Georgina Morett.
Cifras que nos hablan de una terrible
realidad: 75.6 por ciento de la población recluida en las cáceles sufrió algún
tipo de violencia psicológica al momento del arresto, y 63.8 por ciento padeció
violencia física, de acuerdo con una encuesta realizada por el Inegi.
Del 63.8 por ciento de personas que
fueron víctimas de agresión física en el arresto, 59 por ciento recibió patadas
y puñetazos; 39 por ciento, golpes con objetos; 37 por ciento, lesiones por
aplastamiento; 19.4, descargas eléctricas; 6.5, quemaduras; 4.5, violación
sexual; 3.9, lesiones con arma blanca; 2.7, lesiones con arma de fuego; 7.8,
otro tipo de agresión.
Lo cual significa que en México el
respeto a los derechos humanos sigue siendo una quimera para casi las dos
terceras partes de las personas arrestadas.
El Inegi
presentó los resultados de la Encuesta Nacional de Población Privada de la
Libertad (ENPOL), que realizó por primera vez en 2016 en los 338 centros
penitenciarios de los ámbitos federal, estatal y municipal, en las 32 entidades
federativas.
Esta encuesta nos lleva de la mano
por las distintas fases por las que pasa una persona privada de su libertad,
desde su arresto hasta las condiciones en las que vive en la cárcel, en dónde
45.6 por ciento compartió su celda con más de cinco personas, y si esta cifra
le parece alta, de ésta 12.9 compartió estancia con más de 15 personas
(viviendo realmente hacinadas) y 12.5 tuvo que compartir su cama.
Otro dato preocupante es que 19.1 por
ciento de la población se sintió insegura al interior de su celda, mientras que
31.9 en el centro penitenciario. Si tomamos en cuenta el tipo de penal, tenemos
que se siente más inseguridad en los centros estatales y municipales que en los
federales, tanto en el interior de la celda como en el centro penitenciario.
Pero también en la cárcel las personas privadas
de su libertad son víctimas de conductas ilegales, según denunció 32.2 por
ciento. Las principales conductas delictivas son el robo de objetos personales,
con 89.2 por ciento; algo muy preocupante, las lesiones, con 24.6 por ciento;
la extorsión, con 20.1; las amenazas, con 18.3, y los delitos sexuales, con 5.0
por ciento.
Lo anterior nos deja más que claro
que la readaptación no es exactamente lo que viven los reos. De hecho, 59.9 por
ciento considera que no podría tener una reinserción social.
Esta
encuesta nos da otra terrible información de lo que viven los reos, ya que sólo
23.9 por ciento recibió visita conyugal. En 32.5 por ciento de los casos esta
visita fue cada semana, en 23.1 cada mes y 5.3 por ciento recibieron la visita
conyugal sólo una vez al año.
lucrativo
negocio.
Entre la muy
mala atención de ese lucrativo negocio para los bancos que son las Afore, la
XXI Banorte gana de calle. Desde el 20 de abril sólo atiende por cita, pero la
espera y el maltrato siguen siendo los mismos.
Cuando el
cliente llega al centro de atención personalizada, le exigen el folio de su
cita y le asignan turno, regularmente unas 50 personas detrás de la persona que
están atendiendo. No hay donde sentarse, pues las sillas son insuficientes,
incluso ahora que sólo admiten al titular de la cuenta.
Y personas
con bastón, de cabello cano, visiblemente cansadas, tienen que esperar para ser
atendidas tres o cuatro horas después de su cita. Y nadie se preocupa por
ellos, ni en el Congreso ni en los partidos políticos. Habría que recordarles
que ellos también votan.
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