En los estados de Chihuahua, Veracruz
y Tamaulipas hubo cambios de Gobierno y, en los dos últimos, el Partido
Revolucionario Institucional (PRI) fue derrotado por primera vez en las elecciones
por las respectivas gubernaturas.
En Chihuahua
y en Veracruz, además, se venció electoralmente al partido cuyos ex
mandatarios, César Duarte Jáquez y Javier Duarte de Ochoa, respectivamente,
terminaron con órdenes de aprehensión por probables hechos de corrupción como
peculado, delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia
ilícita.
En estas dos
entidades, sin embargo, a las derrotas del PRI les siguieron aumentos en la
cantidad de asesinatos dolosos que, en
el caso de Veracruz, de acuerdo con datos oficiales, generaron los meses más
violentos de los últimos 20 años: de 82 casos en junio, el mes de la elección
que perdió el Tricolor, a 132 en julio y a 179 en agosto siguiente.
Chihuahua, uno de los estados con la
mayor cantidad de asesinatos en la República pero que había registrado una
disminución desde 2012, vivió en octubre pasado, justo el mes del cambio de
Gobierno, el mes más violento de los últimos cuatro años, con 158 casos.
Los picos de
aumento en estos meses en ambas entidades se observan en las estadísticas del
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP),
generadas con la información de las fiscalías estatales.
En Tamaulipas, donde si bien las
cifras oficiales no registraron alza en los delitos contra la vida pero que
encabeza la cantidad de personas desaparecidas, el fin de semana pasado, luego de
que la Secretaría de la Marina mató a un presunto jefe del Cártel del Golfo,
hubo un despliegue de personal criminal que logró bloquear, de acuerdo con
reportes de prensa, más de 30 accesos carreteros.
En las tres entidades, de acuerdo con
datos oficiales y análisis, las actividades de los diferentes grupos criminales
han crecido al amparo del poder político, como el presuntamente provisto al Cártel
del Golfo por el ex Gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington Ruvalcaba, quien
gobernó entre 1999 y 2005 y detenido el pasado 9 de abril en Italia por cargos
de narcotráfico fincados en Estados Unidos.
“Con el fin de continuar con sus negocios
ilícitos, miembros y asociados con el Cártel del Golfo usaron porciones de sus
ganancias (…) para pagar grandes sobornos a funcionarios de Gobierno de altos
cargos, y candidatos para tales cargos, dentro del Estado de Tamaulipas y de
forma regular”, dice
la documentación del caso criminal B12–435–S1, iniciado en Estados Unidos
contra Yarrington.
“El propósito de tales sobornos era
permitir a los miembros y asociados del Cártel del Golfo continuar con sus
negocios ilegales con poca o cero interferencia por parte de las autoridades
que operan en el Estado de Tamaulipas. Se pagaban directamente a funcionarios
con altos cargos, personas aliadas con ellos, candidatos corruptos para altos
cargos, autoridades policiacas y personas dentro del sistema de justicia”, agrega la acusación.
El mismo esquema de protección
política al crimen organizado, de acuerdo con un reporte reciente, se presentó
en Veracruz, donde el ex mandatario priísta Fidel Herrera Beltrán –que gobernó
la entidad entre 2004 a 2010 y para quien trabajó el ex Gobernador Javier
Duarte de Ochoa, hoy detenido– habría dado “carta blanca” a la delincuencia
para operar a cambio de financiamiento.
“El giro
hacia la actividad criminal con efectos mucho más dañinos sobre las poblaciones
locales se ha atribuido al éxito electoral de Fidel Herrera, del PRI, en 2004.
Según el relato de analistas locales y declaraciones de testigos en un juicio
en Estados Unidos contra un individuo acusado de blanquear dinero y de forjar
acuerdos entre Los Zetas y partes de la élite política de Veracruz, el
precursor de Los Zetas, La Compañía,
recibió carta blanca para establecerse en el estado a cambio de financiar
campañas políticas locales. Herrera ha negado todas las acusaciones de
irregularidades en su época de Gobernador”, dice el reporte “Veracruz:
reformar el Estado de Terror mexicano”, difundido en febrero por la
organización internacional Crisis Group.
Y es este
tipo de vínculos políticos y criminales, dice el autor del análisis, Froylán
Enciso Higuera, los que se ven afectados cuando hay cambios de partido en los
Poderes Ejecutivos locales.
“No es la alternancia política en sí
misma lo que atrae la violencia, sino el contubernio histórico que ha habido
entre los poderes criminales y los poderes políticos corruptos que se han
enquistado en buena parte de los estados”, dice Enciso en entrevista.
“Lo que pasa con los enfrentamientos
políticos es que también desestabilizan los pactos de corrupción entre fuerzas
policiacas, sobre todo en los niveles municipales y estatales con el crimen
organizado”, agrega
el también historiador y autor del análisis del Crisis Group.
El
enfrentamiento político entre las administraciones salientes ha sido marcado,
sobre todo, en Veracruz y en Chihuahua, cuyos ahora gobernadores panistas
–Miguel Ángel Yunes Linares y Javier Corral Jurado– fincaron responsabilidades
penales a sus antecesores priístas.
“Lo que
advierto es que, en el esquema del
Gobierno de César Duarte, había una política en relación al crimen organizado y
al narcotráfico, una política de gobernarlo mas no combatirlo”, advirtió el
abogado chihuahuense Jaime García Chávez en marzo pasado, luego del asesinato
de la periodista y corresponsal de La Jornada, Miroslava Breach Velducea.
“Al repetirse Chihuahua como territorio de
alternancia, igual que otras partes del país, pues esos compromisos se rompen,
y las propias rupturas que hay entre los grupos del crimen organizado afloran,
porque los narcotraficantes, como los políticos, son hombres y mujeres de
ambiciones grandes y hay pugnas que rompen acuerdos, se pretenden ocupar
espacios, se pasa a las armas y, bueno, también queda una herencia de esas
viejas vinculaciones del crimen organizado que pueden estar actuando en este
momento en Chihuahua para que este territorio de alternancia deje de serlo y
regrese al esquema de dominación tradicional”, planteó entonces García Chávez, que
evidenció la participación de César Duarte en un banco.
Otros
elementos en el contexto actual, dice Enciso en entrevista, son las
fragmentaciones de los diferentes grupos de la delincuencia organizada
derivadas de la estrategia de “descabezamiento” iniciada desde 2006, con la
declaración de “combate frontal” a los grupos del narcotráfico por parte del ex
presidente Felipe Calderón, así como la diversificación de sus actividades.
“A la desestabilización de los pactos
entre políticos corruptos y criminales, entre policías municipales y estatales
corruptos, hay que agregar que la guerra contra las drogas ha tenido el efecto
de diversificar la cartera de negocios de los cárteles, y a eso hay que agregar
que también la guerra contra las drogas ha complicado la geografía criminal de
México”, dice
Enciso.
“Hay más organizaciones
criminales pequeñas que tienen el efecto de producir más violencia; Los Zetas
eran antes una organización vertical y organizada, pues ahora hay como 200
organizaciones después del descabezamiento de los carteles; se han fragmentado,
hay muchas más organizaciones, más enfrentamientos y, por tanto, mucha más
violencia”,
agrega.
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