Enrique
Quintana.
Estábamos en
1918, hace 102 años. Y apareció un virus que propiciaba una enfermedad
respiratoria que luego se conoció como “influenza española”.
Se trata de
lo que los expertos señalan como la peor pandemia que haya sufrido la humanidad
hasta ahora. Las estimaciones indican que se contagió aproximadamente un tercio
de la población del mundo y que fallecieron a causa de este mal al menos 50
millones de personas.
Hace muy
pocos días, Bill Gates, fundador de Microsoft, publicó un artículo en el New
England of Journal of Medicine, ¿titulado Responding to Covid-19 —A
Once-in-a-Century Pandemic?
Gates hace
la analogía con la experiencia de 1918, y se pregunta si el Covid-19 no es el
equivalente al virus de la llamada “influenza española”, que va a marcar este
siglo.
Uno sabe que
Gates no tiene ocurrencias. Puede equivocarse, no es médico, pero es uno de los
mayores donadores –si no es que el más grande del mundo– a instituciones que
están estudiando desde hace años los riesgos de una nueva pandemia como la de
1918.
¿Por qué
piensa Gates que podemos estar ante una pandemia de las que ocurren una vez
cada 100 años?
1.-A
diferencia de otras enfermedades, el Covid-19 puede matar a adultos sanos, con
una tasa de fatalidad mucho más alta que el promedio de la influenza, como en
1918. En su artículo, Gates maneja un conservador 1 por ciento como tasa de
letalidad general. Las cifras de la OMS, hasta ayer por la tarde, indican una
tasa de 3.4 por ciento. La cifra de Gates parece muy sensata, porque existe el
consenso entre las autoridades de salud de todo el mundo que hay un subregistro
gigantesco de personas infectadas que no son reportadas, lo que bajaría el
porcentaje de letalidad. En cualquier caso, estaría muchas veces por arriba del
0.1 por ciento de la tasa de letalidad de la influenza estacional.
2.-El Covid-19
es altamente transmisible. El enfermo del nuevo coronavirus trasmite la
enfermedad en promedio a tres personas, una cifra que multiplica 10 veces la
del SARS. Lo peor del caso es que una cantidad aún no precisada de los
portadores del virus son asintomáticos. Ellos quizás no tengan ningún problema
y su sistema inmune venza al virus, pero pueden contagiar a otros que no tengan
esa suerte.
3.-Hasta
ahora no hay ningún medicamento ni ninguna vacuna que evite o cure la infección
del Covid-19. Olvídese de todas las referencias. Es charlatanería, aunque los
argumentos parezcan científicos. La vacuna podría estar en un año y su
producción, en el mejor de los casos, en dos.
Bajo esta
lógica, podríamos tener cientos de millones de contagiados en los siguientes
meses y cientos de miles de muertos a consecuencia de la enfermedad, que
podrían llegar a muchos millones.
Si se
reprodujeran los parámetros de la influenza española, estaríamos hablado de 2
mil 300 millones de personas contagiadas y con la conservadora tasa de
letalidad del 1 por ciento, de 23 millones de personas fallecidas en este mismo
año.
Le comento
lo que hay que esperar en México.
Los
modelos matemáticos que se usan para proyectar los casos indican –según fuentes
confiables– que las cifras “estallarán” hacia la última semana de marzo.
Esto será
resultado tanto de la difusión natural del virus como de la facilidad para
hacer las pruebas e identificar los casos, pues se ha estado subestimando el
contagio.
En el
mejor de los casos, México tendrá cientos de muertos y quizás decenas de miles
de casos. La clave es que no vaya a pasar esto en pocos meses porque sería el
desastre para la infraestructura médica.
Supongo
que todo esto, que es del ABC de la epidemología, ya se lo explicaron al
presidente López Obrador. En el camino, habrá que cancelar juegos de futbol,
conciertos, marchas y demás. La vida nos va a cambiar, al menos temporalmente.
No es un
tema político. Se trata de un tema médico.
El tema de
las mujeres, que tantos reflectores ha atraído, será un asunto muy menor
respecto a lo que puede significar el coronavirus. Imagínese.
Es tiempo de
que se empiece a escuchar a la ciencia, aunque no guste lo que diga.
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