Martín Moreno.
Aunque en privado, ya reposando en su penthouse de Polanco,
Elba Esther Gordillo asegura que “no guardo rencores” en contra de Peña Nieto y
de su gobierno por haber sido encarcelada durante casi 4 años, se antoja muy difícil suponer que un
personaje de la naturaleza, entraña y poder de Gordillo, pueda perdonarle a
Peña y a su gobierno haberla tratado como una vulgar delincuente, encerrado en
una celda junto a asesinas y criminales, y exhibirla, a los ojos de todos, como
una corrupta lideresa sindical.
Francamente, no
visualizamos a Elba Esther otorgándole el perdón a Peña.
¿Qué ya hay sociedad electoral entre el PRI y Nueva Alianza,
partido propiedad de la señora Gordillo, para la presidencial del 2018? Cierto.
¿Y? ¿Eso qué? Una cosa es la estrategia
para sacar de prisión a Elba y otra, muy diferente, lo que la maestra lleva
guardado en el corazón: nada menos que la traición de Peña Nieto.
Y la traición, en
política y en la vida, no se perdona. Se castiga.
Y Peña Nieto traicionó
a Gordillo.
¿O acaso podrá Elba
Esther perdonar qué de su vida millonaria, entre mansiones, boutiques, autos
lujosos, avión privado, viajes, joyas, pieles, poder político y sirvientes,
pasó, de un día para otro, a una celda fría y oscura, comiendo un puñado de
arroz, frijoles y carne dura, entrándole a la fajina carcelaria y portando un
uniforme beige, como una más de las reclusas en prisión? No.
¿O acaso podrá Elba
Esther olvidar que fue usada y utilizada por el gobierno de Peña Nieto para que
el cuestionado presidente diera un manotazo en el escritorio, encarcelándola, y
así ganar credibilidad, al enviar el mensaje de que iba a ser un político de
mano dura, en un símil sexenal e histórico a lo que hizo Carlos Salinas de
Gortari con Joaquín Hernández Galicia, La Quina? No.
¿O acaso podrá Elba
Esther ignorar qué durante prácticamente todo el sexenio de Peña, su cabeza fue
exhibida como trofeo en Los Pinos, como advertencia para todo aquel que se
opusiera a los designios de Peña Nieto y del poder tras el trono, encarnado en
Luis Videgaray? No.
¿O acaso podrá Elba
Esther fingir demencia ante lo que resultó evidente: ¿ser una presa política
del gobierno peñista, más por cuestiones de imagen presidencial que por asuntos
de impartición de justicia? No.
¿O acaso podrá Elba
Esther borrar de su memoria que mientras su adorada hija, Mónica Arriola
Gordillo, batallaba contra el maldito cáncer, necesitando como nunca a su
madre, y moría en marzo de 2016, ella continuaba en un calabozo por órdenes del
presidente de la República? No.
“A tus enemigos
perdónalos, pero jamás olvides sus nombres”, solía decir John F. Kennedy.
Y esa máxima hoy bien
la podría asumir Gordillo, a pesar de que, en su casa, diga que no guarda
rencores.
A Peña se le acaba el
poder dentro de unos cuántos meses.
Y ya lo sabemos: la
venganza es un platillo que se come frío.
“Si Elba Esther
Gordillo está en la cárcel, no es, estrictamente, por cuestiones monetarias,
fiscales o delitos financieros. Su reclusión va más allá.
“Por lo investigado para este capítulo – y si bien son
conocidos sus abusos cuando era dirigente del SNTE (como lo presentaremos en
éstas páginas) y por los testimonios y hechos que como periodista he percibido
para la integración de esta historia-, puedo
inferir que Elba Esther Gordillo está en prisión más por cuestiones políticas
que por asuntos de manejo ilícito de dineros.
“Enviarla a prisión
obedeció, más que a un intento de hacer justicia a la educación básica en
México y de sanear al sindicato magisterial, a razones eminentemente políticas.
“Peña Nieto nunca vio
con buenos ojos a Elba Esther Gordillo….
“¿Por qué Elba Esther a
la cárcel?
“Por ser contraria y
crítica del presidente de la República”.
Los párrafos anteriores se incluyen en mi libro “Los demonios
del sindicalismo mexicano”, capítulo “Elba Esther: La Quina de Peña Nieto”.
(Edit. Random House / Aguilar). En ese trabajo periodístico, se retrata, a
detalle, cómo, quiénes y porqué se decidió el encarcelamiento de la hasta
entonces todopoderosa del sindicato magisterial.
Cierto, desde el 2015
lo advertimos:
Elba Esther Gordillo
era una presa política del régimen peñista.
Sin duda.
Seguramente la señora
Gordillo permanecerá quietecita en su penthouse de Polanco, mientras sus operadores
políticos consolidan la alianza electoral entre el PRI y el Panal. De momento,
ambos se necesitan políticamente: el priismo para obtener más votos, y los
aliancistas para ver a su jefa fuera de la cárcel.
Pero esa alianza tiene
fecha de caducidad.
Terminará a la
medianoche del último día de gobierno de Enrique Peña Nieto.
Entonces sí llegará la
hora de cobrar facturas por parte de Elba Esther Gordillo a Peña Nieto.
Sin duda.
ABRAZO NAVIDEÑO. A los lectores de esta columna y a mis
compañeros en SinEmbargoMX, les envío un abrazo afectuoso, deseando que pasen
estupenda cena navideña. Saludos a todos.
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