Por
Guadalupe Correa, Manuel Arellano* y Karime Arguilez**
El pasado 22
de julio se decretó la no vinculación a proceso de Irineo Mújica—cabeza visible
en México de la organización Pueblo Sin Fronteras (PSF)—rechazando así la
apelación de la Fiscalía General de la República. Mújica fue detenido y
encarcelado el pasado 5 de junio, acusado por el crimen de tráfico humano.
Según esta decisión, no hubo pruebas para acusar a esta persona que se dice
defensor de derechos humanos de personas migrantes. Esa misma semana, otro juez
declaró la suspensión provisional de la condena de Javier Duarte, exgobernador
de Veracruz, por los cargos de asociación delictuosa y lavado de dinero.
Lo anterior
nos recuerda a los casos emblemáticos de Raúl Salinas de Gortari y la Maestra
Elba Esther Gordillo, quienes fueron exonerados de todos los cargos que se les
imputaban y recibieron de vuelta todos los bienes que les habían sido
confiscados. El caso de Emilio Lozoya Austin, exdirector general de Petróleos
Mexicanos, podría tener un desenlace similar, considerando la experiencia en la
presente administración de la Cuarta Transformación (4T). En este sexenio
podríamos continuar presenciando arrestos espectaculares y, más tarde, la
liberación y exoneración de aquellos a quienes toda una carrera delictiva,
testimonios de víctimas y testigos clave, así como un historial bien
documentado, los delatan sin duda alguna.
Si
consideramos que México registra actualmente niveles de impunidad por delitos
generales de más del noventa y nueve por ciento de acuerdo con cálculos de la
UDLAP, esto no debería asombrarnos. Lo que sí sorprende, es que el ahora
presidente de México prometió, como uno de los puntos principales de su
campaña, combatir la corrupción y garantizar el acceso a la justicia a los más
desprotegidos. Se comprende a la perfección la importancia del debido proceso,
pero en algunos casos pareciera ser que los procesos mismos se encuentran
viciados de origen y los expedientes judiciales no se integran de forma
adecuada.
En la
aplicación mañosa del “debido proceso” y atendiendo a las fallas en las
investigaciones judiciales en México, se libera en múltiples ocasiones a los
verdaderos responsables de delitos graves. Estos delincuentes cuentan
aparentemente con una defensa adecuada y recursos de diversa índole (incluso de
alcance internacional) que les han permitido evadir la justicia y limpiar su
nombre y expediente criminal. El acceso a la llamada “justicia” en México en la
4T parece aplicar a los más listos y a los que más tienen, pero no a las
víctimas de delito más vulnerables—como son, por ejemplo, las personas
migrantes. Hablar de enriquecimiento ilícito, actos de corrupción extrema por
parte de servidores públicos, asociación delictuosa y lavado de dinero, nos
enfurece como sociedad y nos alienta a clamar justicia de todas las formas posibles.
Pero lo que más nos indigna y nos entristece es la violación flagrante a los
derechos humanos de los que menos tienen.
El caso de
los migrantes en México es un tema por demás delicado. Hemos dedicado los
últimos años de nuestras vidas a comprender el fenómeno migratorio, así como a
la protección, defensa y acompañamiento de migrantes. Documentamos con toda
puntualidad violaciones diversas a derechos humanos de personas migrantes que
transitan por México. En esta última labor, hemos documentado e investigado el
papel de PSF en la organización y “acompañamiento” (como ellos mismo refieren)
de las caravanas migrantes.
Dos de
nosotros, acompañamos, de principio a fin, a la “gran” caravana migrante que
comenzó en Honduras en octubre del año pasado. Fuimos testigos de la
manipulación y el fraude que se perpetraron en el marco de la movilización
masiva de migrantes centroamericanos hacia la frontera con Estados Unidos.
Asistimos a las asambleas que se llevaron a cabo en el estadio Jesús Martínez
Palillo en Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca. Ahí, escuchamos con toda
claridad las falsas promesas comunicadas a través de un megáfono por aquellos
que deseaban llevar a la caravana a Tijuana para continuar con un espectáculo
mediático y lograr un enfrentamiento con el Presidente de los Estados Unidos en
lo que parecía ser meramente una lucha por el poder político en el vecino país
del norte. Todo lo que pasó en esas asambleas fue grabado en audio y video por
muchos de los presentes. No existe manera alguna de desmentir lo que ahí
sucedió, ni lo que ahí se dijo.
Las
consecuencias de esa caravana (con sus falsas promesas) han sido por demás
nefastas para los migrantes y para aquellos que buscan asilo en los Estados
Unidos. La “crisis humanitaria en la frontera” que anticipaba Donald Trump al
inicio de su mandato y en su campaña electoral se hizo realidad. Esto le
permite al mandatario estadounidense endurecer sus políticas migratorias,
declarar una Emergencia Nacional, hacerse de recursos para construir su muro
fronterizo y forzar a México y Guatemala a aceptar acuerdos (de Tercer País)
que militarizan las rutas migratorias y contribuyen a la criminalización de la
migración irregular. Asimismo, muchas de las personas y familias enteras que
han sido alentadas (por PSF y sus aliados extranjeros operando en México) a
llegar a la frontera a través de estas migraciones en masa o buscando asilo han
quedado varados en ciudades peligrosísimas o retornados a espacios inseguros,
sin futuro ni esperanza.
En este
contexto, los tres autores de este texto hemos recopilado testimonios de
migrantes y otros defensores de derechos humanos (que se conducen de manera
ética) sobre el papel de algunos de los miembros de PSF en la organización de
caravanas y en su participación en actividades vinculadas al tráfico humano y
otras modalidades de crimen organizado. La fiscalía de Chiapas parecía tener
algunas de estas evidencias, pero los problemas en la integración del
expediente judicial permitieron finalmente la exoneración de dos alegados traficantes
de migrantes que se dicen ser defensores de derechos humanos. La evidencia
recopilada en últimas fechas nos dice lo contrario. Estamos hablando de
organizaciones y personas que contribuyen a la violación flagrante de los
derechos que ellos y ellas mismos(as) dicen defender.
Por todo lo
anterior, por toda la evidencia que existe (y se acumula), y por lo que muchos
hemos recopilado a lo largo de estos meses, nos sorprende la defensa que hacen
de PSF—y de sus principales aliados y representantes—algunas organizaciones de
la sociedad civil de gran renombre y prestigio a nivel nacional e
internacional. Nos alarma la campaña que han orquestado diversos actores en
defensa de estos pseudo-defensores. También sorprende la omisión que hacen ante
las denuncias de los propios migrantes contra PSF, sus directivos, socios y
voluntarios. Entendemos finalmente, que la impunidad y la protección a PSF por
parte del gobierno de la 4T obedece al desconocimiento de las malas prácticas
del grupo por parte del economista, hoy titular de Derechos Humanos de la
Secretaría de Gobernación.
Al hacer un
análisis de redes y financiamiento de los grupos en cuestión se detectan
vínculos claros de tipo financiero y político/electoral. Dichos vínculos nos
podrían hacer pensar que el supuesto trabajo humanitario de algunas
organizaciones disfraza una pelea política de grandes dimensiones que involucra
a poderosos grupos de interés. La batalla electoral que se avecina en los
Estados Unidos parece ser el centro de esta dinámica. Políticos, iglesias,
organizaciones filantrópicas y organizaciones de la sociedad civil forman parte
de una lucha en la que los migrantes están en el centro. Pero en esa lucha, los
migrantes no importan.
Irineo
Mújica de PSF, sus aliados y sus defensores han denunciado hostigamiento por
parte del gobierno mexicano y difamación por parte de otros defensores de
derechos humanos y académicos. La auto-victimización va por delante, y le
siguen la desinformación y la calumnia—apoyada por importantes recursos
financieros de origen no muy claro (pero rastreable al fin). Hace falta
documentar mejor los abusos por parte de quienes se han autodenominado
defensores de derechos humanos y que forman parte de una estrategia política y
geopolítica en la era moderna. Afortunadamente, hay varios actores que
actualmente trabajan en ello.
Cabe
destacar que el presente texto no es difamatorio pues está respaldado por
diversos testimonios y por nuestro derecho a la libre expresión, considerando
los nefastos resultados para la comunidad migrante de la caravanización de la
migración irregular y la incitación a la petición de asilo político en Estados
Unidos por parte de actores y organizaciones específicos (muchos de ellos,
extranjeros operando en México). Hay una gran diferencia entre delincuentes,
defensores y luchadores sociales.
Hacemos un
llamado al Presidente de México y a su gabinete para que terminen con la
impunidad y aseguren el acceso a la justicia de los más vulnerables, en este
caso, de nuestros hermanos migrantes. Se recomienda mantener abierto el
expediente de Irineo Mújica y continuar con las investigaciones respectivas
para comprender quién y por qué se está alentando la migración en masa que
desestabiliza a nuestra nación y contribuye a la violación de los derechos de las
personas migrantes. También es importante destacar la presencia de
estadounidenses que facilitan estos procesos desestabilizadores al alentar la
migración irregular con falsas promesas de asilo político. Es preciso que la
administración de López Obrador verifique la presencia y trabajo no autorizado
de organizaciones estadounidenses y grupos que operan en México con intereses
disfrazados de humanitarios, pero que son realmente políticos. Podríamos
empezar en la ciudad de Tijuana, Baja California.
Nota:
La
organización Front Line Defenders (con sede en Irlanda y vinculada a
organizaciones internacionales como Open Society Foundations y Al Jazeera)
anuncia una campaña denominada #DefendersBeyondWalls (con el Programa de
Asuntos Migratorios de la Universidad Inberoamericana, PRAMI y la Red Nacional
de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos Para Todos, RED
TDT) a través de la cual dará acompañamiento y defensoría a defensores de
migrantes, refugiados y de quienes buscan asilo, ante los supuestos ataques por
parte de las fuerzas estatales. Entre estos personajes se encuentran Irineo
Mújica de PSF y el hondureño Bartolo Fuentes. En Honduras, se dice que Fuentes,
dirigente del Partido Libre, es acusado por estar detrás de las caravanas, pero
él se defiende alegando que no se ha podido probar nada al respecto.
Front Line
Defenders dará a conocer próximamente un reporte sobre este tema también y
recientemente divulgaron una serie de videos con historias personales (no todas
consistentes ni verificables) de aquellos a los cuales defienden. Sería
importante que organizaciones de este tipo y sus donantes analicen con
responsabilidad, con ética y sin agendas políticas, las consecuencias del
trabajo y la trayectoria de algunos de los personajes a los cuales protegen y a
los que llaman “defensores de derechos humanos”. Si hay alguna duda sobre lo
que es el verdadero trabajo humanitario, recomendamos a organizaciones como
Front Line Defenders, sus socios y donantes, leer el libro titulado “La Creación
de Fronteras Compasivas: Una Ética Migratoria” (Creating Humane Borders: A
Migration Ethic) que escribió nuestro amigo el Reverendo Robin Hoover para no
equivocarse. El prestigio y la calidad moral de estas organizaciones, y más
importante aún: la vida y los derechos de los migrantes están de por medio. No
es honesto lucrar políticamente con las vidas humanas de los más indefensos.
* Manuel
Arellano es abogado parlamentario, con maestría en estrategias y prácticas
anticorrupción y maestría en democracia y parlamento por la Universidad de
Salamanca, España. Es además especialista en derechos humanos y se ha dedicado
a la defensoría de las personas migrantes por más de 12 años.
** Karime
Arguilez es ciudadana y abogada dedicada a la defensoría de los derechos
humanos. Es colaboradora desde hace años del padre Alejandro Solalinde en la
protección, defensa y acompañamiento de migrantes.
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