martes, 19 de diciembre de 2017

Apoyo, pero ya no con la misma fuerza.

Georgina Morett.

Sin duda, la prisión domiciliaria de Elba Esther Gordillo es un hecho que debe preocupar al PRI, pues tendrá mayores posibilidades de movimiento y de acercarse a sus allegados; sin embargo, cercanos al sindicato y al Panal aseguran que ya no tiene gran influencia entre los maestros y, muchos menos, en el partido.

Y la mejor muestra de ello es que el año pasado se renovó, por voto secreto, la sección 36 del SNTE, a la que pertenecía Gordillo Morales, y por primera vez ganó Rigoberto Vargas Cervantes, quien no es de su grupo.

De hecho, el actual dirigente del SNTE, Juan Velásquez, ya cambió a todos los secretarios generales, por lo que la era de Elba Esther Gordillo quedó en el pasado, aseguran.

Si el nuevo líder quería afianzar su liderazgo, tenía que acabar con el entramado que forjó la maestra durante 24 años.

Ya no son los tiempos en que, para sabotear una elección, la maestra reunía a los principales cuadros del SNTE y les daba línea de por quién votar y cómo cuidar las casillas el día de la contienda, como le sucedió en Baja California a Jorge Hank Rhon, con maestros convenidos y decididos a hacer todo, no sólo por su líder, sino también por mejoras salariales.

O la más mencionada, cuando, después de un terrible pleito con Roberto Madrazo, habló con gobernadores priistas para que operaran a favor de Felipe Calderón en el 2006.

En las relaciones de complicidad siempre se da algo a cambio, y ahora no tiene mucho que dar, pero también es cierto que quedan lealtades y éstas pueden servir ahora a la candidatura de Morena.

A cambio de qué, aseguran, que, de una amnistía, porque es diferente estar en prisión domiciliaria que verdaderamente libre.

Y después de 24 años al frente del sindicato, ya que traicionó a su maestro en política, Carlos Jonguitud Barrios, en 1989, y fue detenida en febrero de 2014, la maestra no sólo fue el gran factótum del SNTE, sino también de la política mexicana.

Y todavía tiene de su lado a personajes importantes que la han acercado a Andrés Manuel López Obrador, como Marcelo Ebrard, que, sin duda, ocupará un cargo en el gobierno, como la Secretaría de Seguridad Pública, que López Obrador anunció que volvería a crear.

O bien a Miguel Ángel Jiménez, quien fue dirigente del Panal y ha servido como puente entre Morena y Gordillo. Además, es muy cercano a Ernesto Cordero.

Sin duda, quien ha ocupado un papel preponderante en esta relación es su yerno, Fernando González, quien, junto con Rafael Ochoa, exsecretario general del SNTE, han sido el enlace con López Obrador.

Fernando González, aseguran, es su socio en los negocios, su estratega político y la persona más cercana, pero es imposible decir que heredó su poder, y eso quedó claro cuando fue subsecretario de Educación en el sexenio de Felipe Calderón.

Otros apoyos en este acercamiento señalan, como Julio Scherer, quien es estratega de López Obrador y mantiene una relación de amistad estrecha con la maestra.

Pero en Nueva Alianza las relaciones con Elba Esther Gordillo están rotas casi por completo, y aseguran que tienen el control del magisterio.

Finalmente, este apoyo no ha sido del todo claro, ya que en las últimas elecciones sus porcentajes electorales han estado por abajo de lo que se esperaba.

De hecho, ya cambiaron los tiempos en que los sindicatos eran quienes operaban una elección y ofrecían el voto de sus agremiados.


Pero tener a una política herida con la posibilidad de manejar sus redes, es, de cualquier forma, un peligro para el PRI en una elección que se espera verdaderamente competida.

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