Javier Risco.
Un hombre en bicicleta cambió el destino del primer día del
presidente. Sus palabras le llegaron de pronto frente al Congreso y a la
siguiente mañana la enmarcaron la mayoría de los diarios: “No tengo derecho a
fallar”. Y un par de días después es necesario hablar de expectativas, nadie
como López Obrador las ha manejado a su favor: 30 millones de votos respaldados
por sueños, por ánimos de cambio, pero también por una dosis alta de hartazgo;
sin embargo, habría que decir que el tiempo de las promesas se ha agotado, la
retórica dejará de ser suficiente, del imaginario a lo real, el paso puede ser
fatal.
Ayer Roy Campos, de Consulta Mitofsky, nos puso el ansia en
números ¿Qué tanto estamos los mexicanos dispuestos a esperar? ¿Cuánto tiempo
es el prudente para empezar a ver los cambios? A López Obrador no le preocupa
la oposición, la mafia del poder se ve pequeña desde arriba, tampoco le
angustia el Presupuesto, mucho menos lo que se escriba o se diga de él en los
medios –es bien sabido que lee poco los periódicos–, pero esto sí le debe de
preocupar, el tiempo que le da el pueblo sabio para empezar a oler otro México,
para saber que se cocina el cambio.
Lea con atención lo publicado por Consulta Mitofsky:
•5 de cada 100 mexicanos esperan que los cambios se empiecen
a percibir en menos de un mes –el renglón de los más desesperados, los que
esperaron la magia como motor de transformación.
•7 de cada 100 le dan entre 2 y 3 meses. La paciencia no
alimenta a este porcentaje, el cambio también lo quieren rápido.
•14 de cada 100 podrían esperar entre 4 y 6 meses para que
comiencen a cumplirse las promesas del candidato de los tres sexenios.
•19% de los mexicanos le da entre 7 meses y un año para
respirar otro México.
•26 de cada 100 le dan de uno a tres años. Este es la franja
más grande de “pacientes”.
•Por último, 6 de cada 100 le dan entre 4 y 6 años y 5 por
ciento de los mexicanos le da más de un sexenio. Seis por ciento dice que nunca
verá los cambios, y 12 por ciento no sabe o no contestó.
Sí leyó usted bien, 45 por ciento de los mexicanos espera que
López Obrador cumpla lo prometido en menos de un año. Este es el enemigo número
uno de la cuarta transformación, si manejó como un experto las expectativas,
deberá manejar como maestro las frustraciones. Este es el nuevo reto de Andrés
Manuel, ya está en la cima, ya conquistó lo soñado, ahora su tarea será ir
convenciendo a cada uno de los mexicanos del país que recibe y de cómo el tema
de la violencia se puede resolver en por lo menos una generación –jamás en menos
de un año– y de cómo la economía podrá ver un nuevo horizonte, si se hacen bien
las cosas, al menos en tres años. Los mexicanos estamos hartos de ver la
película de la desesperanza, esa que muestra la realidad, ¿cómo nos hará
voltear a otro lado el presidente que llega?
¿Cómo le ha ido a López Obrador con la paciencia? Yo creo que
bien, los que saben dicen que el beisbol es la escuela de la paciencia, alejado
de la euforia se juega en el futuro, el que menos importa es el que batea, el
que gana los partidos es el que masca tabaco mientras batea el viento, el que
apenas está por llegar al turno. Así ha sido la carrera política de Obrador,
siempre ha estado en la antesala y ahí ha hecho maravillas, ahí ya ganó la
Serie Mundial, ahora se alejará de la paciencia, le toca el 3 y 2 al bat con un
público que espera un palo de vuelta entera.
El pueblo sabio también está impaciente, López Obrador ya
conoce este estado de ánimo, lo que no conocía era el lugar en el que lo ha
puesto la historia, ahora él está contrarreloj, su principal adversario es el
tiempo y no tiene “derecho a fallar”.
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