El comportamiento y los síntomas de
la pobreza en México, que en los últimos seis años fueron más perceptibles,
jugarán un papel importante el próximo domingo, día de elección presidencial.
Ese día saldrá a votar un país en el
que 53.4 millones de personas son pobres y, además, 8.6 millones más que por
sus ingresos son vulnerables a ser pobres; 62 millones de personas viven con un
ingreso inferior a la línea de bienestar (el equivalente al valor total de la
canasta alimentaria y de la canasta no alimentaria por persona al mes) y 21.4
millones más, viven con un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo (el
equivalente al valor de la canasta básica alimentaria por persona al mes).
De acuerdo
con académicos consultados por SinEmbargo, el
concepto de pobreza no será el gran determinante de la elección sino todo un
conjunto de factores económicos que golpearon a la mayoría de la población. En
estos últimos seis años, el grueso poblacional conoció los efectos de la
inflación, del tipo de cambio, precarización salarial y laboral y recortes
presupuestales. Todos, padecimientos que continúan.
Coincidieron en que eso es lo que le
pasará factura al Partido Revolucionario Institucional (PRI), en la evaluación
sexenal, que a las condiciones de pobreza se le sumaron la poca movilidad
social y los duros efectos de las decisiones que se tomaron en materia
económica.
Y de algún
modo, el Coneval advirtió que son varios
los efectos los que podrían llevar a más población a vivir en condiciones de
pobreza, cuando en la presentación de las cifras, Gonzalo Hernández Licona,
Secretario Ejecutivo del Coneval, explicó que el factor principal de una
reducción de 1 millón 923 mil 405 personas que se detectó en 2014-2016, fue que
se mantuvo una inflación baja.
La
administración de Enrique Peña Nieto inició con una inflación de 3.57 por
ciento; en 2013 cerró en 3.97 por ciento; en 2014 fue de 4.08 por ciento; bajó
en 2015 a 2.13 por ciento, y cerró 2016 en 3.36 por ciento, de acuerdo con los
datos del Banco de México (Banxico).
Justo en
2017, la historia cambió. En enero la
inflación saltó a 4.72 por ciento, luego pasó a 4.86 por ciento. Brincó en
marzo a 5.35 por ciento; siguió a 5.82 por ciento; en mayo se ubicó en 6.16 por
ciento; junio fue de 6.31 por ciento y julio cerró con 6.44 por ciento.
El análisis de la información de la
que se dispone permitió a ambas instituciones concluir que aún no hay controles
institucionales suficientes que aseguren el adecuado ejercicio de los recursos
públicos para la superación de carencias.
“El tema de la pobreza será un factor
importante en el proceso electoral, pero no me atrevería a decir que es
únicamente por el tema de la pobreza. El PRI va a tener una elección
complicada, porque habrá que sumar varios factores que están inmiscuidos […] Por
ejemplo el tipo de cambio, el aumento del precio de las gasolinas, el bajo
poder adquisitivo, la precarización del empleo, la precarización de los
salarios. Empezamos a tener un escenario mucho más grave y mucho más complejo”,
comentó al respecto
el doctor Enrique Gutiérrez Márquez, director del Departamento de Ciencias
Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana.
Explicó que
la cifra de pobreza no puede leerse solamente en términos del dato por el dato
y eso tiene que ver con otros factores donde hay una suerte de precarización
del tejido social.
“No por el aumento o la disminución
del número de pobres le costará la elección a Peña Nieto y a todo el grupo
priista. Sí ha habido movimiento en los indicadores de pobreza, pero eso por sí
mismo no nos daría un factor determinante como para que el PRI en esta ocasión
pierda las elecciones”, agregó.
Por su
parte, Rodolfo de la Torre, director del Programa de Desarrollo Social con
Equidad del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), enfatizó en que el gobierno de Enrique Peña Nieto llega mal parado en
el tema de la pobreza, porque independientemente de las cifras “lo que la mayor
parte del electorado siente es que su nivel de vida no ha aumentado y aquellos
que se sienten en una situación de pobreza, aunque puedan haber mejorado
marginalmente, no lo consideran un progreso significativo”.
Al comparar
las cifras de 2012, año en que Peña Nieto llega a la Presidencia de México, con
las de 2016, que son las más recientes, se calcula que sólo 68 mil 249 personas
dejaron de vivir en condiciones de pobreza en ese periodo, lo que significaría
un promedio de 17 mil 062 personas por año.
Ocurrió lo
mismo con la desigualdad. Si en 2008, según el Coeficiente de Gini, se ubicó en
0.4739, pasó a 0.4625 en 2016: una reducción de 0.0114 puntos, según esa escala
donde cero es igualdad perfecta y 1 es desigualdad máxima.
Tampoco se
movió el mapa de la pobreza que se sigue concentrando en el sur y sureste del
país: Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Veracruz y Puebla.
Los diez
estados con mayor número de pobres (Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Veracruz,
Puebla, Michoacán, Tabasco, Hidalgo, Morelos y el Estado de México) aportaron
el 58.76 por ciento de la pobreza registrada en el periodo 2014-2016. El mapa,
por más años que pasen y más programas que se apliquen, no se mueve.
“Entre estas
dos situaciones: un aumento en la pobreza sin información clara y una reducción
de la pobreza con información cuestionable metodológicamente, nos deja en una
situación en la que prácticamente la pobreza no se ha modificado en los últimos
30 años y en los últimos seis años no vemos un cambio realmente significativo,
es como si hubiera permanecido idéntica. Eso le perjudica al PRI
electoralmente”, agregó De la Torre.
EL RETO PARA
EL QUE SIGUE.
Para los
investigadores, la posición del hombre
que resulte electo el próximo domingo no resulta envidiable por el tamaño del
reto que representa la pobreza y la mejora de la calidad de vida de millones.
“El reto es que el mercado de trabajo
no permite aumentar significativamente los ingresos más importantes de las
personas, que son los laborales. En segundo lugar está el gasto social, los
programas sociales que no están dando los resultados esperados y eso significa
que se tiene que replantear la política social que ha fallado en los últimos
años, en particular en esta administración. Se tiene que reformar la política
social haciéndola más efectiva y eso requiere de una voluntad política y de
medidas de acopio de información y de institucionalización de nuevos procesos
para que efectivamente se vea una transformación”, enfatizó el investigador del CEEY.
Para
Gutiérrez Márquez, lo grave para el PRI es que, aunque ahora las franjas de
pobreza extrema y pobreza pudieron haber mejorado en términos de datos por los
programas focalizados, eso no necesariamente garantiza que otras personas que
no estaban en esa franja entraron o estén a punto porque el poder adquisitivo y
sus condiciones económicas se ven deterioradas.
“Lo que la
gente está planteando es que se hagan las cosas de una manera distinta y en ese
sentido, hay una suerte de voto de castigo al PRI Gobierno que se supone iba a
transformar muchas de las condiciones y los elementos estructurales que han marcado
en los últimos 30 años el tema de la pobreza”, dijo.
“El reto para quien llegue es entrar
al tema de la eficiencia o no de los programas sociales, su claridad. ¿Cómo se
garantiza que estos programas sociales están atendiendo a la población que
dicen atender? Son esos retos: el alcance, la orientación y el destino del
recurso público por medio de estos programas sociales, un Presupuesto de
Egresos que no puede seguir creciendo mucho más allá de lo que puede crecer en
términos reales y además en un entorno internacional complejo en el que todavía
está pendiente el TLCAN y con un presidente vecino que no es el más amistoso ni
hoy ni en los siguientes años”, concluyó el académico de la Ibero.
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