viernes, 30 de marzo de 2018

AMLO no es antiestadounidense.


Dolia Estévez.

Bots, medios chayoteros y plumas obsequiosas machacan gastados clichés. Oro Chávez. Otro Maduro. Peligro para México. Regreso al autoritarismo de Echeverría. Los llamados intelectuales disfrazan su deshonestidad con análisis insostenibles. El poder del Estado contra AMLO. AMLO antiestadounidense, AMLO populista, AMLO izquierdoso, AMLO corrupto, AMLO antiimperialista, AMLO narco, AMLO ruso. AMLO la reencarnación del diablo.

El Peje es blanco principal de una inclemente guerra sucia cuyas armas son videos adulterados, fotos alteradas, noticias falsas y calumnias. PejeLeaks.org, cuyo diseño parece obra de profesionales, acusa sin pruebas a López Obrador, su familia y colaboradores de corrupción, nepotismo y conflictos de interés. Su misión, dice el sitio anónimo, es mostrar al mundo la “faceta más oscura y desconocida” del fundador de Morena. Otros sitios tratan de ligarlo con los carteles.

En este clima de linchamiento no podía faltar la torpe voz de los trumpistas. Wilbur Ross, el octogenario secretario de Comercio de Donald Trump, repitió lo que seguramente le dijeron sus contrapartes mexicanas. En México hay un candidato presidencial que contiende bajo una “plataforma bastante antiestadounidense”, dijo Ross ante el Congreso (Reforma, 3/24/18). No identificó al susodicho candidato, pero seguro es #YaSabesQuien.

Ross miente. Ni López Obrador, ni Ricardo Anaya, mucho menos José Antonio Meade, juegan la carta antiamericana. Ross—eliminado de la lista de los más ricos del mundo de Forbes por haber mentido sobre sus activos–proyecta la realidad virtual en la que vive. El que su jefe haya ganado con políticas obsesivamente antimexicanas, no significa que lo mismo aplica a México. Estados Unidos no es tema de las campañas. Trump se creerá centro del universo, pero en México está ausente de la narrativa electoral. Corrupción, impunidad, violencia, inequidad e injusticia, son las prioridades del electorado. Pero eso Ross no lo entendería ni, aunque se lo dieran por gotero.

En la contienda de 2006, la misma comentocracia que hoy tacha a López Obrador de antiestadounidense, dijo que nunca había puesto pie en el país del norte. Que ni pasaporte tenía. Falso. En 2006 documenté que AMLO no sólo tenía visa, sino fue becario del Programa Liderazgo para Visitantes Internacionales que patrocinaba la extinta Agencia de Información del gobierno de Estados Unidos o USIA (Poder y Negocios, 02/30/06). El Peje viajó a Washington en mayo de 1992 para tomar un curso sobre el sistema político y el Congreso de Estados Unidos.

AMLO no es antiestadounidense. Será anti-Trump, pero no antiestadounidense. Sabe que Estados Unidos no es Trump ni Trump Estados Unidos.

“Debe quedar claro que no somos antiestadounidenses, ese pueblo merece nuestro respeto y ha tenido gobernantes ejemplares, como el presidente [FD] Roosevelt, muy diferente a quienes quieren resolver los problemas sociales con muros, persecución y el uso de la fuerza”, dijo hace un año cuando llegaron los primeros cañonazos del Norte. “Nuestra relación con Estados Unidos será de amistad y cooperación, pero no de sometimiento. Somos un país libre y soberano”. El mismo mensaje lo refrendó en esta capital las dos veces que la visitó en 2017. “No nos vamos a pelear o buscar la ruptura sino hacer valer nuestra soberanía con todo respeto”. Pese a ser la ciudad más cínica del mundo, pocos cuestionaron su sinceridad.

Para El Peje, asumir una posición de “no sumisión” significa confrontar a Trump cuando insulte a México. En enero, Manuel Andrés dijo que usará Twitter, el medio favorito de Trump, y Facebook, para “ponerlo en su lugar”. No obstante, en la comentocracia algunos interpretaron tendenciosamente el ojo por ojo diente por diente de AMLO como prueba de antiamericanismo.

Y es que para quienes han hecho de la fobia por AMLO una profesión, el panorama electoral no luce bien. En el último consolidado de encuestas de Bloomberg, AMLO alcanzó 42.4 por ciento, repunte de poco más de un punto porcentual; Anaya pasó a 24.9 por ciento, un avance superior a un punto; y Meade cayó dos puntos a 22.8 por ciento. En un artículo en que muestra su preferencia por Anaya, The Economist dice que AMLO subió gracias a la embestida legal de la PGR contra el “sesudo candidato presidencial del partido de centro derecha” (How AMLO could win Mexico’s election, 03/28/18). La revista inglesa, conocida por su recalcitrante neoliberalismo, sostiene que la posibilidad de que López Obrador gane, “aterroriza a los mercados”.

Sin embargo, el alarmismo de The Economist no está en el análisis de Goldman Sachs en el que augura el triunfo de AMLO (Mexico: Facing 100 Days of Uncertainty and Potential Drama, 3/23/18). La gigante de Wall Street descarta que la elección de AMLO vaya a provocar “daños macroeconómicos en el corto plazo”, más bien éstos podrían darse de forma acumulativa a largo plazo si la incertidumbre entorpece las inversiones nacional y extranjera. Goldman Sachs considera que 100 días son pocos para que los rivales de AMLO reviertan su ventaja, a menos que cometa un gran error en la campaña o su desempeño en los debates sea muy pobre.

O a menos que la guerra sucia, que en otros países ha logrado derrumbar punteros, tenga éxito. AMLO no parece preocupado. Se siente blindado por el apoyo popular. Confía en que su popularidad entre el electorado obstaculizará el fraude e impedirá el ascenso de un impostor. ¿Será? Pronto lo sabremos.

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