Adela
Navarro Bello.
El 20 de
enero de 2020 la Comisión Nacional del Agua emitió un boletín de prensa
(disponible en la página electrónica del Gobierno de México), donde estableció
específicamente sobre el agua en Mexicali y la instalación de la empresa
cervecera Constellations Brands:
“Si bien no
se ha emitido dictamen sobre la operación de la empresa Constellations Brands
en Mexicali (decisión que en su momento deberá considerar aspectos técnicos
adicionales), desde el punto de vista del balance hídrico de la región, existe
la disponibilidad suficiente para asegurar el abastecimiento de la población
actual y futura, en cantidad y calidad e iniciar la recuperación del acuífero
mediante el intercambio de aguas superficiales y tratadas por subterráneas y la
inversión en infraestructura para mejorar la eficiencia del sistema municipal y
el Distrito de Riego. En este contexto, el abastecimiento de 5.8 Mm3 anuales de
agua superficial a la empresa Constellation Brands no amenaza el balance
hídrico en Mexicali y su valle. Por el contrario, podría llegar a representar
una oportunidad para incrementar la inversión en el mejoramiento del uso del agua
en el Valle, siempre y cuando los aspectos ambientales, sociales, económicos y
políticos lleguen a subsanarse”.
Pero en
la comunidad mexicalense en Baja California la bandera enarbolada para
solicitar la clausura de la construcción de la cervecera y por ende el inicio
de operaciones, fue siempre la falta de agua. Las cartulinas y mantas que mas
lucieron en las manifestaciones eran aquellas determinando que una empresa, y
además transnacional, llegaba a quitarle el agua a los residentes de la capital
de Baja California.
Ni el
Gobierno ni la cervecera socializaron en momento alguno el abastecimiento de
agua al Estado y la garantía de no afectar con la producción de la cervecera,
el suministro a la comunidad capitalina o a la bajacaliforniana.
El
Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien debiera ser el principal defensor
de la inversión, 43 días después que la Conago había declarado que la
edificación y operación de la cervecera no afectaba el suministro de agua a
Mexicali, que por el contrario este estaba asegurado además de la creación de
empleos directos, anunció la elaboración de una de sus consultas populares para
que fuesen los ciudadanos y nadie más quienes decidieran si continuaba o no la
construcción.
Realizada el
21 y el 22 de marzo la consulta, el resultado fue a favor de la sociedad
mexicalense que de manera sistemática desde 2017 se ha mostrado inconforme por
la construcción de la cervecera y el agua que utilizaría para su producción.
Era de esperarse que ese fuera el resultado.
Mientras
el Gobierno federal como el estatal que encabeza Jaime Bonilla Valdez habían
dado muestras de que la inversión de Constellations Brands seguiría adelante, y
que no había de qué preocuparse por el resultado de la consulta, subestimaron
una vez más a la sociedad organizada de Mexicali.
Y raro,
eh, porque sabían, como muchos de nosotros, que desde 2017 el tema de agua se volvió
prácticamente único entre los mexicalense. Lograron más con las manifestaciones
por el agua en 2017 que en décadas que estuvieron manifestándose de manera
infructuosa contra las excesivas tarifas de energía eléctrica, lucha que por
cierto poco a poco han abandonado. No así la del agua.
Tal vez
no recuerden, pero el fin de Francisco Vega de Lamadrid y su Gobierno plagado
de corrupción fue cuando a finales del 2016, y en un albazo legislativo que
tanto gusta a los gobiernos, incluidos los de Morena, aprobaron en el Congreso
del estado la Ley del Agua, que entre otras cuestiones abría ciertos servicios
a la inversión privada e incrementaba los costos.
En un
momento álgido para el país, luego de los gasolinazos del Gobierno de Enrique
Peña Nieto, los mexicalenses pasaron de tomar instalaciones de Pemex a
manifestarse frente al Centro de Gobierno de Baja California. Más de 40 mil
voces corearon el “fuera Kiko” al tiempo que le llamaban corrupto y le exigían
dar marcha atrás en la privatización del agua. Lo lograron. Días después el
entonces Gobernador panista reculó y llamó al Congreso a derogar la Ley que
semanas atrás les había ordenado aprobar.
Y el fin
de semana pasado lo lograron otra vez. 36 mil 781 personas acudieron a votar en
la consulta del Presidente, a pesar de estar frente a una contingencia de salud
y de las recomendaciones oficiales de mantener una cuarentena. La mayoría, 27
mil 973 mexicalenses, votaron por el “No estoy de acuerdo en que se termine de
construir en Mexicali la planta de cerveza Constellations Brands, porque no
quiero que se use el agua para este tipo de industrias”.
Efectivamente,
el tema que planteó el Gobierno de la República en la Consulta no fue un
desabasto de agua, sino que “no quieren que se utilice el agua para ese tipo de
industria”, con lo que cerró la puerta a futuras inversiones en la materia en
la capital de Baja California.
Ahora el
Gobierno federal esta en la disyuntiva de cuál será la salida menos onerosa
para las arcas públicas, especialmente cuando la compañía cervecera ha gastado
en la construcción en Mexicali mil millones de dólares. ¿Se los regresarán? ¿Le
conseguirán otro sitio donde instalarse? ¿Sonora? ¿Tabasco? Una comunidad donde
la sociedad sí esté de acuerdo en que parte del agua se destine a la industria
de la cerveza.
En Baja
California el Gobierno de Jaime Bonilla no está menos afectado. El Gobernador
apoyó públicamente la permanencia de la inversión de Constellations Brands, aun
cuando dijo basar su razonamiento en que los estudios que realizó la Semarnat
develaron que en Mexicali había suficiente agua, incluso para la operación de
la cervecera. El resultado de la consulta fue además de un revés al Gobierno
Federal, un golpe al incipiente y corto Gobierno de Jaime Bonilla Valdez. Las
resistencias, como a Francisco Vega, le movieron no solo el tapete del
populismo, sino el de la inversión.
El
problema ahora es precisamente ese, ¿cuál empresa querrá invertir en Baja
California cuando no existe la certeza de concluir un proyecto en el que se han
invertido cientos de millones de dólares? O en cualquier otro wstado de la
República mexicana, pues si las resistencias se unen, como en el caso de
Mexicali, ganan cualquier consulta, así la quieran copetear desde el Gobierno.
Por ahí
ya andan con otras salidas, que la empresa tiene un convenio para comprar agua
a la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Mexicali, o que les ofrecerán
comprar el agua que genere la desalinizadora que aun no se aprueba y por lo
tanto no se construye en Baja California.
La
sociedad ya lo decidió: no quieren que se utilice el agua (de BC donde fue la
consulta) en esa industria.
Ahora sí
que por subestimar a la resistencia, o creer que no hay más resistencia que la
que encabezó el hoy Presidente de la República, perdieron la inversión, y la
certeza jurídica para las empresas.
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