Raquel Gutiérrez Ruiz tenía 18 años
cuando desapareció el 1 de septiembre de 2011. “A plena luz del día” un grupo
perteneciente a Los Zetas se la llevó en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Han
pasado casi seis años de ese terrible día y su padre Guillermo Gutiérrez
Riestra no ha dejado de buscarla.
“Tamaulipas es un hoyo negro” dice el
padre convertido en activista ante la falta de avance de la investigación de
las autoridades sobre el caso de Raquel. “Las autoridades nada más levantaron
un acta o sea no abrieron una investigación sino un acta, y con un acta qué es
lo que haces: la archivas y la guardas”, explica el también abogado.
Su analogía no carece de fundamento.
Tamaulipas es el estado con más reportes de personas sin localizar en el país:
5 mil 657 hasta abril de este año, según los datos oficiales. Aunque ese “hoyo negro” se ha
tragado a más personas, asegura Guillermo, quien fundó el “Colectivo de
Familiares y Amigos de Desaparecidos en Ciudad Victoria”, mediante el que ha
conocido de “más casos”.
Guillermo
explica que el plagio de su hija ocurrió en el contexto de la lucha entre Los
Zetas y el Cártel del Golfo por controlar el estado fronterizo del norte. En
esa guerra en la que los cárteles buscaban engrosar las filas de sus ejércitos
antes que un beneficio económico en especie.
“En esos tiempos en esos meses se la
habían pasado haciendo levantamiento de jóvenes y no era un operativo para
sacar dinero porque normalmente no pedían rescate, sencillamente desaparecían
los jóvenes”,
rememora.
Esa guerra se ha mantenido por años y
hoy Gutiérrez Riestra asegura que la entidad está sumida en un tipo de “guerra
civil” con “huérfanos, desaparecidos, casas abandonadas, ranchos abandonados” y
donde “las carreteras no se pueden transitar por la noche”.
Sin embargo,
él como otros tantos de sus compañeros
se niegan a salir. “Vivimos en este estado por la necesidad de encontrar a
nuestros hijos, si no desde hace mucho hubiéramos buscado otro lugar para
vivir”.
Pero el
“Colectivo de Familiares y Amigos de Desaparecidos en Ciudad Victoria” no solo
quiere encontrar a sus familiares, también los reclama con vida.
“Nosotros hemos priorizado la
búsqueda con vida a diferencia de otros colectivos, nos solidarizamos con ellos
cuando van a cavar a la sierra o a buscar fosas, pero para nosotros eso
significa quitarle responsabilidad al Estado en la obligación de presentarlos
con vida”, explica
el padre activista.
Y esa
consigna le dio esperanza. Guillermo tiene reportes de que Raquel está con
vida.
“Hace
aproximadamente un año vieron a mi hija en una casa de seguridad en la ciudad
de Reynosa, por lo menos sé que está viva. Y recientemente esa misma búsqueda
que hacemos los familiares, porque nos comentamos, nos platicamos, alguien
tiene una investigación reciente de que a mi hija la vieron en Monterrey, Nuevo
León”.
Y explica
también explica que la última información fue de una compañera que también
tenía un familiar desaparecido y que lo encontró muerto. Nos asegura que es mi
hija, cómo le hace [para asegurarlo], me dice ‘es que vi la foto mil veces [de
Raquel] y a la que estoy viendo es a ella’ […]. Mi hija tiene una página y se
difunde mucho y donde quiera la foto es la misma “.
Gutiérrez
Riestra detalla que como colectivo intentan verificar que la información que
les llega es real antes de convertirla en una pista. “Ya sabemos una especie de
forma de saber si nos dicen la verdad porque cuando alguien te quiere
extorsionar pues inmediatamente te pide dinero o te habla o te exagera el
caso”.
Esa lucha diaria de los activistas
por indicios sobre el paradero de sus seres queridos tiene un precio.
Autoridades y crimen organizado, denuncia, lo han amenazado y espiado. No sólo
a él sino a otras compañeras de viacrucis.
El caso de Miriam Rodríguez tal vez
sea una muestra del costo de la batalla contra el olvido a sus familiares en
Tamaulipas. Ella fue ejecutada el pasado 10 de mayo, Día de las Madres, por
personas ligadas a la desaparición y asesinato de su hija Karen Alejandra,
crímenes que ella misma investigó y ayudó a llevar a parte de los responsables
a la cárcel.
Hoy las
autoridades del Gobierno de Tamaulipas reconocen que algunos de los presos que participaron
en el asesinato de Karen escaparon en marzo pasado del penal de Ciudad Victoria
también dieron muerte a su madre.
Este
asesinato puso en los medios la situación en la que, por años, dice Guillermo,
han tenido que trabajar y sobrevivir. Y en estos últimos días ha fortalecido su
lucha por no sumar su nombre a la lista de padres que mataron en el camino de
encontrar a su hijo, como ocurrió con el caso de José de Jesús Jiménez Gaona
(2016) y Nepomuceno Moreno Núñez (2011).
El litigante logró que el Gobierno de
Tamaulipas asignara un escolta a él y a cada una de sus compañeras. Y ahora en
la Ciudad de México intenta convencer al Mecanismo de Protección para las
Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, a cargo del Gobierno
federal, que le asigne protección también en su trabajo y traslados, además de
cámaras de vigilancia y un botón de pánico.
“La evaluación que hacen se basa en
una entrevista y en una visita de un día de su personal a Ciudad Victoria, o
sea es insuficiente. Yo estuve aquí 20 días para dar más elementos de los
riesgos que se corren allá y si ellos lo evalúan como riesgos menores, obvio
que las medidas van a ser insuficientes. En el caso de la compañera Miriam,
ella fue asesinada llegando a su casa, si ella hubiera tenidos un escolta o dos
le hubieran podido salvar la vida”.
Y agrega: “los antecedentes de Tamaulipas no son
exagerados, y el Gobierno federal debe otorgar esas medidas”.
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