martes, 30 de julio de 2019

El conflicto agropecuario de AMLO.


Gustavo De la Rosa.

Durante este último mes AMLO ha enfrentado un gran conflicto con los productores agropecuarios que recibían subsidios importantes del Gobierno de la República a través de los programas Procampo y Progan; la gravedad del problema no radica sólo en la importancia de estos productores para la economía mexicana, o en su búsqueda por la autosuficiencia alimentaria y por mantener el diálogo entre Gobierno y sociedad, sino en las tácticas que están usando.

La relación conflictiva de AMLO con los inversionistas urbanos afecta a la economía nacional porque frena viejas inercias entre el Gobierno y sociedad, que en su momento fueron fundamentales para que se constituyera el capital necesario para superar la anterior economía porfirista e incorporar a la sociedad mexicana al mundo moderno, pero ambas partes han logrado negociar acuerdos de ganar-ganar sin afectarla más; uno de estos acuerdos, que resultó políticamente costoso para el Presidente, fue acerca del libre tránsito de migrantes hacia Estados Unidos, porque finalmente los más interesados en evitar un conflicto con Donald Trump son los inversionistas mexicanos, pues más del 80 % de la economía nacional depende de las buenas relaciones con la Unión Americana.

Sin embargo, las estrategias que han utilizado los productores del campo, como el bloqueo a las carreteras del país, causaron no sólo molestias en la región sino daños severos a la economía y a la credibilidad y confianza en el Gobierno, y colocan al país en la disyuntiva de perder-perder, porque los clientes internacionales no estarán contentos al saber que sus proveedores atentan contra la economía nacional para sacar adelante sus demandas.

Un hombre en particular sobresale entre los productores inconformes, el diputado federal por Chihuahua Yako Rodríguez; aunque no está afiliado a Morena, fue propuesto como ciudadano por el partido y se benefició de sus propios votos (que sí los tiene) y del efecto López Obrador, y ahora sus acciones lo han colocado en oposición al Gobierno de la República.

Éste es un enorme conflicto de interés que él debe resolver; o es parte del Gobierno en el poder o es líder de un sector que se opone al régimen. Las dos posiciones son legítimas, pero no conciliables; sería diferente si jugara un papel de enlace y como conciliador de las partes, pero no puede aparecer como el líder operativo de la insurgencia y al mismo tiempo integrante de la fracción parlamentaria de Morena.

Es igualmente preocupante que hayan emplazado al Gobierno mexicano a restablecer los programas de subsidio fundamentalmente para los productores mejor posicionados en la escala social, con la amenaza de parar y bloquear las carreteras en sus puntos neurálgicos, por donde circulan los bienes y servicios que impulsan la dinámica nacional. Este conflicto, sobre cómo usar los recursos públicos para impulsar la economía, es clave entre la nueva visión del país que votó por Andrés Manuel y la visión atrasada que nos llevó a depender del coloso del norte, que hoy nos tiene atorados, sin poder crecer.

En el debate presidencial entre Cárdenas, Fernández de Cevallos y Ernesto Zedillo, quedó muy clara la estrategia que seguiría el Gobierno de aquel entonces; palabras más palabras menos, se señaló que el Gobierno apoyaría a las empresas, y éstas a su vez apoyarían a sus trabajadores y al resto de la sociedad mexicana. EL RESULTADO DE ESTA POLÍTICA FUE LA MAYOR CORRUPCIÓN ENTRE GOBIERNO Y LOS INVERSIONISTAS Y LA MAYOR DESIGUALDAD SOCIAL JAMÁS ENFRENTADAS, Y CONTRA ESTA ESTRATEGIA VOTÓ LA MAYORÍA DE LA POBLACIÓN EN LAS ELECCIONES PASADAS.

La visión de AMLO es apoyar directamente a la población, porque una ciudadanía sobreviviente compra y vende masivamente y dinamiza la economía de abajo hacia arriba. Es claro que estas dos visiones van a estar en conflicto dialéctico hasta encontrar un punto de equilibrio que impulse al país a una nueva situación política, pero esta lucha de contrarios debe realizarse a través de vías que permitan llegar a buen puerto y no afecten más a la economía y a la sociedad.

Lo que más impresiona de esta violenta reacción y táctica de lucha que han usado los productores agropecuarios es que, como lo habíamos precisado, distinguidos personajes dentro del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador se han convertido en los dirigentes más activos de la oposición; con el discurso infantil de que “el presidente no está lo suficientemente informado”, se lanzan contra la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, y fundamentalmente contra uno de sus subsecretarios; esto dificulta más la búsqueda de una solución en beneficio de todos los sectores del campo y de una redistribución de los bienes y recursos que invierte el Gobierno en la producción primaria.

En circunstancias así lo único que nos queda esperar, y que la cordura los acompañe.

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