Raymundo Riva Palacio.
El
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, contra las cuerdas, tuvo
que atajar lo que no sólo le está costando políticamente, sino que se está
convirtiendo rápidamente en la percepción que, como respuesta por haber sido
relegado en la sucesión presidencial, está jugando las contras al presidente
Enrique Peña Nieto y al precandidato José Antonio Meade. Osorio Chong no quiere
que se le compare con Manuel Camacho, quien, en un arrebato por perder la
candidatura presidencial frente a Luis Donaldo Colosio, buscó descarrillarlo y
presentarse como sustituto. La bala que mató a Colosio en marzo de 1994 también
perforó sus ambiciones, por haber sido responsable directo de un clima de
inestabilidad social y política en el país. Cuando semanas después se le
preguntó a Miguel Montes, primer fiscal que investigó el asesinato, sobre el
entorno que llevó al crimen, respondió: “Los climas matan”.
La analogía Camacho-Colosio y Osorio
Chong-Meade es más que una hipótesis, porque el secretario de Gobernación, según
personas que hablaron con él tras el destape, está molesto –en público lo
niega– por su desplazamiento por parte del grupo político encabezado por el
secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, con quien se ha enfrentado
por años. A Osorio Chong le apura que no se le vaya a etiquetar como traidor, o
que se piense que, como en el caso de Camacho, su objetivo es aniquilar la
campaña del precandidato del PRI para que él pudiera ser el sustituto.
Durante todo
el tiempo tras el destape, el secretario guardó un bajo perfil, que tuvo que
modificar esta semana cuando se dieron movimientos dentro de la campaña de
Meade y del partido, que no le favorecían. Según observadores experimentados en
Hidalgo, Osorio Chong ordenó provocar una ruptura dentro del Partido Encuentro
Social, que nació en ese estado con cercanos a él, y que esta semana postuló a
Andrés Manuel López Obrador como su candidato presidencial. Se espera que en breve renuncie el
coordinador de la bancada del PES en el Congreso, Alejandro González Murillo,
sobrino del ex procurador y exgobernador de Hidalgo, Jesús Murillo Karam, a
menos que López Obrador cambie la decisión de no entregarle un escaño
senatorial. Varios alcaldes en Hidalgo cercanos al partido también lo dejarían,
mientras que Osorio Chong pidió a sus subsecretarios institucionalidad y apoyo
total al presidente.
Las señales que afectaron a Osorio
Chong fueron las jugadas de ajedrez que hizo Videgaray. Se removió al líder del
PRI en la Ciudad de México, Eruviel Ávila, para sumarlo a la campaña de Meade,
y se nombró a Francisco Olvera, exgobernador de Hidalgo, como delegado del
Comité Ejecutivo Nacional del partido en la Ciudad de México. Ávila es muy
cercano al canciller, y el traslado lo coloca rumbo no sólo a una senaduría de
mayoría, sino desafía a Osorio Chong en la coordinación del grupo parlamentario
en la próxima legislatura, a donde se enfilará el secretario de Gobernación
probablemente en enero.
La pinza que
lo apretó fue Olvera. Aunque éste llegó a la gubernatura con el apoyo de Osorio
Chong, desde el principio de su sexenio empezó su distanciamiento. Olvera, de
acuerdo con observadores hidalguenses, estableció una sólida amistad con Mikel
Arriola, quien es parte del equipo político de Meade, y actual candidato del
PRI al gobierno capitalino. Arriola, con el aval de Meade, solicitó a Videgaray
que intercediera para que Olvera sustituyera a Ávila, que es lo que pasó el
lunes. El choque entre los dos exgobernadores de Hidalgo se había profundizado
con el proceso de sucesión en el estado, donde Osorio Chong impulsó a Omar
Fayad como candidato del PRI, por lo que su incorporación en el equipo ganador
de la sucesión es una afrenta.
La ecuación política no le favorece a
Osorio Chong, cuya actitud distante y seca tras el destape de Meade, le cerró
espacios de movilización interna. El secretario de Gobernación lleva cinco años
de luchas intestinas contra el grupo de Videgaray, y el propio Meade ha
reconocido públicamente que como colegas del gabinete, cuando ocupaba la
cartera de Hacienda, tuvieron choques y diferencias. Osorio Chong reconoció en una extraña
entrevista que sí se dieron esos rozones, pero los explicó como resultado de la
responsabilidad que tenían ambos en sus respectivos cargos. No fueron
enfrentamientos ni hay alejamiento, subrayó el secretario. Este es el mensaje
que ha transmitido a su equipo en Bucareli, insistiendo que su relación con
Meade es muy buena.
La reacción que tuvo Osorio Chong en
la entrevista lo mostró como un hombre a la defensiva, que está tratando de
cambiar la delicada ubicación política en la que se encuentra. Quiere borrar
todo lo que ha hecho en el pasado inmediato, como haber buscado, a través de
sus lugartenientes en Bucareli, dañar la candidatura de Meade al pedir a varios
periodistas que le maximizaran la difusión del video donde Videgaray hizo el
pre-destape, con énfasis en que se había echado a perder la candidatura.
Tampoco hizo el trabajo para mantener al PES alienado al PRI, ni resolvió
expeditamente que se le cumplieran los acuerdos negociados por el apoyo en las
elecciones del Estado de México.
Osorio Chong está en déficit tras el
destape. Los temores sobre él no son percepciones. Dentro del gobierno y en la
campaña han detectado lo que está haciendo el secretario o dejando de hacer, y
piensan en donde se toman decisiones, que se tiene que acelerar su salida.
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