lunes, 25 de junio de 2018

Corrupción y espionaje no se van del todo impunes: PRI y EPN serán castigados en la urna, coinciden.



A pesar de que año con año Transparencia Mexicana exigió crear e implementar el Sistema Nacional Anticorrupción, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto México se hundió de 2013 a 2017 del lugar 106 al 135 en percepción de corrupción en el sector público, con lo que también se ubicó en el peor sitio entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y hoy destaca como el segundo más corrupto en la región latinoamericana.

El fenómeno del empeoramiento de la opacidad y la impunidad en este sexenio también se repite en el coeficiente TAI (Transparencia, Anticorrupción y lucha contra la impunidad) de Impunidad Cero, en el de impunidad de la Universidad de las Américas Puebla y en la calidad de información presupuestal de gobiernos estatales y municipales medido por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).

“Percibo un débil liderazgo político en este tema que incomoda no sólo al Gobierno federal sino a la clase política en general. Hay excepciones, por supuesto, pero en general es difícil avanzar una agenda anticorrupción para el país si los funcionarios o políticos simulan adoptar medidas o si tras bambalinas buscan frenarlas”, aseguró Eduardo Bohórquez, director de Transparencia Mexicana.

La forma en la que la administración de Peña manejó la agenda anticorrupción y de impunidad, más que el peso de las reformas estructurales dijo, ha sido “determinante” en la evaluación del gobierno saliente y la intención del voto, por lo que tendrá un costo político: se prevé que pierdan el 70 por ciento de las elecciones a Gobernador; una parte muy importante del Congreso y, cuando menos con las encuestas disponibles, la Presidencia de la República.

Maximiliano García Guzmán, especialista en Gobierno y Asuntos Públicos, explicó que para que exista la corrupción hay un conjunto de “intereses y de voluntades”, en la que participan tanto actores del sector privado como del público que es muy difícil de detectar y desmantelar.

“En el caso del Gobierno de Enrique Peña Nieto es su talón de Aquiles porque el avance fue mínimo en los marcos institucionales; encontraban muchas resistencias del sector gubernamental porque es a quien menos le convenía en echarlos a andar. Se realizó un ejercicio de simulación”, expuso.

Sobre el espionaje a activistas y el despido de MVS en 2015 a la periodista Carmen Aristegui tras la revelación de la llamada “casa blanca”, García afirmó que al “desconfiar” de la actuación de la sociedad civil y ciertos medios de comunicación, el gobierno “utiliza acciones específicas y recursos públicos para controlar y contener la labor de estas organizaciones, porque no les resultan cómodas”.

Bohórquez también recordó lo del espionaje telefónico a través de Pegasus y auditorías fiscales a organizaciones civiles y sus miembros. Contrastó que antes de 2015 la relación del gobierno con la sociedad civil fue de apertura, pero a partir de las elecciones intermedias de ese año y los escándalos de corrupción estatales, “la relación fue tornándose más tensa”.

Para el representante de Transparencia Mexicana, “las diferencias de opinión se convirtieron en descalificaciones y la segunda etapa de reformas anticorrupción ya no pudo impulsarse”, lamentó. “Esta tensión alcanzó a deteriorar también la relación con el Congreso, que desistió en su impulso de avanzar en pos de un parlamento abierto”.

Ante este marco, los candidatos a la Presidencia de la República han prometido combatir la corrupción, pero el politólogo Maximiliano García también lo ve como parte de la simulación. “Si bien la toman como bandera, los candidatos federales hacia la Presidencia no dicen con claridad qué tipo de acciones concretas se deben hacer para combatir la corrupción más allá del discurso”, afirmó. “Saben que es uno de los temas que tienen más lastimada a la sociedad. El segundo después de la seguridad”.

Por ello, si bien habrá un voto de castigo por parte del electorado hacia el partido del presidente por la inseguridad y corrupción, el académico dudó si la siguiente administración lo castigará. “Andrés Manuel es con quien menos repercusiones habrá, porque ha mandado señales de puentes con el Gobierno federal. Se investigará, pero está dispuesto al perdón. Los intereses fundamentales no se van a tocar de fondo”, afirmó evocando cuando los legisladores priistas y de Morena votaron en conjunto para elegir a los nuevos comisionados del Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI).

Manuel Guadarrama, de IMCO, expuso que también puede haber costo político a nivel municipal, que es donde más se percibe la diferencia entre el presupuesto recibido y los resultados en las calles.

En el segundo año de mandato del priista Peña Nieto, estalló el primer escándalo de corrupción por la Casa Blanca y la desaparición de 43 normalistas en Guerrero y con el transcurrir de su gestión siguieron apareciendo más: los supuestos sobornos de la constructora OHL México, desvío de recursos públicos de gobiernos estatales y el caso global de la constructora brasileña Odebrecht que, a pesar de involucrar a funcionarios de Petróleos Mexicanos, este país ha sido el único junto con Venezuela en no sancionar a los señalados. La Secretaría de la Función Pública (SFP) de la ex Procuradora Arely Gómez, también gestionada por Virgilio Andrade Martínez, sigue pasmada.

“A pesar de que en 2014 y en 2015, el Congreso de la Unión aprobó las reformas constitucionales que crearon los Sistemas Nacionales de Transparencia y Anticorrupción –lo que podría haber contribuido a una mejor evaluación internacional– una serie de escándalos en la opinión pública como Ayotzinapa, la llamada ‘casa blanca’, Oceanografía, OHL, acusaciones contra los ex Gobernadores de Aguascalientes, Coahuila, Guerrero, Nuevo León, Sonora, Tabasco, entre otros, hicieron imposible que dichos cambios institucionales tuvieran un efecto positivo en el Índice de Percepción de la Corrupción”, destacó Transparencia Mexicana en el reporte del índice de 2015, año en que el país se estancó en combate al fenómeno.

Alertó que la corrupción es el impuesto más regresivo en el país y un obstáculo directo para el acceso a los servicios más elementales para el desarrollo como salud, educación, seguridad y justicia. No obstante, México siguió retrocediendo en 2016 y 2017.

El politólogo Maximiliano García alertó que la impunidad provoca falta de confianza en las instituciones e impacta en la generación de la cultura democrática. “Naturalizamos la corrupción, se nos hace algo normal y cotidiano cuando en realidad es un fenómeno que debe combatirse”, expuso ejemplificando con los señalamientos de corrupción durante este proceso electoral que no han tenido repercusiones.

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