Javier Risco.
Hoy regreso
después de una ausencia de semana y media. Un día antes de irme entrevisté al
ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, político que ha vivido en primera persona la
consolidación de una verdadera democracia participativa en este país. Podemos
hablar de varios políticos beneficiados, de partidos de derecha y de izquierda
que gozaron incluso de un órgano electoral autónomo, de esos que empezaron a
ganar votaciones al régimen dominante, pero cuando hablamos de la génesis y de
la lucha por la democracia mexicana moderna, hay que dedicarle un capítulo a
Cárdenas sin discusión. Hablé con él con motivo del disparate ocurrido en Baja
California (yo lo llamé “El Escándalo” el 10 de julio pasado), el ingeniero fue
contundente: “Constituye un atropello a la ley, al sentido común, a la voluntad
que se expresó en la elección local del 1 de julio (…) nos están diciendo que
es por el bien del pueblo de Baja California, que es por el bien del estado y
eso me parece que sí ofende y ofende la inteligencia”. Cárdenas decía que se
había hecho en lo oscurito, fue tal vez de las primeras voces trascendentes en
pronunciarse a través de redes sociales: “Aceptar esta prolongación de mandato
abre riesgos de mayores ilegalidades y atropellos al mandato democrático en
toda la República”.
En aquellos
días vi tal repudio de gran parte de la clase política, de los medios y de la
población en general, que juré que se convertiría en una anécdota digna de
película tragicómica; diputados y senadores federales se pronunciarían en
contra, el Presidente diría que es una tontería monumental, renunciarían los
diputados involucrados y el gobernador señalaría que fue una ocurrencia
legislativa y ya, al olvido la idiotez de inicios de este mes y lo que sigue...
pero no, regreso al país y me encuentro en la primera plana de uno de los
medios de circulación nacional con: “En una sesión exprés, secreta y a más de
200 kilómetros de su sede oficial en Mexicali, los diputados de BC consumaron
ayer el ‘regalazo’ para el Gobernador electo de Morena, Jaime Bonilla (...) con
la presencia de 18 diputados, se declaró la procedencia de una reforma a la
Constitución local que amplía de dos a cinco años el periodo de Bonilla”.
Es una
locura sin precedentes y nada ni nadie la detiene. El Presidente ha dicho que
no se le culpe a él, pide que no se le involucre porque buscan “echarme la
culpa de todo”; insiste que no tuvo nada que ver; Olga Sánchez Cordero,
secretaria de Gobernación, también se ha hecho a un lado al señalar que es
inconstitucional, pero lo respeta. ¿De verdad, qué nos está sucediendo? ¿Cómo
algo tan evidentemente ilegal puede avanzar a paso firme y en la impunidad?
¿Será posible que un gobernador cambie su periodo de mandato, que lo lleve de
dos a cinco años o después a diez o quince, o que de pronto el Congreso lo
reduzca? La puerta que se sigue abriendo es insólita, y todo indica que
sucederá el fraude electoral más increíble de la historia de este país. Si
López Obrador se había sentido traicionado por las instituciones en 2006, no
quiero imaginar qué siente de lo sucedido en Baja California.
“Nunca hice
campaña para ser gobernador por dos años”, fue el argumento que ayer le dijo
Bonilla al periodista Enrique Hernández Alcázar; tampoco para cinco podríamos
revirar, pero de verdad ni siquiera vale la pena contestar ante la pobreza
argumentativa del nuevo gobernador. Así, con ese nivel se enfila para pasar a
la historia, no importa si como precedente o como hecho aislado, insisto es y
será insólito.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.