jueves, 30 de noviembre de 2017

Los priistas perfectos.

Javier Risco.

Nos encontramos otra vez ante la misma pregunta que hace seis años le hizo la periodista Denise Maerker al candidato del PRI a la presidencia de la República, Enrique Peña Nieto. Podríamos casi calcarla, editarla a estos tiempos y esperar a la respuesta del candidato virtual a la presidencia del tricolor, José Antonio Meade.

Denise Maerker: Se manifiesta un temor, un genuino temor de que tú ganes la presidencia, un temor que comparto: que (regrese) permanezca el PRI. Y el temor tiene que ver con el hecho de que (Enrique Peña Nieto) José Antonio Meade saca un manifiesto irreprochable: “Por una presidencia democrática”, pero leyéndolo uno se pregunta ¿qué priista ha gobernado así? ¿(Ulises Ruiz) Javier Duarte? ¿(Mario Marín) Roberto Borge gobernó así? ¿(Fidel Herrera) César Duarte gobernó así? ¿(Tomás Yarrington, en Tamaulipas) Roberto Sandoval, en Nayarit? Es decir, sí hay un temor, y el temor es: tú firmaste esto, y ningún priista ha gobernado de esta manera.

La respuesta a esta pregunta se ha vuelto viral y a la vez histórica, Enrique Peña Nieto presumía un cambio generacional, nuevos aires en un partido rancio. Nuevas caras, nuevos militantes que resultaron ser distintos, sí, pero en la voracidad del dinero y la corrupción desmedida.

Hace seis años trataba desesperadamente de regresar al PRI a Los Pinos, hoy Meade tiene la encomienda de no dejar que los saquen de ahí, al menos en un sexenio más.

Con este panorama, ¿cómo responderá Meade la pregunta antes planteada? ¿Cómo se desmarca de priistas encarcelados? Habrá tiempo para explorar las posibilidades, escuchar las propuestas y ser testigos de su campaña.

Y aunque no podemos adelantarnos a sus argumentos, sí podemos acercarle el libro del periodista Arturo Ángel como un preámbulo del partido que representará.

Titulado El priista perfecto, el reportero de Animal Político desnuda la figura de un gobernador priista que se ha convertido en el símbolo más palpable de la corrupción de este país. Hablo por supuesto de Javier Duarte de Ochoa, aquel emblema de una generación dispuesta a todo por conservar el poder.

Pero no hay que detenernos sólo en Duarte, lo dice bien el periodista Daniel Moreno “el sexenio de Duarte es un gran ejemplo de la forma en que opera el sistema político mexicano. Duarte no es una anormalidad, sino un caso más”.

Son varios los priistas perfectos, ocupan varias generaciones y a través de este libro, el periodista que dedicó casi dos años a la investigación de Duarte señala cómo el veracruzano es sólo un pedazo en una larga cadena de impunidad.

“Es información que nos permite vislumbrar el tamaño de una red que va a resultar sorprendente, pero Javier Duarte termina siendo sólo un eslabón del propio capítulo Veracruz, donde es el rostro conocido, es a quien todos vimos, pero incluso él es un actor más. En Veracruz había una red muy grande no sólo de un despacho que se encargó de más de 400 compañías fantasma, sino de otros personajes clave, que fueron los operadores, los que ordenaron, los que movieron el dinero y que hoy están tranquilamente descansando en la Ciudad de México, protegidos no sólo por un fuero sino por todo lo que saben”, señala el autor.

Y es que en el ADN de un ‘perfecto priista’ no sólo está la institucionalización, la ambición y el cinismo, sino la capacidad de cuidarse unos a otros, y transformar los rostros visibles para que el resto continúe a salvo.

Al final del día, son esos mismos priistas que hoy arropan por primera vez a un ‘simpatizante’, los mismos que antes le dieron una palmada en la espalda a Duarte, también a Borge, los que prometieron que venían renovados, pero que más que nuevos personajes han mostrado nuevas mañas.


¿Qué responderá Meade ante esto? ¿Cómo defenderse de tantos ejemplos de priistas impresentables? Ojalá se olvide de su argumento de no ser priista y asuma que representarlos en una contienda y quedarse de brazos cruzados lo podría volver cómplice de los hoy acusados.

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