Salvador
Camarena.
La
transparencia en México vive horas sombría. Pero este problema ni es nuevo, ni
comenzó con la actual administración.
Aunque sí es
fácil detectar señales de agravamiento durante el actual gobierno: archivos de
instancias oficiales sufren incendios peculiares (Conagua), o de repente
hackean a una institución y de todo lo que ahí se hace pues ya no te informan.
Es notorio el aumento de solicitudes denegadas por “seguridad nacional”. Y del
bloqueo oficial a expedientes del Archivo General de la Nación, ni hablamos.
Esta
situación también se vive en el Poder Judicial, o para ser más claros, en los
poderes judiciales. En 2015, la organización EQUIS Justicia para las Mujeres,
denunció que ninguna de las 32 entidades federativas cumplía con el principio
de máxima transparencia cuando se le solicitaban versiones públicas de las
sentencias judiciales.
Como dice la
especialista Ana Pecova en este artículo (https://equis.org.mx/wp-content/uploads/2018/02/Informe_Transparencia_Sentencias.pdf),
para 2017 la situación se había tornado aún más grave. Una nueva ley de
transparencia dejó a las entidades la facultad de incorporar un criterio
bastante gelatinoso, que permite a los funcionarios decidir cuándo sí y cuándo
dan a conocer una sentencia. Las autoridades ponderarán entregar un expediente
con base en si es de “interés público”.
La gravedad
de esa condición Pecova la subraya así: “Un viejo dicho establece que ‘el juez
habla a través de sus sentencias’. Mientras la labor judicial se lleve a cabo
dentro de un cuarto oscuro, cuyos muros obstaculizan la mirada de la
ciudadanía, nuestras juezas y jueces no le hablan a nadie”. Y menos que a
nadie, a las víctimas de los delitos.
En marzo del
año pasado, la reportera Valeria Durán solicitó a las 32 entidades federativas
las versiones públicas de las sentencias de absolución de presuntos feminicidas
durante el sexenio anterior.
Valeria no
pedía mucho: en tiempos de Peña Nieto, hubo en los estados 105 absoluciones de
ese tipo.
Lo que la
reportera pretendía era conocer, para divulgar, cómo y por qué se absuelve a
presuntos feminicidas. Luego de cientos de solicitudes de información, Valeria
consiguió que le entregaran menos de 20 por ciento de esos expedientes: 18
sentencias absolutorias.
México se
encuentra buscando explicaciones a la violencia en contra de las mujeres y a
las condiciones de desigualdad que las oprimen cotidianamente. El resultado
obtenido por la reportera parecería, a primera vista, insuficiente para aportar
algo a esa búsqueda. Pero no es así. Porque al revisar las sentencias obtenidas
surge algo nítido: la impunidad que gozan los asesinos de mujeres no es
casualidad, ni mucho menos excepcional. Es sistémica.
A partir de
esos expedientes, se revela que todas las liberaciones ocurrieron por “fallas”
de “debido proceso”, y no por “dudas razonables” sobre la inocencia del
inculpado.
Como lo
decía ayer Valeria en la entrada de su reportaje: “El auto en el que una mujer
fue asesinada por su pareja pasó tres años en un corralón de la Fiscalía
mexiquense sin que se tomaran huellas, muestras de sangre o de ADN. Los videos
de las cámaras de seguridad del motel donde otra mujer fue violada y asesinada
pasaron por varias manos antes de llegar a la Policía, y por ello fueron
invalidados como prueba. Un feminicida confeso fue retenido demasiadas horas
por la Policía, por lo que el juez anuló la confesión en la que ese hombre
reconocía el asesinato de una mujer”.
Ella apunta
que, sin embargo, en todas las carpetas de esos casos hay “indicios,
evidencias, testimonios, videos, objetos, vehículos, escenas del crimen,
dictámenes periciales y elementos que, de haberse procurado correctamente,
habrían bastado para que las víctimas de esos feminicidios tuvieran justicia,
en vez de la sentencia de absolución de quienes dieron muerte a esa mujeres”.
https://contralacorrupcion.mx/feminicidas-libres/
La conclusión,
expone el trabajo de Valeria, es que los feminicidios son delitos cometidos por
un sistema. Todo los poderes judiciales estatales, y las fiscalías que arman
(es un decir) los expedientes, parecen actuar bajo la premisa de para qué
investigar y sancionar el asesinato de otra mujer. Incluso en los casos en que
ha sido detenido un sospechoso y existen testigos o videos que le incriminan.
A ellas las
matan, a ellos los sueltan, y el sistema tan campante. Y encima, esos poderes
judiciales se niega a mostrar las sentencias que nos ayudarían a entender su
aberrante proceder.
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