Álvaro
Delgado.
En la borrachera de las reformas del
Pacto por México, Ricardo Anaya, presidente del Partido Acción Nacional (PAN),
aprobó el “pase automático” que tiene al priista Raúl Cervantes a un paso de
convertirse en el primer fiscal general transexenal, pero hasta cuatro años
después, en el remordimiento de la cruda por su ambición presidencial, admite
que no tuvo el “suficiente cuidado” para convalidar esa maniobra que garantiza
impunidad plena a Enrique Peña Nieto.
El propio
Anaya proclama que en la política no hay casualidades ni ingenuidad: Y él era
el presidente de la Cámara de Diputados cuando, el 5 de diciembre de 2013, 110 legisladores del PAN –cuatro se
ausentaron– aprobaron el artículo transitorio a la reforma constitucional que
transformó a la Procuraduría General de la República (PGR) en fiscalía General
de la República y que avaló el ya famoso “pase automático”.
No sólo fue él y sus incondicionales
Damián Zepeda y Fernando Rodríguez Doval, secretario general y vocero del CEN,
que eran diputados del PAN, los que avalaron el “pase automático”, sino también
los partidos adheridos al Pacto por México –PRI, PRD, Verde y Panal–, que lo
hicieron además en la Cámara de Senadores, el 13 de diciembre de ese año, cuyo
presidente era precisamente Raúl Cervantes, el actual procurador y perfilado
como el “fiscal carnal”.
Merced a esa reforma, también, no se
requiere en el Senado una mayoría calificada de tres cuartas partes para avalar
el nombramiento de Cervantes como fiscal transexenal, sino mayoría simple de 50
más uno. El PRI y sus rémoras sólo requieren tres votos del PAN para consumar
una infamia para todos los mexicanos.
Discursivamente tiene razón Anaya en
oponerse al “plan de impunidad transexenal” que pretenden Peña y su partido,
una exigencia que han hecho suya también organizaciones de la sociedad y los
ciudadanos que estamos hartos del saqueo, pero él y el PAN carecen de autoridad
política y moral para exigir un fiscal apartidista, precisamente porque son
cómplices de la reforma.
El lunes le
pregunté a Anaya sobre su responsabilidad en el “pase automático”, siendo el
presidente de la Cámara de Diputados, y se escabulló al decir que el artículo
transitorio se aprobó por mayoría calificada y “lamentablemente no fue
observado con el suficiente cuidado en su momento”.
Y este
miércoles, el taimado dirigente del PAN dijo que es “un distractor del régimen”
que se le recuerde su responsabilidad en el pase automático. “Esa reforma se
votó en 2013, era un momento muy distinto del que ahora estamos viviendo y este
transitorio fue un dardo envenenado, tan es así que cinco partidos políticos en
su momento aprobaron la reforma completa se visibilizó ese problema,
particularmente el año pasado”.
¿Asunción de responsabilidad?
Ninguna. ¿Autocrítica? Tampoco. Pero como el propio Anaya dice: en política no
hay casualidades. Un expresidente del PAN, Germán Martínez, echó en cara a su
partido el aval al pase automático del fiscal: “Se debilitó al Senado frente a
Peña. ¿Chamaqueo? ¿Colaboracionismo?”.
No:
Complicidad.
Apuntes: El PRD, también en la borrachera del Pacto
por México, avaló el “pase automático” y hoy actúan igual que Anaya y el PAN.
Diputados como Silvano Aureoles, que hoy es gobernador de Michoacán, y Amalia
García, secretaria del Trabajo en el gobierno de Mancera, y senadores como el
tal Luis Miguel Barbosa, hoy en Morena…
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