Georgina Morett.
Para que
quede claro. Las diferencias entre Andrés Manuel López Obrador y Ricardo
Monreal son cada vez más obvias. Ayer los contrastes en sus declaraciones
fueron abismales.
El delegado
en Cuauhtémoc, que innegablemente ha estado haciendo recorridos y enfrentando
la contingencia por el sismo, señaló que “en principio, estamos de acuerdo –con
las medidas propuestas por el gobierno–, no es hora de desacuerdos ni de
mezquindades, todos debemos de estar muy unidos en el plan de reconstrucción de
la zona devastada en septiembre”; posteriormente dio a conocer sus propuestas
para complementar las acciones.
Mientras que
quien fue su líder, André Manuel López Obrador, manifestó que a partir de este
viernes su partido comenzará a repartir los apoyos, porque “cuando suceden
estas desgracias muchas veces la ayuda no llega a los que lo necesitan, porque,
aunque parezca increíble se roban el dinero y no llega el apoyo a los
damnificados”, aunque tampoco específico su programa de transparencia para
otorgar los recursos.
Sólo dijo
que el “Fideicomiso 73803, Por los demás”, que se encuentra en el banco Afirme
“será administrado por mujeres y hombres honestos como Elena Poniatowska, Pedro
Miguel, Paco Ignacio Taibo, Julio Scherer, Jesusa Rodríguez, Bertha Maldonado,
el padre Alejandro Solalinde y Laura Esquivel”, esperemos que ésta última deje
su tejido para concentrarse en esta nueva labor.
Una vez más
López Obrador nos pide creer como dogma de fe y critica a los adversarios, como
si él no hubiera sido parte de este mismo sistema.
Monreal, en
adhesión a los planes dados a conocer, propone entre otras cosas declarar los
polígonos afectados como zonas económicas especiales, por ejemplo: la Zona Rosa,
el corredor Roma-Condesa, el Juárez-Cuauhtémoc, que tienen vocación turística y
cultural y deben otorgarles estímulos fiscales, créditos blandos y facilidades
a los propietarios y a los trabajadores.
Así como un
programa de vivienda media y media alta que se lleva a cabo de manera conjunta
con el sistema bancario para garantizar créditos blandos de largo plazo, y
determinar la viabilidad de reconstruir los inmuebles dañados o en los mismos
predios construir otros.
Definir un
programa de vivienda popular para reconstruir o reubicar vecindades, edificios
o inmuebles que hayan resultado afectados.
Y para las
PyMes de las zonas afectadas, propone tasa 0 en IVA e ISR durante el primer año
de la reconstrucción, tasas del 50% durante el segundo año y del 75% en el
tercer año para regularizarse.
Otra que
entró al tema como si su esposo no hubiera sido parte del gobierno federal, fue
la aspirante del PAN, Margarita Zavala, quien señaló que “tenemos que lograr
esta reconstrucción con planes transparentes, sustentables y abiertos al
escrutinio y participación de todos, especialmente de los ciudadanos. Aquí no
hay espacio para constructoras amigas, para compra de votos, ni para conflictos
de interés o socavones de corrupción”.
La pregunta
es si no han entendido que la confrontación no ayuda en un momento en que la
ciudadanía quiere respuestas y que lo mejor es unir esfuerzos con transparencia
y dejar de echar la culpa al otro.
Otro tema al
que se refirió Margarita Zavala es a la propuesta de acabar con el financiamiento
público a los partidos, que después de la petición ciudadana se ha convertido
en la mejor manera de buscar votos.
Pero hay que
recordar las viejas discusiones de cuando nació el Instituto Federal Electoral,
cuando se habló de la importancia del financiamiento público para evitar que
los grandes empresarios, y actualmente los narcotraficantes, sean los que
impongan candidatos.
Eso ha
sucedido como en el caso de los Abarca, pero de verdad si esto no se discute a
fondo podemos caer en una peor situación, en la que la aristocracia y el narco
decidan con nuestra anuencia el futuro del país.
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