Adela Navarro Bello.
El final del año 2020 no se vislumbra nada bien para México.
Si la situación continua como hasta ahora, de acuerdo a una análisis de
Citibanamex, la economía mexicana habrá padecido una caída de 8.4 por ciento
para diciembre de este año.
En relación a la inseguridad, con un promedio mensual a mayo
de 2 mil 922 homicidios dolosos, para diciembre de 2020 se contabilizarán más
de 35 mil muertes violentas en la República Mexicana, con lo que se superarían
los 34 mil 582 asesinatos registrados en el País en el año 2019, los mismos que
superaron los registrados en 2018, 33 mil 743.
La inseguridad, si tomamos en cuenta el parámetro de
violencia que representan los homicidios dolosos, y de acuerdo a las cifras
oficiales generadas por el Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad
Pública, va en incremento, al tiempo que la economía va en decremento.
Pero los temas de la economía y el de la inseguridad, no son
dos que estén en la agenda pública del Presidente. Cuando los aborda, más que
ideas, proyectos, acciones, operativos, planes a seguir, critica lo que se hizo
en el pasado, particularmente la corrupción, la que por cierto no ha
perseguido, pues por ejemplo el Presidente con más sospechas de corrupción,
Enrique Peña Nieto, sigue en la impunidad como la mayoría de quienes fueron sus
colaboradores, salvo excepciones como la de Rosario Robles Berlanga, quien
también fue colaboradora del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
El narcotráfico, un tema en el que en campaña sugirió una
amnistía, y en el poder dijo que cambiarían el modelo de ir tras los grandes
capos y recomendó a los padres y abuelos de los criminales hablar con ellos, no
suele ser un tema recurrente en sus presentaciones, lo fue por ejemplo cuando
el fallido operativo que resultó en la liberación de uno de los hijos de
Joaquín Guzmán en octubre de 2019. Durante varios días el Presidente dedicó su
conferencia diaria para intentar explicar a los reporteros las razones de la
decisión de liberar al presunto criminal, pero fue hasta hace unos días que
aclaró finalmente cuando reveló que él había dado la orden directa de liberar a
Ovidio Guzmán. Sus palabras fueron así: “Cuando se decidió, para no poner en
riesgo a la población, para que no se afectaran civiles porque iban a perder la
vida, si no suspendíamos el operativo más de 200 personas inocentes en
Culiacán, y se tomó la decisión, yo ordené que se detuviera ese operativo y que
se dejara en libertad a este presunto delincuente”.
Pero aun en este contexto difícil de incremento en la inseguridad
y una caída en la economía, sumando la preocupante situación por la pandemia
del nuevo Coronavirus, uno de los temas favoritos del Presidente no tiene nada
que ver con los problemas actuales que enfrenta México, sino con el electoral.
Esta semana, una vez más arremetió contra el Instituto
Nacional Electoral, en miras a las elecciones del 2021, cuando se renovará la
Cámara de Diputados, 16 gubernaturas, 30 Congresos de los Estados, y cientos de
Ayuntamientos. El Presidente López Obrador acusó al INE de haber permitido
fraude en las elecciones anteriores al 2018; si se refería a las elecciones en
las que fue decretado perdedor en 2012 y en 2006, es errónea la afirmación,
pues en esas fechas el Instituto Nacional Electoral no existía. Fue creado en febrero
de 2014 después de una reforma electoral que dotó de mayor autonomía al órgano
ciudadano encargado del desarrollo de las elecciones en el País.
Ciertamente es a partir de 2014 cuando Lorenzo Córdova fue
electo presidente del Consejo General del INE, que se inició una nueva etapa en
la democracia mexicana. Con mejores instrumentos para garantizar los ejercicios
democráticos en México, fue precisamente con la conducción del INE en la
elección presidencial de 2018, que el Mandatario Nacional Andrés Manuel López
Obrador se convirtió en tal, luego de haber sido declarado ganador de la
elección con más de 30 millones de votos. Sin embargo para el ocupante del
Palacio Nacional, el INE sigue siendo el IFE, el Instituto que desarrolló las
elecciones en 2006 y en 2012, y que ya no existe.
Sobre el INE dijo el Presidente López Obrador: “Nosotros
triunfamos (en 2018) porque era imposible hacer un fraude, pero en las
elecciones anteriores, lo permitió. Un día vamos a presentar la estructura del
INE y lo que cuesta. Buscaremos reajustar las estructuras, que no haya
duplicidades”.
Amplió, “Vamos a estar pendientes para que no haya fraude
electoral. Me voy a convertir en guardián para que se respete la libertad de
los ciudadanos para elegir a sus autoridades. Ya sé que existe el INE, no me
voy a involucrar en eso, estoy obligado a denunciar si hay intentos de fraude,
como cualquier ciudadano”.
Pero también estaría, en su calidad de ciudadano, obligado a
denunciar la corrupción que tanto señaló durante el sexenio de Enrique Peña
Nieto y que fue parte importante de su estrategia de triunfo. Como de igual
forma debería denunciar la corrupción en las corporaciones policíacas, la
complicidad de las mismas con los criminales, y a los narcotraficantes que
laceran tanto a la sociedad mexicana no solo con la venta y distribución de
drogas en territorio nacional, sino a través de los homicidios dolosos, de los
secuestros.
El Consejero Presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello,
respondió a las declaraciones del Presidente, dijo lo que institucionalmente
está obligado a decir, que: “México ya tiene un guardián de las elecciones, un
organismo Constitucional autónomo que es garante de nuestra democracia”.
Por su parte el Consejero Ciro Murayama también aclaró en
relación a los dichos del Mandatario Nacional de querer convertirse en el
“guardián de las elecciones”:
“La Constitución señala: que las elecciones las realiza un
@INEMexico autónomo (Art. 41). Que los gobernantes deben abstenerse de influir
en los comicios (Art. 134). El INE ni es parte de la oposición, ni se alinea
con el gobierno: Es independiente y autónomo”.
Y una gran parte de la ciudadanía en redes sociales se unió
en campañas con las etiquetas #ConElINENo y #YoDefiendoAlINE para dar un
respaldo al órgano ciudadano y autónomo que ha realizado las elecciones desde
2014, incluida la del 2018 cuando López Obrador, después de dos intentos,
resultó triunfador del proceso electoral presidencial.
Así que teniendo un Instituto Nacional Electoral como el
actual, que ha garantizado la democracia, fiscalizado a los partidos,
transparentado las elecciones, quizá lo que a México le convendría es que el
Presidente Andrés Manuel López Obrador se convierta en el Guardián de la
Seguridad, y en el Guardián de la Economía de México, porque a diferencia de
los procesos democráticos, es en esos dos ejes donde de acuerdo a la
estadística oficial, el País va perdiendo terreno.
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