Miami es el nuevo paraíso para la compra de bienes raíces de
la élite política y financiera de México, aunque aún queda a la zaga de
inversionistas de Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela, según la Asociación
de Agentes de Bienes Raíces de Miami.
El reciente destape de la cadena Univisión de un
departamento de lujo comprado por la presidenta nacional del izquierdista
Partido de la Revolución Democrática (PRD), Alejandra Barrales, en 990 mil
dólares, puso el foco en compradores mexicanos en exclusivos complejos como
Sunny Isles, Ball Harbor y Brickell.
Barrales aclaró en un comunicado que en sus respectivas
declaraciones patrimoniales como senadora y como secretaria de Educación del
gobierno de la capital mexicana, declaró el inmueble en forma y tiempo adecuados,
bajo el nombre de la empresa Alabama Transportes SA de CV.
Pero Barrales no es la única que ha sucumbido ante el
embrujo de las playas, el sol y la exclusividad del creciente desarrollo
inmobiliario de Miami impulsado por los financiamientos y un ambiente favorable
a la diversidad étnica.
En un mensaje videograbado para explicar cómo adquirió la
llamada Casa Blanca en la Ciudad de México, Angélica Rivera, esposa de Enrique
Peña Nieto, anunció que también era dueña de un departamento en Miami. “Para
evitar cualquier especulación, hago público que además soy propietaria desde el
2005 de un departamento en Miami, ciudad en la que viví durante un año con mis
hijas”, dijo el 18 de noviembre de 2014.
El departamento en
Miami de Rivera está en “Ocean Tower One”. A primera vista, no es posible saber
que la primera dama de México es la residente del condominio, pues en el
directorio electrónico no aparece su nombre, sino el de la empresa UNIT 304
OTO, INC, que fue creada para fungir como dueña legal de la unidad, de acuerdo
con una investigación de la periodista Dolia Estévez.
Mexicanos, entre 5 y 4 % de compradores.
Según el estudio “Perfil de los Compradores Internacionales
de Vivienda 2016″, de la Asociación de Agentes de Bienes Raíces de Miami, los
mexicanos representan entre cinco y cuatro por ciento de los compradores de
vivienda en el condado Miami-Dade en los últimos seis años.
Sus adquisiciones aumentaron de tres mil 600 millones de
dólares a cuatro mil 900 millones de dólares de 2013 a 2015, según Isaac
Benmergui, abogado de Bienes Raíces de Miami, en un reciente artículo en su página
web.
Casi un tercio de estos compradores no son residentes del
sur de Florida y compran la propiedad, ya sea como una segunda residencia o
como una inversión, de acuerdo con Benmergui.
Aunque el detalle de los compradores no es revelado en el
informe de la Asociación de Agentes de Bienes Raices, el diario The Miami
Herald resaltó hace unos días, ante la polémica por la compra de Barrales, los
nombres de algunos de esos compradores con fuertes sumas de dinero en efectivo.
Entre ellos figuran
Bernardo Quezada Salas, diputado del partido Nueva Alianza, quien junto a
familiares gastó 6.3 millones de dólares en 11 condominios en la exclusiva zona
de Brickell en un sólo día en 2005.
Alberto Sentíes
Palacio, un empresario apodado “Lord Ferrari” después de un incidente en la
carretera que involucró a su guardaespaldas y que se hizo viral en las redes
sociales, también aparece como un inversionista inmobiliario en Florida.
Sentíes Palacio,
quien gastó con su esposa casi 1.5 millones de dólares en condominios en el sur
de la Florida, era buscado por cargos de fraude millonario en México, fue
arrestado en Miami en octubre y actualmente enfrenta a la justicia en su país.
Rafael Olvera
Amezcua, el accionista mayoritario de la sociedad financiera popular Ficrea y
acusado en su país de fraude millonario, adquirió una unidad en las Torres
Trump de Sunny Isles en 1.8 millones, la cual está registrada a nombre de su
hijo.
Y Sebastián Rodríguez
Robles, un joven abogado y político que trabajó en la Secretaría de Hacienda
del sureño estado mexicano de Chiapas, pagó 3.1 millones de dólares por 13
condominios en la Torre Opera del centro de Miami durante la crisis de la
vivienda en 2012. Rodríguez Robles dijo al diario que el dinero venía de
sus ganancias como abogado.
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