Jorge Zepeda Patterson.
Circula en redes sociales un meme que lo dice todo: un
doctor con tapabocas, presuntamente en el quirófano y a punto de intervenir a
un paciente, advierte “yo no soy cirujano, no sé nada de esto, se lo digo de
corazón”. Es decir, más o menos las mismas palabras que utilizó Luis Videgaray
al asumir el mando de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Encuentro algo de
república bananera el hecho de que se designe como Canciller a un hombre por el
simple mérito de tener amigos comunes con el yerno de Donald Trump.
Después de la actitud
hostil y grosera que mostró el entonces candidato republicano tras su visita a
México, a pesar de que Peña Nieto le dio un trato presidencial tan favorecedor
para su campaña, no estoy seguro de que repetir la dosis de hacerle al
Moctezuma y ponerle alfombra roja a este nuevo Hernán Cortés sea la mejor
estrategia para resistir a lo que se nos viene encima.
La tragedia reside en el hecho de que México enfrentará la
mayor amenaza de su historia reciente (la ofensiva de Trump) en los dos últimos
años de un gobierno sin liderazgo, que
hace rato agotó su capacidad para ofrecer respuestas viables a los problemas
del país.
La frase de Peña
Nieto para explicar el aumento en el precio de las gasolinas, “¿qué hubieran
hecho ustedes?” es como la del cirujano: absolutamente reveladora. Es lo que
argumenta alguien que se encuentra contra la pared en un último intento para
justificarse, cuando todas las demás razones se han agotado.
¿Qué habríamos hecho nosotros? Para empezar no habríamos convertido los primeros cuatro años de
gobierno en un ejercicio de frivolidad, corrupción y valemadrismo. Estaban
tan encantados con su regreso al poder que se entregaron sin reservas al juego
de espejos palaciegos y auto referenciales. Quedaron tan convencidos de sus
propias campañas de publicidad, que nunca se tomaron la molestia de ver cuál
era la situación real y el estado de ánimo del pueblo que los tocó gobernar.
Con su pregunta, Peña
Nieto pretende que nos pongamos en sus zapatos. Una exigencia ilegitima porque
él nunca se puso en los zapatos de tantos millones que viven bajo el apremio,
la inseguridad y la injusticia. Millones que observaron durante cuatro años la
manera en que gobernadores, legisladores, partidos políticos y funcionarios
saqueaban a una escala nunca antes vista los recursos públicos.
René Delgado lo expresa con claridad impecable en su columna
de este sábado en el diario Reforma: “¿Cuál
es la diferencia entre los saqueadores de tiendas departamentales y los
saqueadores de arcas nacionales? ¿Cuál es la diferencia entre los primeros y
los gobernadores en fuga o en busca de amparo, fuero o fianza? ¿Cuál es la
diferencia entre los primeros y los que piden moche por llevar servicios u obra
pública a las comunidades?… ¿Con qué cara esa clase dirigente puede manifestar
comprensión por el malhumor social y repudio de hechos delictivos, cuando de
buen humor tolera que muchos de sus integrantes sin antifaz se llenen los
bolsillos de dinero público?
Me temo que comienzan
a acumularse las variables para que se genere en México una “tormenta perfecta”
en los próximos años: primero, la amenaza externa brutal e impredecible que
representa un gobierno estadounidense hostil y agresivo; segundo, el detonante
que eso puedo provocar en los problemas acuciantes que ya arrastramos en
materia económica y social; tercero, el grado de exasperación y rabia que se
advierte muchos mexicanos ante el agravamiento de la situación; y cuarto, la
incapacidad de los dirigentes para responder a la crisis que enfrentamos.
El desabasto de gasolina de hace una semana y sobre todo los
saqueos de estos últimos días evocan escenas apocalípticas de tragedias tipo
huracán Katrina en Nueva Orleáns y, más vagamente, imágenes de programas de
televisión de zombis o similares. Lo que tienen en común esos escenarios, aun
cuando procedan de la ficción, es que se caracterizan por una ausencia,
momentánea o permanente, del imperio de la ley y el ejercicio de gobierno.
No, no creo que el gobierno de Peña Nieto vaya a
desmoronarse ante nuestros ojos. Simplemente creo que la magnitud de los
problemas y la pobreza de sus capacidades lo han desbordado. Y en tales
circunstancias, para bien y para mal, la gente suele dar un paso al frente e
intenta resolver su sobrevivencia. Sea un empresario agobiado por la situación,
sea un vecino de una colonia marginal sin agua potable; sea un joven de 17 sin
oportunidades de empleo. Nos esperan 20 meses más de lo mismo, pero en
crescendo. Buena suerte a todos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.