Raymundo Riva Palacio.
La situación legal y política del
exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, se volvió insostenible tras un video
en el que Moisés Manzur le dio un tiro de gracia, aportando elementos para que
lo acusaran de corrupción. Manzur fue persuadido de hablar por Juan José
Rodríguez Janeiro, quienes junto con Duarte formaban un trío que, con presuntos
recursos públicos había construido un emporio particular. Rodríguez Janeiro, a
su vez, fue convencido por el actual gobernador, Miguel Ángel Yunes, que era
mejor que hablaran y colaboraran. Yunes llegó a Rodríguez Janeiro por un amigo
común, y vio a los dos en Vancouver. Con su colaboración se empezó a construir
una cadena de informantes de Yunes, algunos que fueron incondicionales de
Duarte, y que prefirieron traicionarlo para tratar de salvarse de la justicia.
Duarte está en la cárcel, casi solo y
traicionado. Una traición estratégica, porque le disminuyó recursos importantes
para su huida, se dio como consecuencia de la confesión de Manzur, con un
escolta del exgobernador, David Martínez, como protagonista. Martínez fue
recomendado a Duarte por Arturo Bermúdez, exsecretario de Seguridad Pública y
uno de los principales testigos de la PGR en el proceso contra el exgobernador.
Martínez, quien trabajó la planeación de las rutas de escape y la logística,
había 'sembrado', por instrucciones suyas, paquetes de tres y cinco millones de
pesos con personas leales a Duarte, para ser utilizadas en los momentos en que
fueran necesarios.
Martínez utilizó a uno de sus
ayudantes, Norberto García, quien entregaba el dinero a las personas
seleccionadas. Cuando Manzur delató a Duarte y entró en acción el plan B del
exgobernador, Martínez se comunicó con las personas a quienes les habían
entregado los paquetes millonarios y les dijo que “su jefe” los necesitaba. No
sospecharon trampa, según personas que supieron del plan B, y le devolvieron el
dinero que, sin embargo, nunca llegó. Desde ese momento nadie sabe nada de
Martínez, quien escapó, estiman, con unos 100 millones de pesos.
Bermúdez, el jefe de todos ellos, no
tardó mucho en darle la espalda a Duarte, quien presumía su confianza: “Él es quien cuida a mis hijos”.
Bermúdez se hacía cargo de la logística familiar, que incluyó el escape por
carretera, en vehículos separados –e intercambiados en la carretera de Veracruz
a Coatzacoalcos– de Duarte y su esposa Karime Macías. El exjefe policial le respondió hasta que lo atrapó la PGR, sin que se
sepa qué tipo de presión ejerció contra él para que comenzara a hablar.
Bermúdez tiene imputaciones de haber participado en crímenes.
Pero si en
su caso se pudo haber ejercido algún tipo de coerción, hay otros ejemplos donde
incondicionales de Duarte le voltearon la espalda. Una persona muy importante es Adolfo Mota, quien fue secretario de
Educación, y tenía una vieja relación con el senador Fernando Yunes, hijo del
gobernador Miguel Ángel Yunes, quien logró que Édgar Spinoso, oficial mayor de
la Secretaría de Educación veracruzana hasta 2014, aportara información sobre
los presuntos desvíos de recursos de ese sector a Duarte, con lo cual se
comenzaron a fincar las acusaciones penales en contra de él, y más relevante,
dijo de cuáles cuentas salieron esos dineros.
Otra persona
fundamental es Erick Lagos, quien antes de convertirse en diputado federal, fue
secretario general de Gobierno. Lagos, según cercanos a Duarte, mantuvo
comunicación permanente con el gobernador Yunes desde los tiempos de mayor
enfrentamiento con su antecesor, y en la actualidad hace trabajo político para
él en Xalapa y San Lázaro. Lagos le
aportó la mecánica para desviar, sin aparente rastro, dinero público para sus
empresas, y puso al descubierto los atajos y las formas empleadas para mantener
el flujo de recursos públicos a sus bolsillos. Lagos, aunque criticado, no
aparece por ningún lado en riesgo de ser procesado.
Es el caso también de Juan Manuel del
Castillo, subsecretario de Administración y Finanzas, uno de los funcionarios
de Duarte con mayor conocimiento de toda la red de plomería que se utilizó en
las operaciones de desvío de dinero, y era con quien hablada directamente
Rodríguez Janeiro. Una persona más que decidió colaborar con
Yunes es Jorge Carvallo, exsecretario de Desarrollo Social, de donde salieron
millones de pesos, presuntamente para convenios con medios, que nunca llegaron
a la prensa.
El grupo de traidores del
exgobernador e informantes de Yunes lo cierra Vicente Benítez, quien fue
destituido como tesorero en 2012, cuando lo detuvo la Policía Federal en el
aeropuerto de Toluca con 25 millones de pesos. Duarte lo sacó de la arena
pública, pero no de sus operaciones. Cuando cesó a Spinoso como oficial mayor
de la SEV, lo sustituyó con Benítez, quien se hacía cargo de pagar con dinero
del erario los gastos personales de Duarte, las cuentas de las tarjetas de
crédito de su esposa, y pagar la nómina del gobernador en Casa Xalapa.
Duarte tenía en ellos a sus
operadores financieros y a quienes, en las áreas de política y seguridad, le
aportaban el blindaje que necesitaba para proteger los recursos sacados del
erario. A todos ellos los benefició políticamente y desde Guatemala, donde
estuvo preso en una prisión militar, les enviaba mensajes de texto por
teléfono, generalmente en la madrugada, diciéndoles que aguantaran y que no
hablaran. Si caía él caían todos, era la advertencia, según una persona que vio
los mensajes, sin saber que ya era muy tarde. Su círculo interno lo había
traicionado y estaba delatándolo con Yunes.
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