José Gil
Olmos.
La noche del
miércoles 22 de marzo fue de pesadilla para empresarios, el presidente Enrique
Peña Nieto y su candidato José Antonio Meade, luego de que Andrés Manuel López
Obrador apareció en televisión advirtiendo que si gana echará atrás la reforma
energética y educativa, así como las obras del nuevo aeropuerto.
Como si hubiesen visto un tigre
suelto, la reacción al siguiente día fue de paranoia colectiva y rechazaron las
propuestas como si se les fuera la vida o se fuera a acabar México o a terminar
el negocio. QUIZÁ MÁS LO ÚLTIMO.
A Meade de plano le produjo
pesadillas. Así lo reconoció en una entrevista el jueves por la mañana.
-¿Vio la entrevista
que dio López Obrador en televisión?
-Vi
extractos. No la he visto completa.
-¿Y qué le
pareció, doctor?
– Pues mira,
los extractos me dejaron sin dormir.
-¿Es broma?
– Pues por
lo menos me dieron pesadillas.
Enrique Peña Nieto, su vocero Eduardo
Sánchez, el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Gerardo
Ruiz Esparza, y hasta el todavía jefe de gobierno de esta capital, Miguel Ángel
Mancera, reaccionaron colectivamente como piara ante un peligroso felino.
Peña habló
de que cancelar la reforma energética implicaría la desaparición las
inversiones por 200 mil millones de dólares y estarían en riesgo 800 mil
empleos. Ruiz Esparza dijo que peligraban 300 empresas que trabajan en la
construcción del aeropuerto y Eduardo Sánchez calificó de inviable usar la base
militar de Santa Lucía para ese proyecto. Mancera de plano pidió que se tuviera
cuidado con las declaraciones de López Obrador.
Más que defender el beneficio social
de las llamadas reformas estructurales, la reacción fue defender las
inversiones millonarias de empresarios extranjeros y nacionales.
En el caso del aeropuerto los
principales beneficiarios de la obra son Hipólito Gerard, cuñado de Carlos
Salinas, Olegario Vázquez Raña y Olegario Vázquez Aldir, Armando Hinojosa Cantú
y Rolando Cantú, así como Carlos Hank Rhon.
En tanto que
del negocio de la industria energética
(petróleo, gasolina, luz, eólica, etc.) aparecen asociados con las
trasnacionales del ramo los nombres de empresarios y exfuncionarios mexicanos
como Carlos Slim, Carlos Salinas de Gortari, Pedro Aspe, Ernesto Zedillo,
Felipe Calderón, Luis Téllez, Carlos Ruiz Sacristán, Georgina Kessel, Herminio
Blanco Mendoza, Adrián Lajous Vargas y Jesús Reyes Heroles González Garza, entre
otros.
Claramente las reacciones a las propuestas de López
Obrador no vinieron de sectores sociales sino de los funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto, de José Antonio
Meade y de Mancera que en términos estrictos serán los portavoces de los beneficiados
de las llamadas reformas estructurales. Es a ellos a quienes les quita el sueño
los proyectos del tabasqueño que iniciará campaña este domingo en Ciudad
Juárez, que históricamente es su bastión más fuerte en el norte del país.
Por cierto…
En 1994 el subcomandante Marcos le escribió a Ernesto Zedillo cuando ganó:
“bienvenido a la pesadilla”. Hoy esa misma frase se aplicaría a todos aquellos
a quienes las ideas de López Obrador no solo les quita el sueño, sino les
provoca pesadillas.
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