La
elección del Estado de México es un cochinero. El PRI y el gobierno se han
puesto a regalar mugre y media a la pobre gente necesitada de las comunidades
más rezagadas. Abusan de las carencias reales, de la radical ausencia de la
llamada cultura del esfuerzo, y de la presencia perenne de la demanda mexicana:
el gobierno está para ayudarme. Bajo el
cínico –aunque exquisitamente nacional– eufemismo del 'apoyo social',
secretarios de Estado, incluso de dependencias como Hacienda (who should know
better), el gobernador y hasta la esposa del presidente reparten tinacos,
sillas de ruedas, pensiones, escrituras, re-afiliaciones a distintos programas
asistenciales, gallinas, pollos, hornos de microondas, lavadoras, monederos
electrónicos, materiales de construcción, fertilizantes, uniformes escolares y
cuanta porquería inventen. Todo, en muchas ocasiones según los medios
nacionales, a cambio de la credencial de elector. No sé si les alcance para ganar, pero estoy seguro que basta para
alejar a mucha gente de la política electoral en México. No tienen vergüenza.
Ahora bien, no podrían incurrir en
semejantes cochinadas sin un 'compló': electoral, del INE;, de la oposición en
el Congreso y la Suprema Corte; la Secretaría de Hacienda. Me explico.
El
gobierno viola con descaro el espíritu –“sin rubor”, parece que dijo Peña
Nieto– de la ley, mientras que el PRI cumple, más o menos, con la letra. Y el
INE no dice esta boca es mía. Se niega a atraer la elección y la deja en manos
de una autoridad local entregada, comprada y controlada por completo por las
autoridades de Toluca.
En segundo lugar, la oposición en ambas cámaras tendría cómo
boicotear diversos temas de interés para el Ejecutivo en el Congreso –desde
nombramientos de embajadores y de la adorno-currículum vicepresidenta del
Inegi, hasta el Presupuesto, la Ley de Seguridad Interior y la neutralización
de la reforma judicial de 2008– a menos de que Peña y su gabinete desistieran
de su desfachatez y de sus mañas. Pero
para eso se necesitaría un mínimo de columna vertebral en dicha oposición (son
iguales PAN, PRD), que por supuesto no se ve por ninguna parte.
De
la SCJN. Sabemos que no debe ocuparse de cuestiones electorales, para eso está
el TEPJF. Pero la acción del gobierno no es estrictamente electoral: es
criminal, inmoral y violatoria de todas las reglas de acción gubernamental. En
una palabra, anticonstitucional, y eso sí es materia suya. “Es inconcebible que los abogados de la
oposición no busquen la manera –aunque fracasen– de obligar a la SCJN a
definirse al respecto”.
Por
último, está el problema fiscal. El dinero con el que Rosario Robles, Eruviel
Ávila, Luis Miranda, etcétera regalan todo lo regalable es nuestro: de los
contribuyentes. No es del Edomex, que como todas las entidades federativas
no recauda nada. Es de las magnánimas dependencias federales, pero en ninguna parte, que yo sepa, se
estipuló que esos recursos se debían gastar en esas comunidades en estos
momentos.
Si se aprobó ese gasto para el
Edomex en el Presupuesto, no se determinó que se entregara en las dos semanas
previas a la veda electoral. Y si no se
definió el destino estatal del gasto de las dependencias federales
involucradas, podemos preguntarnos por qué se canalizan tantos dineros a un
estado ni tan rico, pero tampoco tan pobre. El Edomex ocupa el lugar 16 en
PIB per cápita y en desarrollo humano de la ONU: a la mitad exactamente. O por qué se concentran los recursos en
dádivas personales y no en escuelas o clínicas o caminos o cualquier esfuerzo
colectivo, no individual. La respuesta es obvia: porque aún en el Estado de
México, el voto es individual.
¡Qué asco!
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