Cuetzalan es
un Pueblo Mágico ubicado al norte de la sierra del estado de Puebla y es bien
conocido por sus bellezas naturales, santuarios, café aromático y pipián. Pero poco se dice de las grandes luchas que
los habitantes y defensores de los derechos humanos han tenido que emprender
frente a los megaproyectos impulsados por el propio Estado mexicano y por las
empresas trasnacionales.
Durante al menos el último lustro,
las amenazas, ataques, intimidaciones e incluso los asesinatos han envuelto a
la población situada en los límites con el estado Veracruz, hogar de indígenas
totonacos y nahuas.
La Comisión Federal de Electricidad
(CFE) buscó imponer una subestación eléctrica denominada Línea de Alta Tensión
(LAT) Cuetzalan Entronque Teziutlán II-Tajín sobre terrenos cubiertos con
vegetación de bosque, selva y pastizal cultivado, en la que invertiría más de
200 millones de pesos, de acuerdo con información de la propia Manifestación de
Impacto Ambiental (MIA).
A falta de una consulta previa, libre
e informada, la comunidad cuestionó el proyecto desde un inicio y fue entonces
cuando las autoridades del municipio de Cuetzalan del Progreso y funcionarios
de la CFE aseguraron que la subestación beneficiaría a la población. Pero la
realidad, dijo Alfredo Guerreo Santos, integrante del Movimiento Indígena
Obrero, Campesino, Urbano y Popular (MIOCUP), es que la obra favorecería al
proyecto minero “El Aretón”, propiedad de la empresa minera Autlán, que
actualmente tiene denegado el permiso de explotación.
“En 2107, en abril, durante la Semana
Santa y la Feria anual de octubre, ellos hicieron apagones de manera
intencional, con ello empezaron a meter la idea de que hacía falta una
subestación, pero vimos que en realidad era para abastecer de energía eléctrica
a la mina de ‘El Aretón'”, denunció en entrevista con SinEmbargo.
El activista
denunció que “ni la CFE ni el
Ayuntamiento nos consultaron a nosotros como pueblos originarios sobre si
estábamos o no de acuerdo con que esa subestación se instalara. Desde ahí
violaron nuestro derecho a la consulta”. El Programa de Ordenamiento Ecológico
Local del Territorio (POET) de Cuetzalan –publicado en el Periódico Oficial del
estado el 3 de diciembre de 2010– indica que el territorio municipal “es un
componente de una multiplicidad de territorios de carácter geográfico,
hidrológico, social y ambiental, de los cuales depende, para que sus habitantes
gocen de un bienestar colectivo, por lo que el impacto de las obras es de
carácter regional”.
Las afectaciones por el inicio de las
obras de la subestación –que hoy están suspendidas– fueron la deforestación de
cultivos de café y pimienta, violaciones a los derechos humanos, el despojo y
la muerte masiva de abejas meliponas por falta de alimento.
Gracias a las movilizaciones del
MIOCUP, de las Cooperativas Tosepan “TosepanTitataniske” y del Comité de
Ordenamiento Ecológico Territorial Integral (COTIC) las obras de la subestación
fueron suspendidas. No obstante, la CFE interpuso una denuncia ante la
Procuraduría General de la República (PGR) en contra de Alfredo Guerrero y
siete defensores más: Rufina Edith Villa Hernández, Álvaro Aguilar Ayón,
Nazario Diego Téllez, Luis Enrique Fernández Lomelín, Leonardo Durán Olguín,
Francisco Jiménez Pablo y Manuel Gaspar Rodríguez, quienes fueron notificados
el 31 de enero de este año.
Los defensores se presentaron a la
cita, pero se reservaron el derecho a declarar para pedir las carpetas y saber
exactamente de qué iba la demanda en su contra.
Actualmente existe un clima de miedo,
pues el pasado 14 de mayo, Manuel Gaspar fue hallado sin vida con tres lesiones
en el cuerpo, provocadas por arma blanca y con evidentes signos de tortura, en
un hotel de Cuetzalán.
Sus compañeros de lucha mantienen su
exigencia justicia y han señalado que el móvil del crimen es justamente la
labor activista.
“Cuando comenzamos con las
movilizaciones, llegó la represión directamente con el compañero Manuel. Le empezaron
a hacer llamadas amenazantes, robaron como dos veces el lugar que él habitaba.
Era una manera de intimidarnos para que no nos siguiéramos organizando, pero lo
que nosotros estábamos haciendo era defender los usos, las costumbres, la
cosmovisión, que vivimos en la sierra”, dijo Guerrero Santos, quien teme ahora por la integridad y
vida de los defensores.
Después de
la denuncia, “lo que podía pasar en
primera instancia ya pasó: nos asesinaron a nuestro compañero Manuel. Lo que
ahora puede pasar es otro asesinato, una desaparición forzada o que nos
detengan. Esos son nuestros temores […] Responsabilizamos a los tres niveles de
Gobierno y a la propia CFE de cualquier ataque”, alerta.
Hoy pide a la CFE que retire la
denuncia, pues no hay “justificación real” para llevar a cabo el proyecto y que
de ser llevado a otra parte de la República Mexicana, se haga una consulta para
que la población emita su opinión.
DEFENSORES,
EN LA MIRA.
El asesinato de Manuel Gaspar no fue
el único que manchó de rojo la lucha en Cuetzalan: el 4 de junio de 2014, fue
asesinado Antonio Esteban Cruz, quien se oponía a la construcción de una
hidroeléctrica en el río Apulco y a la minería en la región.
En su
momento, integrantes del MIOCUP, liderado por Antonio Esteban, advirtieron que la hidroeléctrica
Cuamono-Cuetzalan podría incluso desaparecer dos comunidades cercanas y
lograron suspender las obras.
“Con la movilización, con la denuncia
y con los foros logramos frenar esa hidroeléctrica, pero nos asesinaron al
compañero Antonio Esteban Cruz”, lamentó Guerrero Santos.
Ante ese
panorama, el defensor afirmó que “definitivamente,
el país no es un lugar seguro para los defensores de derechos humanos ni para
los periodistas […] El Gobierno de México no tiene ni la sensibilidad ni la
voluntad política para brindarnos seguridad”.
Finalmente, envió un mensaje a los gobiernos
federal, estatal y municipal: “en Cuetzalan estamos a favor del desarrollo,
pero no de este tipo de desarrollo de imposición, del despojo. Estamos a favor
del desarrollo para las propias comunidades y pueblos, donde haya seguridad,
educación y mejores caminos. A los megaproyectos que quieren imponer les
decimos ‘no'”.
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