Raymundo
Riva Palacio.
Arranca hoy
el retorno a la llamada nueva normalidad. ¿Cómo será? Así: con 31 de 32
entidades con un semáforo de alto riesgo por el número de contagios de
Covid-19, y cifras crecientes de transmisión y muertes. Con un incremento de
los contagios moderados y acelerados en 53 por ciento de las principales
ciudades del país. Un aumento sustantivo en la movilidad, que pareció romper la
barrera sicológica del distanciamiento por razones de salud, desde el 10 de
mayo, pero cuya situación se volvió grotesca el fin de semana, al organizarse
fiestas en casas, en algunas de las cuales, incluso funcionarios federales
presumieron sus festejos con fotografías en WhattsApp.
En estos
momentos son irrelevantes los galimatías del gobierno sobre el aplanamiento de
la curva epidemiológica y la dominación de la pandemia. Las declaraciones del
presidente Andrés Manuel López Obrador y el justificador de sus acciones
políticas, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, lograron lo que dicen
querer impedir: que el fin de la sana distancia sea tomado como un banderazo de
salida para que la gente regrese a su vida normal. No hay claridad, porque no
supieron comunicarlo, que el final de la Jornada de Sana Distancia no significa
dejar de aplicar el distanciamiento social y mantener las medidas de prevención
sanitarias.
El
Presidente está en su Palacio y el subsecretario frente al espejo, tratando de
conciliar sus hechos con sus dichos. ¿Se habrán asomado a las calles el fin de
semana? El sábado hubo una marcha contra el Presidente, con cientos de autos
manifestándose en varias ciudades. Pudo ser un posicionamiento político muy
visible, pero es un botón de muestra de que la emergencia sanitaria quedó atrás
para muchos. La movilidad, se le olvida a la gente, es lo que acelera el contagio.
La alcaldía
Cuauhtémoc, donde se asienta el Palacio Nacional, incrementó 14 por ciento su
movilidad el viernes, convirtiéndose en la demarcación peor portada de la
Ciudad de México, de acuerdo con los reportes de la Fundación Mexicana para la
Salud. En la zona metropolitana de Guadalajara la movilidad se incrementó 22
por ciento. En Monterrey, según encuestas en la prensa, 66 por ciento de los
negocios se adelantó a la apertura. Y en Zacatecas y El Bajío la movilidad
llegó a 42 por ciento.
¿Se habrán asomado
a los supermercados en la Ciudad de México? Varios estuvieron llenos, con
dependientes y clientes ignorando las medidas de seguridad. En una de las
cadenas, cuando en la puerta le hicieron el alto a una pareja e indicaron que
sólo una persona podría pasar, una de las consumidoras respondió: “¿Por qué?
¿Qué no sabe que ya se acabó la sana distancia?”. En una veterinaria, cuando le
pidieron a una persona que dejara a su acompañante afuera por razones de
prevención, increpó molesto: “¿Qué no vio que el Presidente ya dijo que se
acabó el coronavirus?”.
López
Obrador no ha dicho eso, pero con su fraseo de las cosas, ha dejado en muchos
esa impresión. El comparsa presidencial del subsecretario, lleno de
estadísticas y curvas epidemiológicas confusas y declaraciones contradictorias,
ha sumado al ánimo festivo de la gente que piensa que hoy es el gran día para
recuperar el tiempo perdido. La Ciudad de México –junto con Guerrero–, es donde
la gente se ha cuidado más, pero es tan grande la zona metropolitana capitalina,
que pese a que el 68 por ciento de sus habitantes estén conscientes de la
necesidad de mantener la sana distancia y las medidas sanitarias de prevención,
de acuerdo con Fundación Mexicana para la Salud, no impide que el contagio se
acelere. “¿Qué puedo hacer?”, respondió el gerente de una tienda de
autoservicio cuando una clienta observó que sus empleados tenían el cubre bocas
en el cuello y comían codo con codo. “¿Ya les dije pero vea, tenemos mucho
trabajo”.
El Covid-19
va en aumento en 44 ciudades, en 19 se mantiene y sólo en una de cada cinco va
en descenso, de acuerdo con el mapa de Eje Central. Los números son
desalentadores. El sábado, México pasó a Bélgica como el país de mayor número
de muertes por la pandemia, y se situó en el número 15 de contagios, cerca de
rebasar a Canadá, según el rastreador de la Universidad Johns Hopkins. Parecen
décadas cuando López Obrador tomaba como ejemplo a Alemania y Bélgica para
afirmar que las cosas se habían hecho tan bien en México, que ahí estaban esos
dos países para comparar números.
Por una
razón no explicada, México es el único país que con contagios al alza decidió
reiniciar gradualmente sus actividades. No hay prudencia en el Presidente ni
consejo responsable del subsecretario. López Obrador viajó a Cancún, para dar
el banderazo de salida a las primeras obras del Tren Maya. Le urgía reiniciar
su campaña electoral permanente, con una acción absolutamente prescindible.
López-Gatell avaló la acción incluso antes de que se pusiera a revisión para determinar
si era recomendable o no. La politiquería sobre la salud. No es extraño
entonces que la gente vea en su líder la guía para lanzarse a las calles.
La confusión
generada por este par de funcionarios, arropados por el silencio abnegado del
gabinete y el staff presidencial, se refleja en las calles y, esperamos todos,
sólo se quede ahí, en una irresponsabilidad política, y no en un repunte de
casos y muertes, ante la eventual aceleración de la enfermedad que produce la
movilidad y la prisa social por cancelar las medidas preventivas. Pese al
incremento en la movilidad, todavía hay una mayoría de personas que sienten que
aún no es tiempo para descuidarse, ni tampoco el momento para besarse y
abrazarse ha llegado. Sin embargo, el sol presidencial dice adelante, que él ya
salió y deja entrever que marchen todos hacia la nueva normalidad. Dios nos
agarre confesados.
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