martes, 24 de marzo de 2020

CONCAMIN y las primeras muertes por coronavirus.


Alejandro Calvillo.

No es de extrañar, es más bien lógico, que las dos primeras muertes por coronavirus en México fueron en una persona con diabetes, la primera, y con hipertensión, la segunda. El coronavirus encuentra un buen caldo de cultivo para propagarse en la población mexicana que vive bajo las epidemias de obesidad y diabetes. Hace cuatro años, en 2016, estas epidemias fueron decretadas emergencias epidemiológicas. Las enfermedades generadas por la obesidad, llamadas enfermedades no transmisibles, se convierten en terreno fértil para las enfermedades contagiosas, como el coronavirus, al encontrar una población enferma, una población con sistemas inmunológicos debilitados, agotados.

La evidencia es abrumadora, aunque las grandes corporaciones la quieran negar, de que el cambio en la dieta de los mexicanos al consumo de comida chatarra y de bebidas azucaradas es la principal causa de estas epidemias de obesidad y diabetes que vivimos y que aumentan nuestro riesgo frente a la pandemia de coronavirus. Quien se alimenta bien tiende a la salud y aun buen sistema inmunológico. Quien se alimenta con chatarra y bebidas azucaradas tiende a la enfermedad y aun sistema inmunológico deprimido, débil.

La relación es clara: a mayor consumo de productos ultraprocesados (chatarra y bebidas endulzadas), mayor es el índice de sobrepeso y obesidad, a mayor índice de sobrepeso y obesidad, mayor es el índice de diabetes, hipertensión, enfermedades del corazón y ciertos tipos de cáncer. A mayor índice de estas enfermedades mayor es el riesgo de ser víctima de la pandemia de coronavirus.

Muertes por diabetes por cada 100 mil habitantes.

En la tabla anterior puede observarse cómo México ocupa el lugar 12 en el mundo de muertes por diabetes. Si se revisa la lista de países que superan a México en muertes por diabetes (muertes por 100 mil habitantes) la mayor parte son pequeñas islas. Considerando países con poblaciones mayores a decenas de millones de habitantes, México ocupa el primer lugar en el mundo de muertes por diabetes. La diabetes mellitus, la diabetes que es adquirida y no heredada, era considerada la diabetes de los adultos, pero ahora es cada vez más presente en edades más tempranas. En este contexto, no es de extrañar que la primera persona que muere por coronavirus en México tenía diabetes y solamente 41 años de edad.

Consumo de productos ultraprocesados por persona al año

No es coincidencia, es causa, el hecho de que México presente el mayor consumo de productos ultraprocesados, y al mismo tiempo presente uno de los mayores índices de obesidad y diabetes. La tabla anterior, realizada por la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud, muestra como los mexicanos nos convertimos en los mayores consumidores de productos ultraprocesados en América Latina.

En los hechos, México es el Imperio de la Comida Chatarra, un caldo de cultivo para el coronavirus, con más del 13 por ciento de la población adulta con diabetes y con uno de cada tres mexicanos adultos con hipertensión.

El cambio en la dieta que nos ha traído hasta aquí, a las emergencias epidemiológicas por obesidad y diabetes, y a esta vulnerabilidad agregada al coronavirus, no se hubiera dado a este grado si se hubieran aplicado las políticas recomendadas para enfrentar esta epidemia. Todas estas políticas, recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, están dirigidas a reducir el consumo de alimentos con exceso de azúcares, grasas, sodio y calorías. Para ello se recomienda prohibir la presencia de estos productos en las escuelas, su publicidad dirigida a niños, establecer etiquetado de advertencia que permitan a los consumidores saber si contienen un exceso de azúcares, sodio, grasas, calorías, etc.

Todas estas políticas han sido bloqueadas de una u otra manera en nuestro país por las grandes empresas de bebidas endulzadas y comida chatarra. Está plenamente documentada esta oposición y el contubernio de estas corporaciones con el poder ejecutivo y el legislativo durante las pasadas administraciones.

Pero las grandes corporaciones globales no dan la cara, activan a las cámaras empresariales para oponerse a estas medidas. Ahora destaca CONCAMIN y el CCE tratando de bloquear la publicación de la norma para el nuevo etiquetado de advertencia, primero con un amparo y ahora pidiendo que este etiquetado no se establezca hasta dentro de tres años, argumentando que el COVID 19 va a tener un fuerte impacto en la economía.

CONCAMIN y el CCE han actuado para que las políticas para enfrentar la obesidad y la diabetes no se implementen o se implementen de tal manera que no afecten sus ganancias y, por lo tanto, se les permita continuar su negocio tal cual, como si no tuvieran una gran responsabilidad en la vulnerabilidad con la que millones de mexicanos van a enfrentar esta pandemia con un mucho mayor riesgo de enfermar e, incluso, morir.

Un experto en salud pública y nutrición, que fue el asesor de nutrición de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud para la región de América Latina y el Caribe, el Dr. Enrique Jacoby, hablando de la vulnerabilidad frente a esta pandemia por la alta incidencia de diabetes entre los mexicanos, me comentó: “una persona con diabetes puede tener una vulnerabilidad frente al coronavirus similar al de una persona mucho mayor”.

A estas personas debemos cuidarlas, debemos resguardarlas, disminuir su exposición a riesgos, al mismo tiempo que debemos avanzar contra las epidemias que nos vuelven extremadamente vulnerables a la pandemia. Y la única manera de hacerlo es exponer a los agentes que las causan: productos, empresas, asociaciones empresariales, cabilderos, agencias de relaciones públicas, publicistas y “chayoteros” en los medios.

La más importante revista especializada en salud pública, The Journal of Public Health (JPH), señala que: “no es sorprendente encontrar que las mayores empresas de alimentos están utilizando las mismas tácticas de la industria del tabaco para influir en el entorno regulatorio. Al igual que la industria del tabaco, las alimentarias ponen la responsabilidad del problema de salud en las decisiones de los consumidores, se oponen a la intervención gubernamental argumentando que se infringe la libertad individual…usan sus campañas de marketing social para fortalecer su reputación y promover sus marcas, oponiéndose a cualquier política efectiva”.

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