jueves, 21 de diciembre de 2017

La Constitución sepultada.

Javier Risco.

Cada jefe de Gobierno en CDMX ha buscado dejar un legado de su administración, una especie de herencia para los capitalinos que les recuerde que ellos estuvieron al frente. En el caso de Andrés Manuel López Obrador, los segundos pisos; Marcelo Ebrard lo intentó con la Línea 12 del Metro, y para Miguel Ángel Mancera, eso significó la Reforma Política y la primera Constitución de la capital del país.

En la Asamblea Constituyente, que redactó la Constitución, se logró algo inédito entre todos los partidos: ponerse de acuerdo. Incluso con el aval de muchas organizaciones sociales, que también tuvieron un papel fundamental en la construcción de una Constitución que tocó poderes que parecían inalcanzables en el país, tanto que la PGR, la CNDH y hasta el poder judicial de la ciudad buscaron impugnarla ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Frente a cada una de las críticas, Mancera se mantuvo firme: la Constitución era innovadora, era la visión de su gobierno para la ciudad. Aseguró que la defendería de los que la atacaban… pero el primero y más efectivo enemigo de la Carta Magna capitalina ha sido su propia administración. Esta es la historia de cómo el propio Mancera saboteó lo que presumió como su legado político en la ciudad.

Ayer, la Asamblea Legislativa se preparaba para aprobar las 4 leyes secundarias que por mandato legal debían aprobar antes del 31 de diciembre. Leyes que normarían el funcionamiento de los tres poderes, las alcaldías –nuevas en la ciudad– y la ley electoral aprobada en julio. La ALDF, comandada por el PRD y el PAN, y con la alianza del PRI y la insuficiente oposición de Morena, ha logrado borrar en las leyes reglamentarias los grandes avances presumidos en la Constitución capitalina. Aquí tres ejemplos de cómo la administración mancerista echó abajo su legado:

–La eliminación del fuero: mientras la Constitución de la ciudad dice que nadie en CDMX gozará de fuero, en la Ley del Congreso se mandata a la Mesa Directiva defender esta protección legal a los diputados que, en caso de ser acusados de un delito, no podrían pisar cárcel de inmediato. Por cierto, una ley que fue dictaminada por el diputado perredista Manuel Ballesteros, a quien la SCJN ordenó su arresto y que sigue libre, con fuero y protegido en la ALDF.

–#AlcaldíasAbiertas: los ciudadanos que tanto contribuyeron a que la Constitución los incluyera para ejercer un contrapeso a las decisiones de los tres poderes, quedaron fuera. En las alcaldías, por ejemplo, los concejales que vigilarían a los alcaldes serán elegidos en una planilla de carro completo, que implica que el alcalde tendrá el 60% del Concejo a su favor, lo que implica poca autonomía de este órgano que costará a la ciudad entre 1.7 y 6.4 millones de pesos al mes, dependiendo el sueldo que ellos mismos se asignarán, a propuesta del alcalde al que deben fiscalizar.

–Paridad de género: una de las conclusiones más aplaudidas de la Constitución fue la garantía explícita que debía haber tantos hombres como mujeres en los tres poderes. Sin embargo, en la Ley del Congreso, dictaminada por puros hombres, se eliminó la obligación de que los próximos diputados garanticen que, en la Mesa Directiva, que es el máximo órgano en el pleno y que ahora durará un año en lugar de un mes, haya el mismo número de mujeres que de hombres.


No, no fue Mancera quien escribió estas leyes secundarias, pero sí sus operadores políticos, como Leonel Luna o Mauricio Toledo. Y teniendo la facultad de vetar las leyes que contradicen su propia Constitución, que violan el legado que pretendía dejar como huella, ha optado por dejarlo pasar, como ocurrió con la Ley Electoral. ¿Qué nos va a heredar entonces? Porque hasta ahora, la constante de su administración ha sido el error.

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