Darío Celis.
En medio de
la emergencia, o el presidente Andrés Manuel López Obrador no se ha dado
cuenta, o le está mintiendo a los mexicanos.
Su gobierno
sí está endeudando al país; sí le está torciendo el brazo al Banco de México
(Banxico), y sí está configurando una economía ficticia que podría detonar más
inflación en los próximos meses.
En plena
crisis de salud, que amenaza con transformarse en una crisis endémica, el
gobierno de la 4T lanzó ya su propio Fobaproa, del que se valió Ernesto Zedillo
para evitar el colapso económico.
Hay que leer
bien las “10 medidas adicionales para promover un comportamiento ordenado de
los mercados financieros, fortalecer los canales de otorgamiento de crédito y
proveer liquidez para el sano desarrollo del sistema financiero..” que lanzó la
semana pasada Banxico.
En 1995 el
presidente Bill Clinton otorgó a México una línea extraordinaria de 50 mil
millones de dólares para darle liquidez a la banca, que por el llamado 'error
de diciembre' se fue a la quiebra. Los recursos se garantizaron con petróleo y
pasaron por el tamiz del Poder Legislativo.
Veinticinco
años después el organismo que gobierna Alejandro Díaz de León diseñó un
vehículo parecido: el punto 10 sobre “Coberturas cambiarias liquidables por
diferencias en dólares de Estados Unidos con contrapartes no domiciliadas…” es
una suerte de préstamo.
Pero a
diferencia del crédito con garantía que nos dio Clinton, éste es otro de 60 mil
millones de dólares que Estados Unidos nos da en forma de swap denominado en
dólares.
Al final LA
JUNTA DE GOBIERNO DEL BANXICO, integrada también por Irene Espinosa, Javier
Guzmán, Gerardo Esquivel y Jonathan Heath, avaló la emisión del instrumento, el
cual se denominará en pesos, pero se terminará pagando en dólares.
Quien asume
un swap se obliga a liquidarlo en un futuro: Banxico pagará los dólares a un
tipo de cambio alto y con premio. Ni el Instituto Central ni la Secretaría de
Hacienda, que maneja Arturo Herrera, han dado cuenta a qué tipo de cambio se
tomó y la prima que pagará.
El gobierno
de AMLO, como en su momento el de Enrique Peña Nieto, le dio la vuelta a la Ley
de Deuda Pública y dejó la buchaca abierta para que sea la banca de desarrollo
la que pueda seguir financiando a Pemex, que mal dirige Octavio Romero, o la
CFE que peor maneja Manuel Bartlett; o proyectos faraónicos como el Tren Maya o
el aeropuerto de Santa Lucía.
En el punto
3, que habla de la “Ampliación de contrapartes elegibles para facilidad de liquidez
adicional ordinaria (FLAO)”, estamos ante un real aumento presupuestal que
tendría que ser considerado deuda pública.
Ciertamente,
el Banxico no está regulado por la Ley de Deuda Pública, lo que técnica y
legalmente no implica contabilizar nueva deuda. Pero en los hechos sí se trata
de nueva deuda nacional.
También implica
un virtual relajamiento del encaje legal, que lleva a elevar el circulante en
250 mil millones de pesos, recursos que se prometen dirigir a empresas y
personas físicas para reactivar la economía por el efecto del Covid-19.
En todo
momento las autoridades del Banco de México aseguran que el circulante quedará esterilizado,
para evitar malas experiencias del pasado. Pero no quedan claras las medidas
prudenciales, cuyas consecuencias nos remontan a los sexenios priistas.
A bote
pronto se ve atractiva la liquidez, pero de la nada el Instituto Central
está inyectando a la economía casi 10 mil millones de dólares que sí pueden
disparar el riesgo inflacionario porque no va acompañado de un crecimiento de
la producción y servicios. Habrá más circulante, pero no necesariamente más
oferta.
Los
puntos 4, 5, 6 y 8 del plan del Banxico son el salvavidas que hace un cuarto de
siglo Zedillo instrumentó con su entonces secretario de Hacienda, Guillermo
Ortiz, para evitar la corrida financiera de la banca y con ello el quiebre
masivo de empresas.
Estas
medidas de política monetaria liberan una masa de 750 mil millones de pesos,
algo así como 30 mil millones de dólares más, para que mediante operaciones de
reportos el Banxico abra la puerta a bancos comerciales y empresas AAA para que
le transfieran certificados bursátiles corporativos de corto plazo y deuda
corporativa de largo plazo.
¿Qué hace la
diferencia entre lo de ahora y el Fobaproa, el rescate que tanto satanizó López
Obrador? No hay tanta diferencia entre absorber, hoy, valores gubernamentales y
títulos corporativos, y haber absorbido, ayer, carteras de empresas endeudadas
que estaban en los balances de los bancos.
Cuando
Zedillo creó el Fobaproa en 1992 puso al frente de ese fideicomiso a Manuel
Camacho Téllez. Fue este funcionario, que tenía como jerárquico superior
inmediato a Angel Palomino, entonces director de Análisis del Sistema
Financiero, el que realizó los primeros movimientos.
Por
aquellos días un joven economista ingresó al Banxico y también quedó bajo las
órdenes de Palomino. Era Alejandro Díaz de León, que entró como analista en la
Subgerencia de Estudios del Mercado de Valores y de ahí a la Subgerencia de
Análisis del Sistema Financiero.
Quien
diría que 30 años después ese economista que se graduó del ITAM con honores
vendría a poner al Banxico como instrumento de contención de la crisis con una
receta de medidas que la 4T se niega a implementar.
Algunos ya
se empiezan a preguntar si el famoso mandato dual que el 29 de julio del año
pasado pidió López Obrador al banco de bancos, en la práctica está operando.
Otros, si su disruptiva entrada a escena no es una graciosa concesión al nuevo
régimen.
RESULTA QUE
EL Banco Accendo convocó a asamblea este jueves para poner en blanco y negro su
asociación con Grupo Toka. Una vez tomados los acuerdos comenzaría un detallado
proceso de autorizaciones de la CNBV, Banxico y la SHCP. Pues le comento que
además de las medidas cautelares que había logrado Moisés Cosío, resulta que el
juez Quinto de Distrito en la CDMX prohibió la celebración de dicha asamblea y
ordenó notificar de inmediato a Accendo y a la propia CNBV. Se le complicó pues
el escenario a Javier Reyes. Si desobedece la suspensión, los participantes se
exponen a sanciones legales y desde luego la instancia que preside Juan Pablo
Graf no podrá iniciar el proceso de autorizaciones de acuerdos tomados en una
asamblea celebrada en violación de una suspensión dictada por un juez federal.
LA CFE
ACABA DE adjudicar a Casanova Rent un contrato de 220 millones de pesos para
arrendar 7 mil vehículos usados. Aunque no se especifica, se cree que son
sedanes, pick ups sencillas y de doble cabina que prestaban servicio en
contratos de arrendamiento que Carlos y Joaquín Echenique ganaron en el pasado.
ALLEGADOS A
CARLOS Peralta, el presidente de Grupo IUSA, nos aclararon ayer que el
empresario no asistió a la boda de la hija del abogado Juan Collado el 18 de
mayo del año pasado en una finca en el Estado de México.
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