Jorge Zepeda
Patterson.
Quizá no son
mayoría, pero cómo se notan. Según las encuestas alrededor de 60 por ciento
de los mexicanos apoyan la gestión de Andrés Manuel López Obrador, lo cual
dejaría en minoría a los que no lo quieren. Pero parecen legión. Los
adversarios del presidente se las arreglan para llenar los espacios mediáticos,
las charlas de sobremesa, las redes sociales, la conversación pública. A donde
vayamos encontramos memes desdeñosos, criticas despiadadas, quejas
desesperadas. Ni siquiera el Presidente puede sustraerse al flujo adverso, a
juzgar por el recuento de daños que hace cada mañanera sobre las fechorías de
sus adversarios.
Pero
haríamos muy mal en meter en una misma baza a todos los que le guardan encono a
la 4T. El campo antilopezobradorista es un jardín en el que florecen toda
suerte de especies y subespecies; algunas elegantes y atractivas, otras duras y
espinosas, más de una venenosa. Con ánimo taxidermista me permito una modesta
exploración de tan abundante variedad, entendiendo que muchas de ellas se
mezclan, comparten ADN, proceden de raíces similares. A saber:
Los
Vergonzantes. Todos aquellos que sienten pena ajena por tener un presidente
tan poco presentable en sociedad (es decir, en su sociedad). No habla
inglés, se come las eses, se viste en Milano no en Milán, es provinciano y,
peor aún, lo parece. No son los más politizados, ni necesitan serlo. Diez
minutos de escuchar al mandatario es todo lo que requieren para odiarlo.
Los
Pragmáticos. Estos son quizá los más poderosos. Aquí no hay odio personal,
solo una lucha despiadada por el poder económico; el gran capital no tiene
inclinaciones personales, amigos o enemigos, tiene intereses, y asumen que con
la 4T algunos de ellos están en riesgo. Combaten al presidente por temor a
políticas públicas que puedan afectar a sus empresas, dineros y privilegios.
Sin embargo, suelen operar por debajo de la mesa y no se confrontan
directamente para no poner en riesgo sus negocios (más de uno forma parte de su
Consejo de Empresarios).
Los Enemigos
Profesionales. Los rivales políticos de AMLO tienen muchas razones para
combatirlo; se trata del rival más poderoso que hayan enfrentado en su vida. En
muchos sentidos el poder es un juego de suma cero: lo que gana uno lo pierde el
otro. El partido del presidente ha desplazado al PRI, al PAN y al PRD no solo
de la silla presidencial sino también de la mayor parte de los escaños y
curules, de algunas gubernaturas y de muchas presidencias municipales. Y, como
es bien sabido, el peor de los pecados de un político es vivir fuera del
presupuesto. Es explicable que los Calderon, los Javier Lozano, los Fox y
Manlio Fabios no duerman pensando maneras de descarrilar al tren morenista.
Los
Golpeados. Se trata de rivales conversos; no nacieron en el jardín de los
Capuleto pero emigraron allí como resultado de decisiones adversas del gobierno
de la 4T: profesionales y contratistas vinculados a proyectos cancelados, ex
beneficiarios del subsidio a las guarderías, proveedores del gobierno de Peña
Nieto y sus empleados, becarios, consultores desplazados, funcionarios con
sueldos degradados. Todos los que han perdido algo concreto y sustantivo por el
advenimiento del nuevo régimen.
Los Anonadados.
Intelectuales, comentaristas, conductores de medios, asesores financieros,
gestores de relaciones públicas. Grupos profesionales que sin importar el
régimen siempre habían sido consultados, escuchados, mimados y financiados por
el poder aun sin pertenecer a él. Un grupo profesional variopinto que tenía
convencidos a los políticos de que sus servicios eran indispensables para
manejar la opinión pública, para gestionar los intereses de México en
Washington y sus esotéricos pasillos, para llevar las relaciones públicas con
la élite mundial y financiera. Mandarines de diversas cúpulas intelectuales y
profesionales que aun no se reponen de la sorpresa de que ni el presidente ni
los suyos parecen necesitarlos.
Los
Desengañados. Estos también cambiaron de casaca. Quizá nunca admiraron al
tabasqueño, pero eran empáticos con las propuestas de cambio y de crítica a un
orden corrupto y agotado en el que ya no creían. Pero el presidente que llegó a
Palacio les resultó muy distinto al que habían construido en sus buenos deseos
de cambio. Poco a poco han comprado los argumentos de todos aquellos que lo
encuentran rijoso, arrebatado, inexperto y crecientemente peligroso. Algunos de
estos conversos terminan siendo rivales vehementes; como todo divorciado sabe,
en no pocos casos el desencanto suele provocar un agudo resentimiento.
Los
Reactivos. Aquellos que ni la debían ni la temían; no eran opuestos a la 4T
y algunos incluso la veían con buenos ojos, pero han terminado por sentirse
ofendidos por actitudes del presidente en contra de las causas que profesan y
las tareas de las que se ocupan: feministas, periodistas, ecologistas, médicos,
artistas, científicos que han reaccionado a lo que consideran disposiciones
adversas, agresiones verbales innecesarias y hostilidad presidencial.
Los
Despistados. Son antilopezobradoristas en su mayoría apolíticos y poco
informados, pero carne de cañón de redes sociales y sedimento de cualquier
teoría complotista que pase ante sus ojos. Convencidos de que todo meme es
información, regurgitan likes y reenvíos indignados a todo lo que muestre la
maldad o la estulticia del presidente (aunque no conozcan la palabra).
Los
Fatigados. Tenían alguna opinión, pero hace tiempo decidieron que no valía
la pena sostenerla. Son aquellos que flotan en ambientes familiares, sociales o
profesionales adversos a López Obrador y, de plano, han terminado por
mimetizarse con su entorno y llevar la corriente para evitarse problemas.
Los de
Closet. Una versión de la anterior, pero en el bando contrario. Trabajan en
el gobierno o se benefician de alguna manera de la 4T pero en su fueron interno
AMLO les provoca urticaria… se la aguantan: la panza es primero.
Los
Cruzados. Enemigos ideológicos de la izquierda. Todos aquellos que
desconfían de banderas justicieras porque asumen que alienta una agenda
socialista, estatista y contraria al mercado, la democracia y la libre empresa.
Creen un deber patriótico oponerse al que, están convencidos, es un peligro
para México.
Esta es mi
clasificación, pero estoy dispuesto a revisarla. ¿Califica usted en alguna
categoría? ¿En varias? ¿Percibe otra?
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