Tatiana
Clouthier.
Acabo de
visitar Cholula, Puebla, y me llevé varias sorpresas. La primera es, de alguna
manera, una similitud en cuanto al “manejo” de resultados electorales.
Explicaré en un momento.
Antes de
hablar de ello, debo decir que Cholula está impactante y merece una visita por
muchos motivos, que van desde lo turístico, pasando por lo cultural y lo
administrativo, y, por qué no decirlo, hasta lo político.
Reconozco la
gran labor que ha hecho la administración saliente en cuanto a la recuperación
y buena administración de la ciudad.
Por un lado,
se ve desde que uno llega a su centro histórico y el propio primer cuadro de la
ciudad, que sus espacios han sido recuperados y por ello fue declarada “Pueblo
Mágico”. Los colores de sus hermosas casas antiguas, los grandes portales de su
plaza, los jardines en el mismo lugar invitan a querer estar ahí y detenerte a
comprar una nieve, un camote tradicional o pasear simplemente para admirar la
estructura de su iglesia.
Por otro
lado, ni qué decir de sus danzantes originarios y cómo han tomado la cultura
como un pretexto para involucrar a jóvenes y recuperar tradiciones de antaño.
Cholula
también pone el ejemplo en un moderno y simpático transporte turístico, que
rompe todos los esquemas en cuanto a medio ambiente y contaminación visual.
Concluyo que
este municipio es ejemplo de lo que sí se puede hacer cuando un alcalde
entiende que debe hacer rendir el dinero para cumplirle a sus votantes.
Cholula es parte de Puebla, ese lugar
que quiere parecerse a Nuevo León en el sentido de que tiene gran parte de la
industria, pero que ha vivido con sus gobernadores un atraco al traer una
armadora de carros, Audi, y en Nuevo León, Kia. También sus gobernadores tienen
un alto sentido de querer controlar los medios de comunicación, cada quien a su
estilo. Y, por último, se quieren parecer en el objetivo de burlar el resultado
del proceso electoral.
Por ejemplo,
en Puebla, Morena ganó 19 de 22
diputaciones locales y 8 de 12 federales. También ganó las dos senadurías y
muchas alcaldías, y ni se diga el arrastre que tuvo Andrés Manuel López
Obrador.
Por todo lo
anterior, es casi imposible pensar que
la gente haya votado por la candidata del PAN a la gubernatura. De hecho, desde
el inicio, el proceso estuvo afectado por violencia y denuncias.
Hoy en Puebla se busca violentar la
decisión de la ciudadanía; es decir, imponer un gobernante a modo, en lugar de
respetar el deseo de las mayorías expresado en las urnas.
Y así como ocurre en Puebla, pero con
otros métodos, parece que se quieren hacer las cosas en Nuevo León en dos
municipios relevantes del estado: Guadalupe y Monterrey. En ambos lugares, los
resultados electorales se han cambiado en la mesa “jurídica”, mas no en las
urnas.
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