jueves, 2 de noviembre de 2017

La reconstrucción del Tec.

Javier Risco.

Reconstrucción es un término que hemos escuchado una y otra vez desde el primer sismo del 7 de septiembre, y mucho más con el que sacudió Ciudad de México. Se ha vuelto la palabra favorita de políticos y autoridades, pero, para levantarse de una tragedia como la del 19-S, ¿es suficiente ‘reconstruir’ lo que se cayó?

Han pasado 43 días y con varios peritajes internos, el Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad de México también ha tomado la decisión de ‘reconstruirse’, o, mejor dicho, construir casi desde cero. Así nos lo dijo ayer en el programa Así las cosas de W Radio Rashid Abella, vicepresidente del Tecnológico de Monterrey capitalino:

“Estamos por replantearnos un nuevo campus del Tecnológico de Monterrey en la Ciudad de México. A pesar de que los estudios nos indican que los edificios no presentan daño estructural y pudieran ser reutilizados, hemos tomado la decisión como institución de plantear un nuevo campus, porque tenemos el modelo Tec21 con características de actividades basadas en métodos donde los alumnos requieren espacios abiertos, espacios que fomenten la creatividad y la innovación, y es una oportunidad para crear un nuevo campus con estas características”.

Es necesario detenerse en esta respuesta y en las justificaciones por parte de las autoridades educativas de la reconstrucción de este campus.

Cinco jóvenes murieron, 40 salieron heridos y cientos de alumnos más siguen sin respuestas, pero la concentración de las autoridades está en justificaciones y nuevos edificios. Plantean un nuevo proyecto de ciudad universitaria porque, aunque en ningún momento señalan que ésta se hará por las afectaciones del sismo, el propio Abella declara que, pese a que sus instalaciones no “presentan daño estructural y pudieran ser reutilizados”, la institución ha decidido emprender este proyecto arquitectónico, incluso agregan a la justificación un modelo educativo que implica “espacios abiertos”.

En un asunto tan delicado hay que cuestionar más ante cada respuesta, porque no se trata de soluciones que sólo mitiguen a mediano plazo.

Sin embargo, las respuestas dadas hasta ahora generan más confusiones. En la misma entrevista, Rashid Abella acepta que, de acuerdo con un peritaje realizado por García Jarque Ingenieros, “la razón por la que los puentes cayeron es porque las ménsulas en las que se apoyaban no eran suficientemente largas, esto se atribuye a un posible error de diseño, a un posible error de construcción o bien en la supervisión de quienes estaban encargados de este proceso, las razones no son por cuestiones de daños estructurales, las razones son por unas ménsulas que a ojo de los expertos pudieron haber sido más grandes”.

¿Entonces? ¿Hubo o no negligencia? ¿Quién diseñó? ¿Quién supervisó la construcción? ¿Quién se encargaba de las revisiones periódicas que todos los edificios requieren?

En las explicaciones del funcionario hay un señalamiento directo por parte del Tecnológico de Monterrey de los posibles responsables de la muerte de los estudiantes el 19 de septiembre pasado: quienes diseñaron los puentes de su institución. No obstante, no hay respuestas claras sobre las acciones a emprender. Aseguran que van a dejárselo a las autoridades y que es a ellos a quienes corresponde la investigación, sin embargo, ¿cómo pretenden hacer una nueva construcción, si no saben qué parte del proceso falló? Es una moneda al aire en la que la apuesta son las vidas de los cientos de alumnos que ponen su seguridad en sus manos.


Reconstruirse, es más, mucho más que rehacer edificios y levantar puentes, significa sanar heridas con el acceso a la verdad, con investigación para dar respuestas a las familias y con la seguridad de que seguir adelante significa corregir errores y prevenir.

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