Francisco Ortiz Pinchetti.
Nos dicen
muy en serio las autoridades del INE que la llamada veda electoral, los tres
días previos a la votación en los que se prohíbe la propaganda electoral y la
difusión de encuestas, es un período que los ciudadanos debemos dedicar a la
reflexión sobre el sentido de nuestro voto.
Ocurre sin
embargo el aturdimiento causado por la estridencia de la campaña, en la que
abundaron las descalificaciones, los insultos y las acusaciones mutuas entre
partidos y candidatos hace difícil para el ciudadano normal tener la
tranquilidad y la ecuanimidad necesarias para de veras ponerse a pensar en cuales,
y de quién fueron las mejores propuestas, si las hubo.
Se agradece,
eso sí, el cese de los spots, el fin de las declaraciones y el silencio, porque
cuando menos podemos descansar unos días o dedicarnos a especular sobre las
posibilidades de México ante Brasil el lunes próximo en el Mundial de Rusia
2018 o a pensar cómo le vamos a hacer ahora que los niños entren en vacaciones.
La verdad es
que debemos aprovechar estos días no tanto para la reflexión acerca del futuro
del país, lo cual lleva un poco más tiempo que esta tregua, pero para estudiar
detenidamente el reto al que nos vamos a enfrentar este domingo 1 de julio en
la casilla en que nos toca votar. Un galimatías electoral nos espera y muy
probablemente acabe por hacernos bolas, si no la pensamos bien.
Una decisión
del Legislativo, a mi parecer errónea, aprobó la instalación de casillas únicas
para recibir a la vez la votación federal (presidente, senadores y diputados) y
la elección local en aquellas entidades donde se va a elegir gobernador,
ayuntamientos y congreso local, como el caso de la Ciudad de México, donde
tendremos que escoger respectivamente jefe de Gobierno, alcaldes y congreso.
Los
capitalinos ubicarán y llegarán a la casilla que corresponda a su sección,
harán la cola si la hay, entregarán su credencial de elector, que será
confrontada con la lista nominal con fotografía, y recibirán ¡seis boletas
seis! de diferentes colores. Deberán entonces dirigirse a una mampara y en
secreto cruzar las opciones de su preferencia en cada una de las papeletas.
Luego tendrán que doblar cada una de ellas y depositarla con todo cuidado de no
confundirse en cada una de las seis urnas respectivas, que tienen el color
correspondiente y la indicación de la elección de que se trate (“presidente”,
“alcalde”, “diputado local”, “senador”, etcétera). Finalmente regresarán a la
mesa para que le sea regresada su credencial, ya marcada de “votó”, y le sea
embadurnado su pulgar derecho con tinta indeleble.
Imaginemos
lo que todo ese embrollo significa en el caso por ejemplo de los adultos
mayores o personas poco informadas, sobre todo en zonas marginadas de la
capital del país. Y no se vale que alguien las aconseje, claro.
En el caso
de la boleta para presidente y alcalde hay una dificultad adicional. En
tratándose de coaliciones electorales las que los postulan, cada candidato
aparece tres veces, una por cada partido que lo apoya. Tal es el caso de los
presidenciables Ricardo Anaya Cortés, José Antonio Meade Kuribreña y Andrés
Manuel López Obrador, que en ese orden aparecerán. El elector deberá discernir
no sólo por qué candidato va a votar, sino a través de cuál partido. El cruzar
dos o tres círculos, sin embargo, no invalida el voto, lo cual prohijará sin
duda mayor confusión a la hora del conteo.
Por supuesto
que esta situación va a retardar el conteo de los resultados, como ya lo
advirtió el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianelo. Esto a su
vez tornará largo y engorroso el llenado de las actas de escrutinio y hará que
el flujo de resultados de esas entidades con elección múltiple, tanto para el
conteo rápido como para el PREP sea más lento. El propio funcionario electoral
calcula que los resultados “irreversibles” del conteo rápido podrán tenerse y
divulgarse “a eso de las 11 de la noche”. Antes, por supuesto, empresas y
televisoras habrán divulgado las llamadas “encuestas de salida” o exit poll,
que no son oficiales, ojo.
Otro
elemento que complicará la jornada es el elevado número de personas que
participarán en el funcionamiento, la vigilancia y el conteo en cada casilla.
Hay que considerar que cada una de las mesas directivas está compuesta por un
presidente, dos secretarios (uno para la elección federal y otro para la local)
y dos escrutadores para cada caso, además de tres suplentes generales. También
podrán estar ahí presentes hasta tres supervisores electorales del INE, así
como representantes de cada uno de los nueve partidos contendientes y de sus
candidatos, y del candidato independiente. ¡Un tumulto!
Seguramente
la lentitud del procedimiento, que será vigilado por casi un millar de
observadores internacionales registrados, dará pie a especulaciones sinceras o
dolosas sobre la posibilidad de maniobras fraudulentas, lo que es imposible
dados los candados existentes en cada paso del proceso.
Es menester,
eso sí, que tengamos confianza y mucha paciencia para esperar a que puedan
divulgarse por parte del INE resultados preliminares, a través del conteo
rápido basado en una muestra diseñada científicamente de actas de escrutinio, y
sobre todo aguantar horas para que el flujo de resultados en el PREP pueda
alcanzar un nivel suficiente de votación como para esbozarnos quién es el
triunfador, aunque siempre en la conciencia de que los únicos resultados
oficiales se conocerán hasta el miércoles siguiente, 4 de julio, cuando
sesionen las juntas computadoras distritales para hacer el recuento de actas y,
de ser necesario, abrir paquetes electorales de casillas determinadas y contar
voto por voto.
La transparencia de la jornada y del
recuento oficial es crucial para dar certidumbre a los ciudadanos; pero es importante
que cada elector haga su parte.
Ojalá les
sirva este modesto instructivo para salir con bien de tamaño berenjenal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.