Por Jenaro
Villamil.
Una tragedia aeronáutica volvió a
conmocionar a la clase política y a buena parte de la sociedad poblana. Los
hechos, hasta ahora, son los siguientes:
a) A las 14:40 horas del 24 de diciembre se
desplomó la aeronave Augusta Westland 109, matrícula XA-BON, en un paraje
conocido como Cerro de la Chimenea del Chacuaco, en el municipio de Santa María
Coronango, Puebla, a unos 15 minutos de la Angelópolis.
b) En ese helicóptero viajaban la gobernadora
constitucional de Puebla, Martha Erika Alonso, quien apenas había tomado
posesión diez días antes tras un largo y tenso conflicto poselectoral, su
esposo, exgobernador y coordinador de los senadores del PAN, Rafael Moreno
Valle, sin duda, el hombre fuerte de la política en Puebla y aspirante desde
ahora a la candidatura presidencial para el 2024. Los dos personajes murieron
en el instante.
c) También murieron los otros tres
acompañantes: el piloto Roberto Coppe, el copiloto Marco Antonio Tavera y
Héctor Baltasar Mendoza, asistente del senador Moreno Valle. Tras una intensa
especulación en redes sociales, derivada de una información falsa, se confirmó
que no viajaba en esa aeronave el secretario general de Gobierno de Puebla,
Jesús Rodríguez Almeida, quien asumió como encargado de despacho del Poder
Ejecutivo estatal.
d) De acuerdo con la información
proporcionada por los secretarios del gobierno federal, Alfonso Durazo y Javier
Jiménez Espriú, sólo se sabe que la aeronave sufrió una “aparente falla aún sin
especificar” y que pertenece a la compañía privada Servicios Aéreos del
Altiplano S.A. (SAASA), propiedad de los hermanos y empresarios textileros de
Tlaxcala, José Antonio y Rafael Torres Mendoza. La empresa fue fundada en 2005
y tiene dos domicilios: el primero en Apetitlán, Tlaxcala y el otro en el
Aeropuerto Internacional Hermanos Serdán, en Puebla.
e) Información previa, publicada en
septiembre de 2016 por el corresponsal de Proceso en Guerrero, Ezequiel Flores
Contreras, indicó que esa misma aeronave, al parecer, fue utilizada por Moreno
Valle para aterrizar en Taxco, Guerrero, para hacer proselitismo electoral, en
medio de una tempestad.
f) El titular de la SCT, Javier Jiménez
Espriú, especificó en la conferencia de prensa del 24 de diciembre, que lo
único confirmado es que la pareja de Martha Erika y Rafael Moreno Valle tomaron
un helicóptero privado y “diez minutos después se perdió la comunicación” con
la torre de control. Jiménez Espriú llamó a no especular y que todo apunta,
hasta ahora, a “una aparente falla” en la aeronave.
g) La ceremonia luctuosa se realizará este 25
de diciembre, en medio de la conmoción de todo el equipo de gobierno de Martha
Erika Alonso y de la Explanada de Plaza Victoria. Desde las 9:15 horas de este
martes 25, escoltados por policías estatales, salieron del Servicio Médico
Forense de Puebla dos carrozas con los restos de la gobernadora y del
exgobernador para ser cremados a las 13:00 horas en la funeraria Valle de Los
Ángeles. Los cuerpos de las otras tres víctimas del desplome permanecen en el Semefo.
Contexto
Político.
Estos son
los hechos, hasta ahora confirmados, tanto por autoridades locales como
estatales. El desplome va más allá. Representa una tragedia de múltiples
dimensiones para el propio equipo de los Moreno Valle, para el PAN, para la oposición
política, en general, y para los ciudadanos de Puebla, en particular. La
atmósfera de invencible que había acompañado a Rafael Moreno Valle se cortó de
tajo y de manera dramática.
En esencia,
el desplome colapsó las aspiraciones presidenciales de Rafael Moreno Valle,
quien se había convertido en el “jefe de facto” de la oposición política, no
sólo del PAN, sino también del PRI, PRD y MC, desde el Senado de la República.
Como
coordinador de la segunda bancada más importante –después de Morena-, Moreno
Valle fue el impulsor de tres acciones de inconstitucionalidad contra leyes
esenciales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador: la Ley Federal de
Remuneraciones y la nueva Ley Orgánica de la Administración Pública Federal,
que creó la figura de los “coordinadores estatales” o “súperdelegados”, según
la oposición, y la atribución del Ejecutivo federal para formar comisiones
especiales como la Comisión de la Verdad de Ayotzinapa. Moreno Valle estaba
encabezando y encauzando esos litigios.
La victoria jurídica y política de
Martha Erika Alonso en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación (TEPJF), el pasado 7 de diciembre, representó un duro golpe para
Morena y una demostración de la enorme capacidad de presión y de operación
política que alcanzó Moreno Valle al inicio de este nuevo gobierno.
En medio de la disputa entre el Poder
Judicial, el Poder Ejecutivo, encabezado por Andrés Manuel López Obrador y el
Congreso, dominado en ambas cámaras por Morena, los Moreno Valle demostraron su
capacidad para alzarse con un triunfo que se veía muy difícil: contra todos los
pronósticos, el TEPJF no anuló la elección a gobernador en Puebla, consideró
como aisladas y poco determinantes las irregularidades cometidas en esa
elección y decidió por 4 votos contra 3 ratificar el triunfo de Martha Erika
Alonso.
Ella asumió la gubernatura en una
ceremonia kafkiana. Acompañada sólo por los magistrados del Tribunal Superior
de Justicia del Estado de Puebla, Alonso Hidalgo rindió protesta como
gobernadora. Las protestas de Morena y de los simpatizantes del excandidato
Miguel Ángel Barbosa Huerta se fueron apagando y el propio gobierno de Andrés
Manuel López Obrador ya había reconocido a la panista como “gobernadora
constitucional” de Puebla.
Queda aún un expediente polémico y
conflictivo en torno a Moreno Valle: la leyenda negra de espionaje durante su
gobierno, sus presuntos vínculos con el crimen organizado del huachicol, su
mano dura y autoritaria para gobernar, sus múltiples negocios y redes con
consorcios constructores muy poderosos (OHL, HIGA, etc), sus tentáculos en
distintas entidades (Quintana Roo, Tamaulipas, principalmente), etc.
En fin, se
desplomó, para muchos, el plan más ambicioso de recuperar la presidencia de la
República en 2024. Otros, desde las filas de su propio partido y desde la
sociedad civil de Puebla, observan con estupor la fragilidad de la vida y de la
política.
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