Raymundo Riva Palacio.
La desconfianza con las instituciones
ha tenido un alto costo. La forma como el gobierno de Morelos detuvo torpemente
la ayuda ciudadana para las víctimas del sismo del 19 de septiembre, incendió,
con justa razón, las redes sociales. La crítica fue directa contra el responsable
político del atropello, el gobernador Graco Ramírez, a quien acusaron de lucrar
con los víveres lo que detonó el repudio que se fue ampliando como un tsunami
digital que, horas después de iniciado, detuvo la ayuda ciudadana en la Ciudad
de México. La contaminación morelense paró en seco las donaciones y dejó de
llegar ayuda a los centros de acopio, al comparar a todos los gobernantes con
Ramírez. En las zonas más pobres del oriente de la capital se agudizó la
crisis, pero continuaban sacando a sus muertos de entre los escombros.
Xochimilco,
una de las zonas más afectadas, fue un caso paradigmático. Cuatro comunidades a
las que partió la onda sísmica del martes prácticamente fueron abandonadas. San
Gregorio Atlapulco, Santa Cruz Acalpixtla, San Marcos y Santa María Nativitas,
tuvieron atención los primeros días del sismo, pero después vino el olvido. En
lo alto de los cerros, otras comunidades quedaron aún peor, porque la poca
ayuda que alcanzó a llegar el viernes, no fue posible transportarla hacia
ellos. La atención se concentró en los grandes núcleos urbanos de la capital,
los segmentos de clases medias, perfectamente urbanizados, de fácil acceso y
foco de atención mediática. En la zona
xochimilca, de origen prehispánico, pobre y marginada, la ciudadanía pasó la
factura política a los más pobres.
Un hecho, el que la policía de
Morelos detuviera el viernes los camiones de ayuda que salían de los centros de
acopio, galvanizó la desconfianza ciudadana en los políticos y las
instituciones. No
fue un invento o producto de la maledicencia de quienes tomaron Facebook y
Twitter como sus armas.
Existen experiencias claras desde
1985, que ayuda para necesitados, varias veces jamás llega a su destino. Ha
habido casos en el pasado donde se descubre que ropa, casas de campaña y
alimento para víctimas de un siniestro, terminaron en venta de garaje de
autoridades ladronas. Ha habido otros donde la desorganización en el manejo de
la ayuda y la ineficiente logística dejó por años donaciones para inundaciones
o sismos sin ser entregadas. En ocasiones más
frecuentes de las que uno quisiera ver, se detiene la distribución para que el
gobernante en turno y su gabinete, se tomen fotografías junto a la ayuda y sean
ellos quienes la repartan. No importan las necesidades urgentes, sino
transmitir que las están atendiendo.
Estas
imágenes en la mente colectiva crean condiciones para que, además de los hechos
objetivos y las denuncias factuales, corran todo tipo de versiones. Dos
organizaciones, Horizontal, que es un colectivo multidisciplinario dirigido por
dos periodistas, y Bicitekas, que además de organizar paseos en bicicleta por
la capital busca influir en las políticas públicas sobre movilidad y medio
ambiente, lanzaron en las redes sociales #Verificado19S, mediante el cual
intentan contrarrestar con información real la falsa y los rumores que corren
con impunidad por el mundo virtual, generando desinformación y contra-información.
Los rumores, aquellos de personas bien intencionadas que responden a emociones
sin corroborar la veracidad de lo que difunden, y de los que impulsan intereses
políticos o incuban rencores, desestabilizan, desvían la atención, agotan y
obstaculizan la respuesta rápida en momentos de crisis. La mezcla de verdades y mentiras, desatadas por la acción del gobierno
de Ramírez en Morelos, inyectó combustible a una sociedad empapada de ansiedad
y temor frente a lo incierto de la naturaleza y a su certidumbre de que todo lo
oficial apesta, es corrupto y, por definición, hay que rechazarlo.
La realidad
no es maniquea. La vida no se mueve únicamente entre extremos, donde uno es
bueno y el otro es malo, o blanco o negro. “La polarización de la sociedad con
medios que la alimentan, sólo crea más polarización”, dijo Sudeep Reddy,
director editorial del respetado portal estadounidense Político, en una
conferencia en el Texas Tribune Festival, en Austin. “Estar bajo el ataque de
los extremistas es muy difícil de enfrentar. Son ataques retóricos por la
batalla de los políticos”. Los ataques superan a la información verificada y
aplastan al debate informado. “Hay mucho ruido en las redes”, secundó Peter
Hamby, director de noticias de Snapchat, y conductor de su popular programa
Good Luck America.
Los 140
caracteres de Twitter, la poderosa y rápida plataforma de información,
desinformación, rumores, pasiones, sensaciones y odios, no crean información ni
desenmarañan las complejidades de la realidad. No dan contexto ni
explicaciones. “Gritan”, abundó Reddy. Las
redes sociales han reducido los periodos de atención en las plataformas
digitales, y son fáciles de hacerlos explotar. Al cruzarse con tragedias, todo
se complica, como sucedió con los miles afectados por los sismos, donde hubo
actitudes que, sin pretenderlo, se volvieron letales, y aquellos que,
escondidos en el anonimato, trataron de tensionar y romper el tejido social.
Lo que sucedió el viernes y sábado
con las víctimas del sismo es un ejemplo. Parar la ayuda en la Ciudad de México
en rechazo a las instituciones, no debía pasar y pasó.
La gente
reaccionó ante la estupidez de las autoridades morelenses y cobraron facturas a
quienes menos debían. Es cierto que la autoridad ha abusado por años de los
gobernados, pero no deja de haber responsabilidad en aquellos incapaces de
discernir o que, entre tanto alboroto, buscan sacar raja política bajo la
máscara de la ciudadanía.
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