Javier Risco.
Cada jefe de
Gobierno en CDMX ha buscado dejar un legado de su administración, una especie
de herencia para los capitalinos que les recuerde que ellos estuvieron al
frente. En el caso de Andrés Manuel López Obrador, los segundos pisos; Marcelo
Ebrard lo intentó con la Línea 12 del Metro, y para Miguel Ángel Mancera, eso
significó la Reforma Política y la primera Constitución de la capital del país.
En la
Asamblea Constituyente, que redactó la Constitución, se logró algo inédito
entre todos los partidos: ponerse de acuerdo. Incluso con el aval de muchas
organizaciones sociales, que también tuvieron un papel fundamental en la
construcción de una Constitución que tocó poderes que parecían inalcanzables en
el país, tanto que la PGR, la CNDH y hasta el poder judicial de la ciudad
buscaron impugnarla ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Frente a
cada una de las críticas, Mancera se mantuvo firme: la Constitución era
innovadora, era la visión de su gobierno para la ciudad. Aseguró que la
defendería de los que la atacaban… pero el primero y más efectivo enemigo de la
Carta Magna capitalina ha sido su propia administración. Esta es la historia de cómo el propio Mancera saboteó lo que presumió
como su legado político en la ciudad.
Ayer, la
Asamblea Legislativa se preparaba para aprobar las 4 leyes secundarias que por
mandato legal debían aprobar antes del 31 de diciembre. Leyes que normarían el
funcionamiento de los tres poderes, las alcaldías –nuevas en la ciudad– y la
ley electoral aprobada en julio. La ALDF, comandada por el PRD y el PAN, y con
la alianza del PRI y la insuficiente
oposición de Morena, ha logrado borrar en las leyes reglamentarias los grandes
avances presumidos en la Constitución capitalina. Aquí tres ejemplos de cómo la
administración mancerista echó abajo su legado:
–La
eliminación del fuero: mientras la
Constitución de la ciudad dice que nadie en CDMX gozará de fuero, en la Ley del
Congreso se mandata a la Mesa Directiva defender esta protección legal a los
diputados que, en caso de ser acusados de un delito, no podrían pisar cárcel de
inmediato. Por cierto, una ley que fue dictaminada por el diputado perredista
Manuel Ballesteros, a quien la SCJN ordenó su arresto y que sigue libre, con
fuero y protegido en la ALDF.
–#AlcaldíasAbiertas:
los ciudadanos que tanto contribuyeron a
que la Constitución los incluyera para ejercer un contrapeso a las decisiones
de los tres poderes, quedaron fuera. En las alcaldías, por ejemplo, los concejales que vigilarían a los alcaldes serán
elegidos en una planilla de carro completo, que implica que el alcalde tendrá
el 60% del Concejo a su favor, lo que implica poca autonomía de este órgano que
costará a la ciudad entre 1.7 y 6.4 millones de pesos al mes, dependiendo el
sueldo que ellos mismos se asignarán, a propuesta del alcalde al que deben
fiscalizar.
–Paridad de
género: una de las conclusiones más aplaudidas de la Constitución fue la
garantía explícita que debía haber tantos hombres como mujeres en los tres
poderes. Sin embargo, en la Ley del
Congreso, dictaminada por puros hombres, se eliminó la obligación de que los
próximos diputados garanticen que, en la Mesa Directiva, que es el máximo
órgano en el pleno y que ahora durará un año en lugar de un mes, haya el mismo
número de mujeres que de hombres.
No, no fue Mancera quien escribió
estas leyes secundarias, pero sí sus operadores políticos, como Leonel Luna o
Mauricio Toledo. Y teniendo la facultad de vetar las leyes que contradicen su
propia Constitución, que violan el legado que pretendía dejar como huella, ha optado por dejarlo pasar, como
ocurrió con la Ley Electoral. ¿Qué nos
va a heredar entonces? Porque hasta ahora, la constante de su administración ha
sido el error.
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