Raymundo
Riva Palacio.
Una nueva
batería de encuestas de aprobación presidencial posteriores a la crisis del
desabasto de medicinas y de la protesta de las mujeres por la violencia de
género está empezando a hacerse pública, y los resultados no son buenos para el
presidente Andrés Manuel López Obrador.
La tendencia
es a la baja y las expectativas han desaparecido: seis de cada 10 mexicanos
creen que los problemas lo han rebasado. Los últimos resultados demoscópicos
confirman que los dos primeros meses del año, lejos de haber sido buenos para
el Presidente, han resultado negativos, y la confrontación entre su agenda y la
realidad del país la está perdiendo. Incluso, en varias de las mediciones, está
peor evaluado que el expresidente Enrique Peña Nieto.
Los nuevos
datos que dio a conocer este domingo la empresa Buendía & Laredo, confirman
la caída presidencial que varias empresas han registrado desde la crisis por el
abasto de las medicinas.
A principio
de año, el presidente López Obrador arrancó muy sólido en 71%, de acuerdo con
la encuesta de El Financiero, sólo un punto menos que en diciembre, y aunque no
pueden compararse con las de Buendía & Laredo porque tienen diferente
temporalidad –las del periódico son mensuales y telefónicas, y las de la
empresa son trimestrales y cara a cara–, ayudan a mostrar las tendencias.
La encuesta
de El Financiero, pese a lo robusto de la aprobación del Presidente en ese
momento, todos los atributos principales, menos la economía –impulsada por el
aumento a salarios mínimos y los programas sociales, y la educación–, tuvieron
caídas importantes. La medición de Buendía & Laredo no muestra los
atributos de manera precisa, pero establece la comparación de lo que piensan
los mexicanos de López Obrador frente a Peña Nieto. En el tema de homicidios
dolosos, 51% piensa que López Obrador está peor en resultados que Peña Nieto;
en lucha contra la corrupción, el 37% lo considera de esa manera, y en economía
percibe el 36% (igual porcentaje de aprobación) está “más o menos” igual que su
antecesor.
La
aprobación presidencial la sitúa Buendía &Laredo en 62%, con 28% de
negativos. Esos porcentajes son similares a los que registró Peña Nieto en
noviembre de 2013, un mes antes del primer año de su sexenio, como resultado de
la ley fiscal y de las protestas de los maestros en la Ciudad de México.
La caída en
la desaprobación de Peña Nieto y la de López Obrador, sin embargo, es similar
en su inclinación y tendencia. La diferencia sustancial entre los dos es cómo
llegaron a la Presidencia. De acuerdo con el agregador de encuestas Oraculus,
al arrancar Peña Nieto su sexenio tenía una aprobación de 60% y una
desaprobación de 28%; al iniciar López Obrador, su aprobación era de 79%, que
para febrero había crecido a 85%, y una desaprobación de 15%. Su caída ha sido
más grave, políticamente hablando.
En la
encuesta de Buendía & Laredo, las opiniones negativas sobre López Obrador
han crecido. El 5% de quienes opinaban bien ya no lo hacen, y el porcentaje de
quienes pensaban mal de él creció en 6%. Un dato significativo del fenómeno
descendiente que está sufriendo la aprobación de López Obrador lo aportó
Reforma, donde al medirlo en la Ciudad de México, el gran bastión político y
electoral que controla la izquierda desde 1997, registró que por primera vez se
cruzó la desaprobación (45%) con la aprobación (43%), al perder cinco puntos de
respaldo el Presidente. La inseguridad, como todas las demás mediciones, es lo
que más le está costando.
La encuesta
de Buendía muestra la desconfianza e incertidumbre que está empezando a
anidarse en las percepciones de los mexicanos. El 49% dijeron que el país va
por buen camino, comparado con el 57% que así respondió en noviembre y 73% que
lo hizo en febrero de 2019, mientras que el porcentaje de quienes piensan que
se va por mal camino creció de 17% en febrero del año pasado, a 29% en
noviembre a 40% en la última medición. En sólo tres meses, para ubicarlo en
número de personas, casi cinco millones de personas que en noviembre pensaban
que el país iba por buen rumbo, ahora piensan lo contrario.
El discurso
del Presidente ya no está llegando a todos los mexicanos. Por ejemplo, en la
encuesta de Reforma el 69% de los muestreados dijo que el problema de la
inseguridad se debe a la impunidad, no por culpa de los neoliberales, como ha
responsabilizado López Obrador a los gobiernos de Carlos Salinas a Peña Nieto.
La encuesta de Buendía & Laredo enseña que el 62% de los muestreados
consideró que los problemas han rebasado al presidente López Obrador, 15 puntos
más de aquellos que lo pensaban hace un año, y que es prácticamente idéntica a
la que registró Peña Nieto (64%) en el segundo febrero de su sexenio. Esta
percepción explica la pérdida de confianza de alrededor del 30% de que López
Obrador pueda cumplir lo que prometió. El 32% dice que no podrá acabar con la
inseguridad; el 31% cree que la corrupción no será erradicada; el 24% no cree
que de los resultados económicos que prometió.
Desde la
encuesta publicada por El Financiero se observó que su política de gobierno no
estaba dando resultados. Al Presidente, las mediciones externas no parecen
importarle nada. Las descalifica y litiga y confronta a quien tiene una
fotografía del país distinta a la de él. Hasta esa medición se apreciaba que su
imagen estaba disociada de la gestión del gobierno. La encuesta de Buendía
& Laredo indica que ya no es el caso, y que los mexicanos ya están
empatando su imagen con el mal gobierno.
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