Javier Risco.
Nos
encontramos otra vez ante la misma pregunta que hace seis años le hizo la
periodista Denise Maerker al candidato del PRI a la presidencia de la
República, Enrique Peña Nieto. Podríamos casi calcarla, editarla a estos
tiempos y esperar a la respuesta del candidato virtual a la presidencia del
tricolor, José Antonio Meade.
Denise
Maerker: Se manifiesta un temor, un
genuino temor de que tú ganes la presidencia, un temor que comparto: que
(regrese) permanezca el PRI. Y el temor tiene que ver con el hecho de que
(Enrique Peña Nieto) José Antonio Meade saca un manifiesto irreprochable: “Por
una presidencia democrática”, pero leyéndolo uno se pregunta ¿qué priista ha
gobernado así? ¿(Ulises Ruiz) Javier Duarte? ¿(Mario Marín) Roberto Borge
gobernó así? ¿(Fidel Herrera) César Duarte gobernó así? ¿(Tomás Yarrington, en
Tamaulipas) Roberto Sandoval, en Nayarit? Es decir, sí hay un temor, y el temor
es: tú firmaste esto, y ningún priista ha gobernado de esta manera.
La respuesta
a esta pregunta se ha vuelto viral y a la vez histórica, Enrique Peña Nieto presumía un cambio generacional, nuevos aires en un
partido rancio. Nuevas caras, nuevos militantes que resultaron ser distintos,
sí, pero en la voracidad del dinero y la corrupción desmedida.
Hace seis años trataba
desesperadamente de regresar al PRI a Los Pinos, hoy Meade tiene la encomienda
de no dejar que los saquen de ahí, al menos en un sexenio más.
Con este
panorama, ¿cómo responderá Meade la
pregunta antes planteada? ¿Cómo se desmarca de priistas encarcelados? Habrá
tiempo para explorar las posibilidades, escuchar las propuestas y ser testigos
de su campaña.
Y aunque no
podemos adelantarnos a sus argumentos, sí podemos acercarle el libro del
periodista Arturo Ángel como un preámbulo del partido que representará.
Titulado El priista perfecto, el reportero de Animal
Político desnuda la figura de un gobernador priista que se ha convertido en el
símbolo más palpable de la corrupción de este país. Hablo por supuesto de
Javier Duarte de Ochoa, aquel emblema de una generación dispuesta a todo por
conservar el poder.
Pero no hay
que detenernos sólo en Duarte, lo dice bien el periodista Daniel Moreno “el sexenio de Duarte es un gran ejemplo de
la forma en que opera el sistema político mexicano. Duarte no es una
anormalidad, sino un caso más”.
Son varios los priistas perfectos,
ocupan varias generaciones y a través de este libro, el periodista que dedicó
casi dos años a la investigación de Duarte señala cómo el veracruzano es sólo
un pedazo en una larga cadena de impunidad.
“Es información que nos permite
vislumbrar el tamaño de una red que va a resultar sorprendente, pero Javier
Duarte termina siendo sólo un eslabón del propio capítulo Veracruz, donde es el
rostro conocido, es a quien todos vimos, pero incluso él es un actor más. En
Veracruz había una red muy grande no sólo de un despacho que se encargó de más
de 400 compañías fantasma, sino de otros personajes clave, que fueron los
operadores, los que ordenaron, los que movieron el dinero y que hoy están
tranquilamente descansando en la Ciudad de México, protegidos no sólo por un
fuero sino por todo lo que saben”, señala el autor.
Y es que en el ADN de un ‘perfecto
priista’ no sólo está la institucionalización, la ambición y el cinismo, sino
la capacidad de cuidarse unos a otros, y transformar los rostros visibles para
que el resto continúe a salvo.
Al final del
día, son
esos mismos priistas que hoy arropan por primera vez a un ‘simpatizante’, los
mismos que antes le dieron una palmada en la espalda a Duarte, también a Borge,
los que prometieron que venían renovados, pero que más que nuevos personajes
han mostrado nuevas mañas.
¿Qué
responderá Meade ante esto? ¿Cómo
defenderse de tantos ejemplos de priistas impresentables? Ojalá se olvide de su
argumento de no ser priista y asuma que representarlos en una contienda y
quedarse de brazos cruzados lo podría volver cómplice de los hoy acusados.
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