a ellos dos un día antes de que se diera a conocer la encuesta.

–¿Qué se dijo? –le pregunté.

–Que son chingaderas. Que pinche Monreal, gastando un chingo de dinero en atacar a Claudia y a Martí. Los trajo a madrazos con páginas y cuentas falsas. Como si no tuviéramos suficiente con las marrullerías que nos hacen todos desde afuera del partido, Monreal recurriendo a lodo, pagando compañas de lodo contra sus compañeros. ¿Te imaginas el futuro de Morena puesto en alguien así?

Dos fuentes me habían dicho sobre los supuestos ataques de Monreal contra Sheinbaum y Batres. Una es Lo Que Sigue, grupo dedicado al análisis de redes; lo hizo público hace unas semanas. Y la otra fuente está dentro de Morena. Me detalló una red de contactos (y contratos) de Monreal que no publicaré hasta no verificarlos. Me dio pistas a buscar vía mecanismos de transparencia y me repitió dos veces el nombre de Joaquín López-Dóriga.

Me puse en contacto con el equipo de Ricardo Monreal para decirle que escribiría sobre él. Que me interesaba llevar su versión.

El mensaje llegó. Pero no la respuesta.

Viernes 25 de agosto, 7 horas. Un mensaje de WhatsApp llega a varios morenistas. Supuestamente lo manda Alejandro Rojas Díaz Durán, asesor de Ricardo Monreal: La verdad, por la carrera de Rojas Díaz Durán pensaría que no era de él: tiene muchos errores. En fin. Dice:

“Se convoca a todos los líderes al plantón en San Luis Potosí 64 col. Roma sur el sábado si es posible llevar casas de campaña se les va a agradecer el apoyo para el Dr. Monreal”.

El mensaje me fue reenviado por dos fuentes, lejanas una de la otra, aunque las dos dentro de Morena. No encontré una tercera fuente; no pude verificar con el tal Rojas Díaz Durán.

Pero allí está.

Mi lectura: es un llamado a la guerra. Es una convocatoria directamente contra López Obrador y contra la decisión de Morena, que horas antes ha nombrado a Claudia Sheinbaum como candidata a la Ciudad de México.

Jueves 24 de agosto, 15:37 horas. Falta poco para que se dé a conocer el resultado de la encuesta. Todos están desesperados. Todos. Ansiosos.

Lo compruebo con mensajes en los tres bandos.

A esa hora, uno de los correos que promueven la candidatura de Ricardo Monreal desde hace varios meses, suelta un comunicado que se llama: “Todas las encuestas posicionan a Ricardo Monreal como la mejor opción de Morena”.

Cita primero dos encuestas:

“El Financiero, incluso, en una actualización de su sondeo dio a conocer este 23 de agosto que Ricardo Monreal cuenta con el 32 por ciento de las preferencias, seguido por Claudia Sheinbaum, con el 29 por ciento. En tercer sitio aparece Martí Batres, con 24 por ciento, y el cuarto lugar lo ocupa Mario Delgado, con 15 por ciento. Otra medición levantada el 18 y 19 de agosto, por la Red de Académicos Universitarios de diversas instituciones de educación superior, Ricardo Monreal sería el aspirante por quien la mayoría votaría, con el 27 por ciento, seguido del 22 por ciento de Sheinbaum y el 19 por ciento de Batres”.

Esta última fue publicada por el periódico La Razón, diario antimorenista. El comunicado no lo dice.

Y párrafos más adelante, directo contra AMLO:

“Si el ‘dedito’ de Andrés Manuel López Obrador señala a Claudia Sheinbaum como candidata de Morena, pese a no tener experiencia, ni contar con el apoyo ciudadano, quedará confirmado que Morena coloca candidatos a modo, dóciles y sin capacidad de decisión, menos de gobierno”.

Y luego:

“El silencio es sepulcral, sin embargo, Morena se encuentra muy por encima de su más cercano seguidor que es el PRD, y Ricardo Monreal Ávila ha reiterado que debe continuar la unidad al interior del partido, ya que no se trata de quién sea el elegido, ‘se trata de gobernar bien y responder las expectativas de los ciudadanos para rescatar la Ciudad de la Esperanza’”.

Si este llamado es de Monreal, mi pregunta es una: ¿a dónde puede irse Monreal si enfrenta a AMLO y se distancia de Morena?

Y otras dos, pues, que no me aguanto: ¿Qué no sabe Monreal que esos que lo rodean hoy se le irán en cuanto no maneje nóminas, presupuestos? ¿Qué no sabe Monreal que los que le acompañan no son los Dorados de Villa?

Monreal deshoja la margarita. Yo lo creo un hombre inteligente y quizás se reponga pronto de haber perdido la candidatura (y mucho más que eso) de la capital. Quizás supere pronto las pesadillas que lo aquejan.

Diría que, si es tan inteligente como parece, pronto empezará la reconciliación. Él. Sabrá que del lado de Batres y de Sheinbaum quedaron muy dolidos, y no hay enemigo menor. Muchos no le perdonan muchas cosas.

–Mira esta página de Facebook –un colaborador de Sheinbaum me mostró su celular–: no tienen abuela. No se vale. Morena pegándole a Morena.


Antes me había mostrado la columna de un periodista que aborrece a López Obrador pero que, por alguna extraña razón, adora a Ricardo Monreal, zacatecano, Jefe Delegacional; el hombre que quiso gobernar la Ciudad de México a partir de diciembre de 2018 y poner un pie, de carambola, en la presidencial de 2024.

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