Dolia
Estévez.
Bots, medios
chayoteros y plumas obsequiosas machacan gastados clichés. Oro Chávez. Otro
Maduro. Peligro para México. Regreso al autoritarismo de Echeverría. Los
llamados intelectuales disfrazan su deshonestidad con análisis insostenibles.
El poder del Estado contra AMLO. AMLO antiestadounidense, AMLO populista, AMLO
izquierdoso, AMLO corrupto, AMLO antiimperialista, AMLO narco, AMLO ruso. AMLO
la reencarnación del diablo.
El Peje es blanco principal de una
inclemente guerra sucia cuyas armas son videos adulterados, fotos alteradas,
noticias falsas y calumnias. PejeLeaks.org, cuyo diseño parece obra de
profesionales, acusa sin pruebas a López Obrador, su familia y colaboradores de
corrupción, nepotismo y conflictos de interés. Su misión, dice el sitio
anónimo, es mostrar al mundo la “faceta más oscura y desconocida” del fundador
de Morena. Otros sitios tratan de ligarlo con los carteles.
En este
clima de linchamiento no podía faltar la torpe voz de los trumpistas. Wilbur
Ross, el octogenario secretario de Comercio de Donald Trump, repitió lo que
seguramente le dijeron sus contrapartes mexicanas. En México hay un candidato
presidencial que contiende bajo una “plataforma bastante antiestadounidense”,
dijo Ross ante el Congreso (Reforma, 3/24/18). No identificó al susodicho
candidato, pero seguro es #YaSabesQuien.
Ross miente. Ni López Obrador, ni
Ricardo Anaya, mucho menos José Antonio Meade, juegan la carta antiamericana. Ross—eliminado de la lista de los
más ricos del mundo de Forbes por haber mentido sobre sus activos–proyecta la
realidad virtual en la que vive. El que su jefe haya ganado con políticas
obsesivamente antimexicanas, no significa que lo mismo aplica a México. Estados Unidos no es tema de las campañas.
Trump se creerá centro del universo, pero en México está ausente de la
narrativa electoral. Corrupción, impunidad, violencia, inequidad e injusticia,
son las prioridades del electorado. Pero eso Ross no lo entendería ni, aunque
se lo dieran por gotero.
En la
contienda de 2006, la misma comentocracia que hoy tacha a López Obrador de
antiestadounidense, dijo que nunca había puesto pie en el país del norte. Que
ni pasaporte tenía. Falso. En 2006 documenté que AMLO no sólo tenía visa, sino
fue becario del Programa Liderazgo para Visitantes Internacionales que
patrocinaba la extinta Agencia de Información del gobierno de Estados Unidos o
USIA (Poder y Negocios, 02/30/06). El Peje viajó a Washington en mayo de 1992
para tomar un curso sobre el sistema político y el Congreso de Estados Unidos.
AMLO no es antiestadounidense. Será
anti-Trump, pero no antiestadounidense. Sabe que Estados Unidos no es Trump ni
Trump Estados Unidos.
“Debe quedar claro que no somos
antiestadounidenses, ese pueblo merece nuestro respeto y ha tenido gobernantes
ejemplares, como el presidente [FD] Roosevelt, muy diferente a quienes quieren
resolver los problemas sociales con muros, persecución y el uso de la fuerza”,
dijo hace un año cuando llegaron los primeros cañonazos del Norte. “Nuestra
relación con Estados Unidos será de amistad y cooperación, pero no de
sometimiento. Somos un país libre y soberano”. El mismo mensaje lo refrendó en
esta capital las dos veces que la visitó en 2017. “No nos vamos a pelear o
buscar la ruptura sino hacer valer nuestra soberanía con todo respeto”. Pese a
ser la ciudad más cínica del mundo, pocos cuestionaron su sinceridad.
Para El Peje, asumir una posición de
“no sumisión” significa confrontar a Trump cuando insulte a México. En enero,
Manuel Andrés dijo que usará Twitter, el medio favorito de Trump, y Facebook,
para “ponerlo en su lugar”. No obstante, en la comentocracia algunos interpretaron
tendenciosamente el ojo por ojo diente por diente de AMLO como prueba de
antiamericanismo.
Y es que
para quienes han hecho de la fobia por AMLO una profesión, el panorama
electoral no luce bien. En el último consolidado de encuestas de Bloomberg, AMLO alcanzó 42.4 por ciento, repunte de
poco más de un punto porcentual; Anaya pasó a 24.9 por ciento, un avance
superior a un punto; y Meade cayó dos puntos a 22.8 por ciento. En un artículo
en que muestra su preferencia por Anaya, The Economist dice que AMLO subió
gracias a la embestida legal de la PGR contra el “sesudo candidato presidencial
del partido de centro derecha” (How AMLO could win Mexico’s election,
03/28/18). La revista inglesa, conocida por su recalcitrante neoliberalismo, sostiene
que la posibilidad de que López Obrador gane, “aterroriza a los mercados”.
Sin embargo, el alarmismo de The
Economist no está en el análisis de Goldman Sachs en el que augura el triunfo
de AMLO (Mexico: Facing 100 Days of Uncertainty and Potential Drama, 3/23/18).
La gigante de Wall Street descarta que la elección de AMLO vaya a provocar
“daños macroeconómicos en el corto plazo”, más bien éstos podrían darse de forma acumulativa a
largo plazo si la incertidumbre entorpece las inversiones nacional y extranjera.
Goldman Sachs considera que 100 días son pocos para que los rivales de AMLO
reviertan su ventaja, a menos que cometa un gran error en la campaña o su
desempeño en los debates sea muy pobre.
O a menos que la guerra sucia, que en
otros países ha logrado derrumbar punteros, tenga éxito. AMLO no parece
preocupado. Se siente blindado por el apoyo popular. Confía en que su
popularidad entre el electorado obstaculizará el fraude e impedirá el ascenso
de un impostor. ¿Será? Pronto lo sabremos.
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