Julio Astillero.
La deshilachada oposición al gobierno de Andrés Manuel López
Obrador acabó este domingo regalándole la mejor validación posible: en términos
numéricos, ideológicos, programáticos y políticos se mostró tan precaria y
desorganizada (con visos de involuntaria comicidad en algunos momentos de
pleitos internos en el tapanco mareador en la Ciudad de México, o con
manifestantes pugnando por echar de la marcha a Vicente Fox en León) que acabó
por confirmar la supremacía actual (que, obviamente, no puede ser eterna) del
andresismo-morenismo y la persistente incapacidad de estructurarse y alcanzar
banderas políticas que prendan por parte de los opositores que, sin embargo, se
mueven...
Lo sucedido ayer estaba más que previsto, pero la
desesperación de los estrategas de la oposición a AMLO los llevó a casi repetir
el escenario de fracasos anteriores. Hubo más gente que en la manifestación
antiamlista previa, pero en una proporción que ni siquiera de manera
representativa corresponde a la baja en encuestas de opinión pública que las
firmas del ramo comienzan a adjudicar al político tabasqueño.
No tienen líderes: Felipe Calderón Hinojosa no se atrevió a
ir al Monumento a la Revolución ni se incorporó en algún tramo rumbo al Ángel
de la Independencia. Sabe que su activismo es repelido por manifestantes que no
están de acuerdo con su desconchinflada pretensión de armar un partido
familiar, denominable México Libre (¡salud!, podría ser uno de los rubros de
mejoría que prometiera la nueva organización felimargarista).
Lindando con lo grotesco, Chente Fox fue conminado, megáfono
en mano, a que abandonara una marcha en León, Guanajuato, que no quería ser
utilizada ni mal entendida a causa de la presencia de políticos, pero el
rechazado ex presidente se aferró a participar, entre entercadas menciones de
ni madres. Y en la Ciudad de México uno de los personajes que lideraron fue el
conductor de noticieros Pedro Ferriz de Con, quien aspiró a ser candidato
presidencial sin partido.
Y, salvo la coincidencia coral en algunas consignas, y el
rechazo a López Obrador en distintas formas y modos, no hubo ni hay ninguna
propuesta política viable, un plan real de construcción de una organización
opositora en serio. Desahogo, en todo caso, es lo que hubo. Contrastante en
número, actitud y fuerza respecto a la marcha del día anterior, fue el sábado
del orgullo gay que mostró a una comunidad dispuesta a defender sus derechos y
a ensanchar caminos de visibilidad y participación en los asuntos públicos. Y
es de suponerse que apabullada será esa marcha de opositores al andresismo
cuando se realice, hoy, la concentración masiva en el Zócalo capitalino.
Pero, como se apuntaba líneas atrás: y, sin embargo, se
mueve. No debe centrarse el análisis en la marcha dominical en sí (que en
Monterrey tuvo como eje al Congreso Nacional Ciudadano, dirigido por el extraño
personaje llamado Gilberto Lozano, mientras en Morelia, por ejemplo,
participaba la hermana de Felipe Calderón, llamada Cocoa). Más allá del
resultado de estas movilizaciones en las que son visibles los intereses de
grupos políticos específicos (lo que las hace poco atractivas para ciudadanos
que repelen ese tipo de ambiciones grupales o partidistas), hay un segmento
social que va ensanchando sus preocupaciones respecto al rumbo del país y la
manera de administrarlo.
Al mismo tiempo que sus opositores mostraban anemia, López
Obrador encabezaba en el Campo Marte la ceremonia de arranque del proceso de
militarización del país a título de Guardia Nacional. A diferencia del civil
Alfonso Durazo, secretario que augura logros históricos, el general que dirige
dicha Guardia, Luis Rodríguez Bucio, advirtió que hay que administrar las
expectativas a corto plazo. Lo cierto es que el despliegue por la paz de
soldados, marinos y policías federales ha iniciado. Ya se irán viendo los
resultados, entre riesgos y esperanzas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.