Gabriel Sosa
Plata.
¿Ese fue el
error? ¿Sólo basarse en las “fuentes oficiales” y mantener en vilo a una
sociedad sobre el destino de una niña, inexistente, de 12 años, que -cansada,
lastimada de su pierna y su brazo- se encontraba bajo los escombros del Colegio
Rébsamen?
Hay acuerdos y decisiones editoriales
que Televisa tomó, de la mano con Secretaría de Marina, y que desconocemos. ¿En
qué consistió el acuerdo con la dependencia gubernamental para que la
televisora tuviera una posición privilegiada en el lugar del desastre para sus
transmisiones y los otros medios permanecieran detrás de la barda? ¿quién
decidió y por qué mantener en cadena nacional de televisión una historia que
cada vez era más endeble? ¿cómo fue la correa de transmisión de información
entre los rescatistas, los mandos militares, los directivos de Televisa y sus
reporteros?
Tener las respuestas al proceso de
cómo se generó esta “noticia”, se transmitió y se trató de sostener durante
varias horas, nos llevaría a conocer si hubo o no una intención deliberada para
confundir, distraer o generar una expectativa sobre un caso que, de cualquier
manera, era muy difícil de soportar conforme pasaran las horas y los días.
Hasta el momento en el que escribí este texto, por ejemplo, no sabíamos los
nombres ni los testimonios de los rescatistas -civiles o militares- que
supuestamente hablaron con Frida Sofía. Ese eslabón de comunicación es clave.
Televisa -y otros medios- se asumen
como víctimas, engañados, y señalan a la Secretaría de Marina de distorsionar
la información, la cual ofreció disculpas. En su versión pública de lo ocurrido, la periodista Denise Maerker
explicó:
“En los tres
momentos en los que estuvimos juntas (se refiere también a la reportera
Danielle Dithurbide, quien dio seguimiento a la “nota”) y que hubo contradicción
entre las versiones de dentro del colegio y este otro grupo que trabajaba en el
exterior, privilegiamos la información que te estaba dando a ti, justamente la
Marina… y nos pareció muy importante, de hecho, nos angustiaba, estar dando
información contradictoria, porque estábamos hablando de algo importantísimo,
que estaba siendo seguido por nosotros y por muchísimas personas… Siempre
optamos por la versión de la Marina”.
Esa fue una
de las debilidades de la cobertura informativa. Televisa, al igual que otros medios, favorecen con frecuencia las
“fuentes oficiales”, a veces de
manera premeditada o convenenciera, en otras por omisión no intencional, lo que
impide que sus audiencias tengan una visión más amplia de los hechos al dejar
fuera las versiones de otros actores.
El caso
#FridaSofía no fue la excepción. Así,
mientras al interior del colegio se construía una noticia falsa, afuera se
vivía otra percepción de la realidad, basada en “datos duros” (entre otros, que
las niñas con ese nombre ya estaban localizadas y no había más), que ignoraron
la televisora y otros medios. Ese desprecio (también deliberado o no) a las
“fuentes no oficiales”, generó una escalada de desconcierto, que luego se convirtió en enojo e insultos
en redes sociales hacia Televisa, sus principales conductores y la reportera
asignada para cubrir el derrumbe del colegio.
Una de las
lecciones para el gremio es que las
“fuentes oficiales” no son una garantía de información veraz. Ya se sabe, pero
particularmente este sexenio se ha caracterizado por ofrecer “versiones
oficiales” que, se ha demostrado, distan de los hechos (paradero de los
estudiantes de Ayotzinapa, la construcción de la “casa blanca” de Peña Nieto,
los contratos asignados a la empresa brasileña Odebrecht, etc.). Por decisión
editorial, Televisa optó por la “versión de la Marina”, pero como se dijo
antes, aún hay eslabones que desconocemos en la construcción de la “noticia” y
que van más allá de la cobertura que se hacía cada minuto.
En el Código
de ética de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (CIRT) se
establece que “Los medios deberán verificar, tanto como sea posible en sus
circunstancias, los hechos que reporten. Siempre que sea posible deberán
recoger la información de primera mano en su defecto, deberán buscar testigos
presenciales” (fracción tres del capítulo quinto). Televisa forma parte de la
CIRT y asume como propio dicho código. Como se aprecia, no habría cumplido con
su obligación periodística de buscar otras fuentes, que en todo momento
estuvieron a su alcance, y verificar los hechos que informaba a su audiencia.
¿Ausencia de
rigor periodístico? Puede ser, pero el problema es de origen: la estrecha
relación gobierno-Televisa y otros medios, desplaza cotidianamente las
versiones de los otros, de las organizaciones de la sociedad, de la ciudadana o
el ciudadano de a pie, y otorga un sitio privilegiado en la agenda informativa
a las “fuentes oficiales”. Mucho gobierno, poca sociedad en los noticiarios.
#FridaSofía es un efecto de ello, junto con la lógica del rating, de la
manipulación emocional, que recorre las venas de la televisión comercial y de
alguna que otra televisora pública.
DEFENSORÍA
¿A TU SERVICIO?
Estoy convencido que en el caso
#FridaSofía hubo una vulneración a los derechos de las audiencias. El artículo
sexto de la Constitución establece la obligación del Estado de garantizar que
el servicio de radio y televisión sea prestado “preservando la pluralidad y la
veracidad de la información”, lo que no ocurrió en esta cobertura. No hubo pluralidad,
sólo una fuente oficial, y tampoco veracidad en la información. Este derecho de
las audiencias se recupera, literalmente, en el artículo 256 (del capítulo IV,
relativo a los derechos de las audiencias) en la Ley Federal de
Telecomunicaciones y Radiodifusión.
¿Quién faltó a la verdad de los
hechos? ¿el gobierno o Televisa y el resto de los medios? ¿quién debiese actuar
para reparar este derecho a la información veraz vulnerado? ¿el mismo gobierno
a través de la Secretaría de Gobernación, que regula los contenidos de los
medios? ¿el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) por sus atribuciones
para supervisar el servicio de radiodifusión? Damos por hecho que ninguna de
las autoridades mencionadas asumirá el análisis del derecho violado y lo
procedente, lo que refleja los vacíos regulatorios.
En el caso de la Secretaría de
Marina, si fue un militar el que alteró la información, procedería -supongo-
una investigación interna para fincar responsabilidades. Un funcionario público
debe conducirse con responsabilidad, apego a la verdad y la legalidad, porque
sus actos tienen consecuencias sociales o económicas. El video en el que aparece una
mujer molesta, agraviada por el engaño, es un botón de muestra de cómo una
noticia puede afectar emocionalmente a parte de la audiencia.
En cuanto a Televisa, lo más lógico
es que actúe la Defensoría de las Audiencias de la CIRT. Para eso está, para
investigar lo que ocurrió en la generación de la noticia, si se violó el Código
de ética o los derechos de las audiencias previstos en la ley, y dar a conocer
públicamente el resultado de su indagación. El problema es que esta figura, la
de la CIRT, actúa en la opacidad y no son públicas sus resoluciones. Tampoco
sabemos si su función se ejerce de manera autónoma. De ahí la importancia de
que entren en vigor los lineamientos de los derechos de las audiencias,
elaborados por el IFT, y que este órgano garantice que quien ejerza esa función
esté libre de conflictos de interés con la industria.
Si usted
considera que el caso #FridaSofía violó su derecho como audiencia, presente su
queja a la Defensoría de la CIRT:
http://www.cirt.com.mx/portal/index.php/acerca/contacto. Será una oportunidad
para conocer su trabajo. Por lo pronto,
en las redes sociales, ya hubo una deliberación, un escarnio, una crítica,
durísima, hacia quienes alentaron la “noticia”, pero aún hay dudas que deben
aclararse por respeto a la sociedad, a las audiencias y al periodismo.
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