Por Irving
Huerta.
Registros oficiales e imágenes del autobús
Estrella Roja 3278, llamado el quinto autobús en la desaparición de los
normalistas de Ayotzinapa, contradicen una de las hipótesis del Grupo
Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de que éste habría sido
modificado para encubrir el móvil de los ataques y a los responsables de los
hechos que dejaron más de 180 víctimas, entre ellas 5 personas muertas, varios
heridos de bala y 43 estudiantes desaparecidos de manera forzada.
El autobús
Estrella Roja 3278 ha mantenido las mismas placas, el mismo número de serie y
el mismo número económico al menos desde enero de 2013, más de un año antes de
la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Esto debilita las
sospechas del GIEI— alimentadas por varias irregularidades en las primeras
pesquisas de la Procuraduría General de la República (PGR)— de que ese vehículo
habría sido modificado para encubrir a los responsables por estar cargado con
droga o dinero del narcotráfico.
El 26 de
septiembre de 2014, estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa
llegaron a la ciudad de Iguala, Guerrero, para tomar autobuses. Llegaron en dos
autobuses Estrella de Oro que ya tenían en su poder. Lograron tomar uno más en
las afueras de la ciudad, pero el chofer les dijo que primero tenía que dejar a
los pasajeros en la terminal de autobuses. Al llegar allí, el chofer se negó a
llevarlos por lo que los estudiantes pidieron refuerzos a sus compañeros que se
habían quedado a las afueras de Iguala, quienes llegaron alrededor de las 9:00
de la noche.
Aunque
finalmente no pudieron llevarse el autobús con el chofer que les había
prometido acompañarlos, una vez en la terminal pudieron llevarse otros tres
autobuses. Los normalistas intentaron salir del centro de Iguala en 5
autobuses: los dos Estrella de Oro que ya llevaban desde que partieron de la
escuela, más otros dos autobuses de la compañía Costa Line y uno más de la
empresa Estrella Roja. Este último, el Estrella Roja 3278, sería el que
levantaría las sospechas del GIEI como uno de los posibles móviles de los
hechos de aquella noche.
En abril de
2015, frente al desaseo de las investigaciones de la PGR, el GIEI presentó su
primer informe como grupo independiente con observaciones e hipótesis. Una de
las más sobresalientes era la posibilidad de que uno de los autobuses hubiera
estado cargado con droga o dinero del narco, lo que explicaría la mecánica de
los hechos.
Entre las
cosas que el GIEI argumentó para sostener esa hipótesis estaba el hecho de que
el autobús Estrella Roja 3278 fue omitido en la primera etapa de las
investigaciones. Y que fue el único autobús tomado por los normalistas que no
había sido atacado, sino que incluso se le dio paso libre y hasta fue escoltado
por la Policía Federal hasta una caseta de cobro cercana. El GIEI también
aludió a las contradicciones en las declaraciones del chofer, a las versiones
de la propia empresa y a la existencia de casos penales en Estados Unidos
relacionados con el uso de autobuses de pasajeros para propósitos criminales en
Iguala.
Por ello el
GIEI pidió a la PGR analizar cinco autobuses en búsqueda de más indicios. Pero
estos elementos levantaron más dudas por parte de los integrantes del GIEI,
pues el llamado quinto autobús que se llevó para ser analizado tenía
diferencias con el que fue captado por las cámaras de seguridad aquella noche.
Esas
diferencias fueron: 1) el patrón de las calcomanías en una de las ventanillas
era distinto; 2) el tablero en la parte del frente ahora tenía una
protuberancia que no se veía en los videos de seguridad; y 3) las vestiduras de
los asientos de los pasajeros eran de un color diferente.
En esta
investigación se presentan nuevas evidencias que ponen en duda la hipótesis de
que el autobús 3278 fue cambiado para descarrilar las investigaciones del GIEI.
Los
registros históricos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT)
indican que el autobús en cuestión ha mantenido el mismo número de serie y
número de placas. Según una base de datos del año 2007, estas placas
corresponden con el de un autobús Volvo con número serie “3CER2E71115009050”.
Este es el mismo número de serie que la PGR tiene en el expediente del Caso
Ayotzinapa.
Otras
evidencias de que el autobús no ha sido modificado son imágenes tomadas antes
de los hechos en Iguala. Con fotografías y videos del autobús 3278, subidas en
2013 a cuentas de Youtube y de Facebook de aficionados a los autobuses, es
posible establecer que las placas (468-HP-9) y el número económico (3278) son
las mismas que registró la PGR en su investigación de 2015.
Las fechas en las que los aficionados de
autobuses publicaron esas imágenes en internet fueron: enero 2013 y julio 2013,
más de un año antes de la desaparición de los normalistas.
Estas
imágenes muestran que las calcomanías cambian de lugar con regularidad y que,
en ese entonces, el autobús no tenía una protuberancia en el tablero, que sería
un dispositivo de telepeaje colocado después de los ataques.
Las
diferencias que encontró el GIEI pueden explicarse de la siguiente manera:
1.- La
protuberancia que se encontró en el tablero es un dispositivo de telepeaje o
Identificador Automático de Vehículos (IAVE). Este fue registrado el tres de
marzo de 2015, casi seis meses después de que los normalistas tomaron este
autobús, de acuerdo con información de Caminos y Puentes Federales (Capufe) y
que es parte del expediente hecho público por la PGR. Por eso ese dispositivo
no aparecía en las imágenes de 2014.
2.-Las
calcomanías en la ventanilla se cambian cada seis meses en los autobuses de
pasajeros, de acuerdo con choferes de autobuses consultados y que están
familiarizados con ese proceso.
3.- Con
respecto a los asientos no hay información que explique por qué el color de la
vestidura es distinto. No obstante, este elemento se puede modificar con más
facilidad que los otros elementos.
A pesar de
estas evidencias, la hipótesis del cargamento de droga no está descartada por
completo. Otro de los autobuses de aquella noche sí cambió de número económico
y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ha insistido en que este
autobús nunca se analizó.
La hipótesis
de que los estudiantes de Ayotzinapa tomaron un autobús con un cargamento
relacionado con la droga ha sido retomada por investigaciones oficiales y
periodísticas. Una de ellas fue la del diario Reforma (12/abril/2018), que
reveló una serie de mensajes telefónicos entre presuntos miembros de
organizaciones criminales y sus pares en Chicago, Estados Unidos, en los que se
mencionaban los hechos de aquella noche y en los que se discutían estrategias
para desacreditar a las autoridades mexicanas.
El 30 de
noviembre de 2018, la CNDH presentó sus conclusiones sobre el “Caso Iguala”, en
las que apunta que una de las principales hipótesis que debe seguir la
investigación es la existencia de un sexto autobús que nunca habría sido
analizado: el de número económico 2513, que fue el que tomaron los normalistas
a las afueras de Iguala y cuyo chofer se negó a mover de la terminal.
Pero la CNDH
entrelazó la hipótesis de que el autobús 2513 habría detonado los eventos de
esa noche con la sospecha de que el crimen organizado infiltró al grupo de
estudiantes, o que los había identificado como enemigos. Sin embargo, los
vínculos de estudiantes con el narcotráfico no quedan suficientemente
establecidos por la CNDH, además de que están basados en testimonios obtenidos
bajo tortura, como lo señaló una investigación de Animal Político.
A pesar de
que existe una conexión entre organizaciones criminales en Iguala con el
tráfico de drogas en Chicago, esta investigación ha querido demostrar que
todavía no se puede probar que un cargamento ilícito estuvo en el Estrella Roja
3278, ni que este autobús hubiera sido modificado durante el proceso de la
investigación para encubrir a los responsables. Pero aún queda por responder
por qué la PGR omitió la existencia de este autobús en sus acusaciones
iniciales y por qué el chofer y la empresa en cuestión brindaron explicaciones
contradictorias sobre el trayecto de este autobús la noche de los hechos.
* El texto
anterior está basado en una investigación de Forensic Architecture
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