Georgina Morett.
Sin duda, la
prisión domiciliaria de Elba Esther Gordillo es un hecho que debe preocupar al
PRI, pues tendrá mayores posibilidades de movimiento y de acercarse a sus
allegados; sin embargo, cercanos al sindicato y al Panal aseguran que ya no
tiene gran influencia entre los maestros y, muchos menos, en el partido.
Y la mejor
muestra de ello es que el año pasado se renovó, por voto secreto, la sección 36
del SNTE, a la que pertenecía Gordillo Morales, y por primera vez ganó
Rigoberto Vargas Cervantes, quien no es de su grupo.
De hecho, el
actual dirigente del SNTE, Juan Velásquez, ya cambió a todos los secretarios
generales, por lo que la era de Elba Esther Gordillo quedó en el pasado,
aseguran.
Si el nuevo
líder quería afianzar su liderazgo, tenía que acabar con el entramado que forjó
la maestra durante 24 años.
Ya no son
los tiempos en que, para sabotear una elección, la maestra reunía a los
principales cuadros del SNTE y les daba línea de por quién votar y cómo cuidar
las casillas el día de la contienda, como le sucedió en Baja California a Jorge
Hank Rhon, con maestros convenidos y decididos a hacer todo, no sólo por su
líder, sino también por mejoras salariales.
O la más
mencionada, cuando, después de un terrible pleito con Roberto Madrazo, habló
con gobernadores priistas para que operaran a favor de Felipe Calderón en el
2006.
En las
relaciones de complicidad siempre se da algo a cambio, y ahora no tiene mucho
que dar, pero también es cierto que quedan lealtades y éstas pueden servir
ahora a la candidatura de Morena.
A cambio de
qué, aseguran, que, de una amnistía, porque es diferente estar en prisión
domiciliaria que verdaderamente libre.
Y después de
24 años al frente del sindicato, ya que traicionó a su maestro en política,
Carlos Jonguitud Barrios, en 1989, y fue detenida en febrero de 2014, la
maestra no sólo fue el gran factótum del SNTE, sino también de la política
mexicana.
Y todavía
tiene de su lado a personajes importantes que la han acercado a Andrés Manuel
López Obrador, como Marcelo Ebrard, que, sin duda, ocupará un cargo en el
gobierno, como la Secretaría de Seguridad Pública, que López Obrador anunció
que volvería a crear.
O bien a
Miguel Ángel Jiménez, quien fue dirigente del Panal y ha servido como puente
entre Morena y Gordillo. Además, es muy cercano a Ernesto Cordero.
Sin duda,
quien ha ocupado un papel preponderante en esta relación es su yerno, Fernando
González, quien, junto con Rafael Ochoa, exsecretario general del SNTE, han
sido el enlace con López Obrador.
Fernando
González, aseguran, es su socio en los negocios, su estratega político y la
persona más cercana, pero es imposible decir que heredó su poder, y eso quedó
claro cuando fue subsecretario de Educación en el sexenio de Felipe Calderón.
Otros apoyos
en este acercamiento señalan, como Julio Scherer, quien es estratega de López Obrador
y mantiene una relación de amistad estrecha con la maestra.
Pero en
Nueva Alianza las relaciones con Elba Esther Gordillo están rotas casi por
completo, y aseguran que tienen el control del magisterio.
Finalmente,
este apoyo no ha sido del todo claro, ya que en las últimas elecciones sus
porcentajes electorales han estado por abajo de lo que se esperaba.
De hecho, ya
cambiaron los tiempos en que los sindicatos eran quienes operaban una elección
y ofrecían el voto de sus agremiados.
Pero tener a
una política herida con la posibilidad de manejar sus redes, es, de cualquier
forma, un peligro para el PRI en una elección que se espera verdaderamente
competida.
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