martes, 1 de agosto de 2017

Violencia y corrupción en las cárceles.

Georgina Morett.

Cifras que nos hablan de una terrible realidad: 75.6 por ciento de la población recluida en las cáceles sufrió algún tipo de violencia psicológica al momento del arresto, y 63.8 por ciento padeció violencia física, de acuerdo con una encuesta realizada por el Inegi.

Del 63.8 por ciento de personas que fueron víctimas de agresión física en el arresto, 59 por ciento recibió patadas y puñetazos; 39 por ciento, golpes con objetos; 37 por ciento, lesiones por aplastamiento; 19.4, descargas eléctricas; 6.5, quemaduras; 4.5, violación sexual; 3.9, lesiones con arma blanca; 2.7, lesiones con arma de fuego; 7.8, otro tipo de agresión.

Lo cual significa que en México el respeto a los derechos humanos sigue siendo una quimera para casi las dos terceras partes de las personas arrestadas.


El Inegi presentó los resultados de la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL), que realizó por primera vez en 2016 en los 338 centros penitenciarios de los ámbitos federal, estatal y municipal, en las 32 entidades federativas.

Esta encuesta nos lleva de la mano por las distintas fases por las que pasa una persona privada de su libertad, desde su arresto hasta las condiciones en las que vive en la cárcel, en dónde 45.6 por ciento compartió su celda con más de cinco personas, y si esta cifra le parece alta, de ésta 12.9 compartió estancia con más de 15 personas (viviendo realmente hacinadas) y 12.5 tuvo que compartir su cama.

Otro dato preocupante es que 19.1 por ciento de la población se sintió insegura al interior de su celda, mientras que 31.9 en el centro penitenciario. Si tomamos en cuenta el tipo de penal, tenemos que se siente más inseguridad en los centros estatales y municipales que en los federales, tanto en el interior de la celda como en el centro penitenciario.

Pero también en la cárcel las personas privadas de su libertad son víctimas de conductas ilegales, según denunció 32.2 por ciento. Las principales conductas delictivas son el robo de objetos personales, con 89.2 por ciento; algo muy preocupante, las lesiones, con 24.6 por ciento; la extorsión, con 20.1; las amenazas, con 18.3, y los delitos sexuales, con 5.0 por ciento.

Lo anterior nos deja más que claro que la readaptación no es exactamente lo que viven los reos. De hecho, 59.9 por ciento considera que no podría tener una reinserción social.

Esta encuesta nos da otra terrible información de lo que viven los reos, ya que sólo 23.9 por ciento recibió visita conyugal. En 32.5 por ciento de los casos esta visita fue cada semana, en 23.1 cada mes y 5.3 por ciento recibieron la visita conyugal sólo una vez al año.

lucrativo negocio.

Entre la muy mala atención de ese lucrativo negocio para los bancos que son las Afore, la XXI Banorte gana de calle. Desde el 20 de abril sólo atiende por cita, pero la espera y el maltrato siguen siendo los mismos.

Cuando el cliente llega al centro de atención personalizada, le exigen el folio de su cita y le asignan turno, regularmente unas 50 personas detrás de la persona que están atendiendo. No hay donde sentarse, pues las sillas son insuficientes, incluso ahora que sólo admiten al titular de la cuenta.


Y personas con bastón, de cabello cano, visiblemente cansadas, tienen que esperar para ser atendidas tres o cuatro horas después de su cita. Y nadie se preocupa por ellos, ni en el Congreso ni en los partidos políticos. Habría que recordarles que ellos también votan.

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