Raymundo Riva Palacio.
La comunidad libanesa en México, a la cual pertenecen
algunos de los empresarios más importantes del país, le pidieron al presidente
Enrique Peña Nieto que luche contra la corrupción. “La corrupción produce
desaliento y crea una imagen repugnante dentro de la sociedad”, dijo el líder
del Centro Libanés, Alejandro Serio. “Señor presidente, le pedimos que se
aplique la ley”. Peña Nieto, que en público y en privado asegura que su
gobierno ha hecho más que nadie para combatirla, respondió que será la Ley
Anticorrupción lo que probará su dicho. Pero el futuro no es el presente. Mientras se daba ese intercambio, crece la
polémica sobre la opacidad en los contratos y adjudicaciones de dos empresas,
Seguritech y Tecnoradio, que tienen vasos comunicantes con Los Pinos.
La prensa
especializada lleva dos semanas mostrando lo que parece una proclividad a
apoyar a esas dos empresas que han florecido durante el gobierno de Peña Nieto.
Tecnoradio ha sido cuestionada por el hermetismo con el que las autoridades
cuidan la identidad de sus socios. Fundada
en 2011, de la nada se presentó en el concurso público del Instituto Federal de
Telecomunicaciones para obtener 191 frecuencias de radio FM y 66 en AM, y se
quedó con 34 FM y tres AM en 18 estados, por las cuales ofreció pagar 287
millones de pesos, 37 millones más que el segundo lugar, Grupo Radio Centro, de
largo historial en la industria. La suspicacia general la resumió Javier
Tejado, experto en telecomunicaciones y abogado de Televisa, en su columna en
El Universal el martes pasado: “¿Quién
está detrás de Tecnoradio?”.
La prensa estaba
volcada en sus accionistas y representantes públicos, Carlos Lara Sumano,
director del Instituto Mexicano de la Radio (Imer); Alfonso Amilpa,
exfuncionario federal y asesor de varios grupos radiofónicos, y Alí Eduardo
Bañuelos, que trabaja con Diamond Electronics, que es importante contratista de
televisoras digitales con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. El
debate se ha centrado en Lara Sumano,
ante un posible conflicto de interés. ¿Cómo
puede un funcionario, cuya área de competencia es la radio, participar en un
concurso de licitación de frecuencias de radio? La prensa reveló que Lara Sumano tiene 249 de las 600 acciones
de Tecnoradio, mientras que Amilpa tiene otras 306. Quién tiene las 45
restantes es otro misterio, porque Bañuelos sólo aparece como representante
legal.
Lara Sumano explicó
la semana pasada que si bien él fue uno de los fundadores de Tecnoradio, vendió
sus acciones en septiembre, sin mostrar ningún documento que avalara su dicho,
ni tampoco aclaró por qué, si desde febrero pasado apareció esa empresa como la
ganadora del concurso público, no hizo del conocimiento público su retiro como
accionista hasta que el escándalo lo comenzó a quemar. El gobierno ha
dejado solo al director del Imer. La
Secretaría de Gobernación, bajo cuya jurisdicción se encuentra ese instituto,
no ha dicho absolutamente nada. La Secretaría de la Función Pública no ha abierto
ninguna averiguación que se sepa, hasta este momento. Las autoridades
judiciales competentes tampoco han intervenido, ni siquiera informalmente, para
que Lara Sumano les aporte las pruebas de que, en efecto, no es accionista en
la empresa. Este funcionario tampoco
ha presentado una denuncia penal por el mal uso de su nombre y el abuso de
confianza por haber existido, en dado caso, usurpación de su nombre para
actividades que serían ilegales, que obligaría a la cancelación del concurso.
Este tema se ha
vuelto muy caliente por las ramificaciones que tiene hasta Los Pinos, en particular con la Dirección de
Comunicación Social que encabeza Eduardo Sánchez. Lara Sumano, Amilpa y
Sánchez son un trío de viejos amigos que se introdujeron en el tema de la radio
y telecomunicaciones desde que trabajaron en esas áreas en la Secretaría de
Comunicaciones y Transportes, cuando el secretario era Emilio Gamboa, actual
coordinador del PRI en el Senado. Sánchez fue director de Radio de la SCT, de
1991 a 1993, y lo sustituyó Amilpa, mientras que Lara Sumano era director de
Telecomunicaciones en tiempos de Gamboa. Esa dependencia fue su plataforma para
ingresar y ser asesores de grupos de radiodifusores dentro de la Cámara
Nacional de la Industria de la Radio y Televisión (CIRT), por la que Sánchez
llegó a una diputación años después.
Sánchez fue parte
activa en la campaña presidencial de Peña Nieto, y al iniciar este gobierno fue
nombrado subsecretario de Normatividad de Medios en Gobernación. Sánchez
incorporó a su equipo a Lara Sumano, a quien nombró en la dirección del Imer,
y regresó de Denver, donde era cónsul, a Andrés Chao, a quien nombró director
de Radio y Televisión en su subsecretaría. Ninguno
de ellos dos ha dicho nada sobre Lara Sumano, aunque política y formalmente
depende de ellos. Sánchez es vocero del presidente y responsable de medios en
Los Pinos desde 2013, mientras que Chao es subsecretario de Normatividad.
De Tecnoradio nadie
quiere hablar. Este grupo, que según Lara Sumano no tenía recursos, concursó
con fuerza y elevó dramáticamente los costos. En general subió en 22 por
ciento el precio del mercado con respecto a los valores mínimos, según Fernando Mejía Barquera, un experto
en el tema. Empresarios de la industria aseguran que lo que pagó Tecnoradio
hace inviable el modelo de negocios, con
lo cual crecen las dudas sobre quién o quiénes están detrás, no sólo en
términos legales, porque pueden ser testaferros, sino en términos reales. La
opacidad es el nombre del juego en el peñismo, como sucede con Seguritech, de
quien se hablará en la siguiente entrega.
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