miércoles, 20 de diciembre de 2017

“No guardo rencores”: Elba Esther

Martín Moreno.

Aunque en privado, ya reposando en su penthouse de Polanco, Elba Esther Gordillo asegura que “no guardo rencores” en contra de Peña Nieto y de su gobierno por haber sido encarcelada durante casi 4 años, se antoja muy difícil suponer que un personaje de la naturaleza, entraña y poder de Gordillo, pueda perdonarle a Peña y a su gobierno haberla tratado como una vulgar delincuente, encerrado en una celda junto a asesinas y criminales, y exhibirla, a los ojos de todos, como una corrupta lideresa sindical.

Francamente, no visualizamos a Elba Esther otorgándole el perdón a Peña.

¿Qué ya hay sociedad electoral entre el PRI y Nueva Alianza, partido propiedad de la señora Gordillo, para la presidencial del 2018? Cierto. ¿Y? ¿Eso qué? Una cosa es la estrategia para sacar de prisión a Elba y otra, muy diferente, lo que la maestra lleva guardado en el corazón: nada menos que la traición de Peña Nieto.

Y la traición, en política y en la vida, no se perdona. Se castiga.

Y Peña Nieto traicionó a Gordillo.

¿O acaso podrá Elba Esther perdonar qué de su vida millonaria, entre mansiones, boutiques, autos lujosos, avión privado, viajes, joyas, pieles, poder político y sirvientes, pasó, de un día para otro, a una celda fría y oscura, comiendo un puñado de arroz, frijoles y carne dura, entrándole a la fajina carcelaria y portando un uniforme beige, como una más de las reclusas en prisión? No.

¿O acaso podrá Elba Esther olvidar que fue usada y utilizada por el gobierno de Peña Nieto para que el cuestionado presidente diera un manotazo en el escritorio, encarcelándola, y así ganar credibilidad, al enviar el mensaje de que iba a ser un político de mano dura, en un símil sexenal e histórico a lo que hizo Carlos Salinas de Gortari con Joaquín Hernández Galicia, La Quina? No.

¿O acaso podrá Elba Esther ignorar qué durante prácticamente todo el sexenio de Peña, su cabeza fue exhibida como trofeo en Los Pinos, como advertencia para todo aquel que se opusiera a los designios de Peña Nieto y del poder tras el trono, encarnado en Luis Videgaray? No.

¿O acaso podrá Elba Esther fingir demencia ante lo que resultó evidente: ¿ser una presa política del gobierno peñista, más por cuestiones de imagen presidencial que por asuntos de impartición de justicia? No.

¿O acaso podrá Elba Esther borrar de su memoria que mientras su adorada hija, Mónica Arriola Gordillo, batallaba contra el maldito cáncer, necesitando como nunca a su madre, y moría en marzo de 2016, ella continuaba en un calabozo por órdenes del presidente de la República? No.

“A tus enemigos perdónalos, pero jamás olvides sus nombres”, solía decir John F. Kennedy.

Y esa máxima hoy bien la podría asumir Gordillo, a pesar de que, en su casa, diga que no guarda rencores.

A Peña se le acaba el poder dentro de unos cuántos meses.

Y ya lo sabemos: la venganza es un platillo que se come frío.

“Si Elba Esther Gordillo está en la cárcel, no es, estrictamente, por cuestiones monetarias, fiscales o delitos financieros. Su reclusión va más allá.

“Por lo investigado para este capítulo – y si bien son conocidos sus abusos cuando era dirigente del SNTE (como lo presentaremos en éstas páginas) y por los testimonios y hechos que como periodista he percibido para la integración de esta historia-, puedo inferir que Elba Esther Gordillo está en prisión más por cuestiones políticas que por asuntos de manejo ilícito de dineros.

“Enviarla a prisión obedeció, más que a un intento de hacer justicia a la educación básica en México y de sanear al sindicato magisterial, a razones eminentemente políticas.

“Peña Nieto nunca vio con buenos ojos a Elba Esther Gordillo….

“¿Por qué Elba Esther a la cárcel?

“Por ser contraria y crítica del presidente de la República”.

Los párrafos anteriores se incluyen en mi libro “Los demonios del sindicalismo mexicano”, capítulo “Elba Esther: La Quina de Peña Nieto”. (Edit. Random House / Aguilar). En ese trabajo periodístico, se retrata, a detalle, cómo, quiénes y porqué se decidió el encarcelamiento de la hasta entonces todopoderosa del sindicato magisterial.

Cierto, desde el 2015 lo advertimos:

Elba Esther Gordillo era una presa política del régimen peñista.

Sin duda.

Seguramente la señora Gordillo permanecerá quietecita en su penthouse de Polanco, mientras sus operadores políticos consolidan la alianza electoral entre el PRI y el Panal. De momento, ambos se necesitan políticamente: el priismo para obtener más votos, y los aliancistas para ver a su jefa fuera de la cárcel.

Pero esa alianza tiene fecha de caducidad.

Terminará a la medianoche del último día de gobierno de Enrique Peña Nieto.

Entonces sí llegará la hora de cobrar facturas por parte de Elba Esther Gordillo a Peña Nieto.

Sin duda.


ABRAZO NAVIDEÑO. A los lectores de esta columna y a mis compañeros en SinEmbargoMX, les envío un abrazo afectuoso, deseando que pasen estupenda cena navideña. Saludos a todos.

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