Alejandro
Calvillo.
La democracia en el mundo, más que
ser amenazada por regímenes autoritarios, está siendo destruida por el poder de
las grandes corporaciones, por la llamada corporatocracia.
Los funcionarios sirven a los
intereses de las grandes corporaciones y no al bien común. Las consecuencias
están ahí, de frente, en la destrucción ambiental, el deterioro de la salud y
el aumento de las desigualdades.
El poder económico se convierte en
poder político y se somete a los gobiernos que no tienen controles democráticos
directos, es decir, donde los ciudadanos no ejercen la
vigilancia y evaluación del ejercicio administrativo.
Trump en Washington, en uno de los países que suelen llamarse
democráticos, ejerce el poder a favor de las corporaciones que se han
convertido en sus aliadas. Para ello, el
objetivo central está en combatir la ciencia, la evidencia, para ello se
desmantelan los organismos regulatorios, para quitarles ese papel de exponer la
evidencia. Para su administración la evidencia de la relación del consumo de
combustibles fósiles con el cambio climático y del consumo de alimentos y
bebidas no saludables con la obesidad, no existe.
Aunque la
postura de Trump nos puede parecer extremadamente radical, estamos en una situación muy similar. En México el poder de las grandes
corporaciones incrustado en COFEPRIS y en parte de la Secretaría de Salud, en
especial, durante la primera administración de esta Secretaría, negó la
evidencia científica para favorecer a las grandes corporaciones de los alimentos
ultra-procesados y las bebidas azucaradas, de la comida chatarra y de los
refrescos.
La Coporatocracia dictó la política
contra la obesidad y, por tanto, la secuestro. Se estableció la Gran
Simulación. COFEPRIS y la Secretaría de Salud de Mercedes Juan expulsó de toda
consulta al Instituto Nacional de Salud Pública, al Instituto Nacional de
Ciencias Médicas y Nutrición, a la Academia Nacional de Medicina y a la propia
Organización Panamericana de la Salud.
Ignoró las reacciones en contra del
etiquetado que COFEPRIS estableció en contubernio con ConMéxico, organismo que representa a las
grandes corporaciones de la chatarra y las bebidas azucaradas. No respondió a las críticas y observaciones
que de manera escrita, en teleconferencias y talleres, le expresó la
Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud.
Ignoraron las denuncias que presentamos desde la sociedad civil.
Los funcionarios al servicio de la
Corporatocracia hicieron oídos sordos. Sin embargo, la evidencia por acceso a
la información, por cartas confidenciales de la OMS/OPS hechas públicas, por
investigaciones, de que la regulación del etiquetado y de la publicidad
dirigida a los niños se realizó con la industria excluyendo a los institutos y
organismos del Estado creados para dar la evidencia científica y la base para
las políticas de salud pública, puso en alerta a la Corporatocracia.
Al tiempo
que esto sucedía en México, en Canadá avanzaba la comunidad de salud pública y
un ministerio de salud, realmente al servicio del bien público, en el diseño de
un etiquetado frontal de advertencia para los alimento y bebidas no saludables,
un etiquetado que advierta al consumidor si un producto es alto en azúcar,
grasas, sodio, calorías.
“Etiquetado
frontal de advertencia en Chile con un gran impacto en elecciones más
saludables por los consumidores y en la reformulación de los productos por
parte de la industria. Reconocido por la organización Mundial de la Salud, la
Organización de naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, entre
otros organismos internacionales”. Foto: Especial.
Al panorama,
se suma que en México, la comunidad científica, investigadores de institutos de
salud, de universidades y miembros de las academias de ciencias han presentado
una propuesta de un etiquetado frontal de advertencia a la propia Secretaría de
Salud.
Como los documentos internos de Coca
Cola lo establecen, estas políticas deben de ser contratacadas y así ha sido. El consumidor no puede recibir ninguna información que le advierta que
un producto es alto en azúcar, grasas, sal. Hay que mantener la ignorancia, hay
que contratacar.
Como lo
denunciamos hace un par de semanas y lo ha hecho posteriormente el New York
Times, estas corporaciones, a través del
gobierno estadounidense, en acuerdo con negociadores mexicanos, han presentado
una propuesta en las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América
del Norte que propone prohibir a cualquiera de los tres países establecer un
etiquetado frontal de advertencia para este tipo de productos.
La
iniciativa parece ser que fue propuesta por las corporaciones al gobierno
estadounidense a través de su principal cabildero en México, Jaime Zabludovsky,
presidente de ConMéxico, exjefe de negociación del TLCAN en 1992-94 y uno de
los representantes de la iniciativa privada mexicana en las renegociaciones del
TLCAN, actualmente.
Sin embargo,
la iniciativa puede resultar
contraproducente para la propia industria. Las primeras evaluaciones jurídicas
en los tres países por grupos de expertos señalan que esta iniciativa no puede
ser parte de un acuerdo comercial, que los etiquetados frontales son una
regulación recomendada como una política de salud y que los acuerdos
comerciales no pueden estar por encima ni limitar una política nacional de
salud.
En los
Estados Unidos la propuesta de introducir un etiquetado frontal de advertencia
que pueda simplemente decir que un producto es alto en azúcar, grasas, sodio,
calorías, era algo impensable frente a la fuerza que tienen las corporaciones
en el Congreso. Trump acababa de echar
para atrás la ya aprobada medida para que los productos, en su parte posterior,
informaran en gramos la cantidad de azúcar que se les había añadido. Es decir,
la propuesta de que tuvieran sellos de advertencia en el frente del producto no
se había considerado por estar extremadamente lejana.
La iniciativa
de la Corporatocracia estadounidense, apoyada por su parte mexicana,
especialmente por los negociadores, está llevando esta discusión a los medios y
los especialistas estadounidenses en salud pública y derecho. Podría lograr lo
que no era posible, pensar que esta debería ser una alternativa en ese país que
presenta una de las mayores incidencias de obesidad en el mundo, justamente por
el alto consumo de estos productos.
La
Corporatocracia quiere actuar a escala trinacional buscando secuestrar las políticas
contra la mayor epidemia de salud pública que se vive en la región: la
obesidad. Se espera una clara y firme reacción del Ministerio de Salud de
Canadá, esperaríamos una similar de la
Secretaría de Salud del Dr. Narro, ahora integrante de la Comisión Mundial de
Alto Nivel sobre Enfermedades No Transmisibles. Hay que recordar que la
Secretaría de Salud que preside el Dr. Narro recibió recomendaciones de retirar
el etiquetado frontal que COFEPRIS estableció por parte de la propia OMS,
Además, la OMS, a través de su oficina regional de la OPS recomienda los
etiquetados frontales de advertencia para enfrentar las epidemias de obesidad y
diabetes, el tipo de etiquetado que la iniciativa en la renegociación del TLCAN
prohibiría.
Hay que
preguntarnos, hay que preguntarle al Dr.
Narro, si nos quedaremos en la Corporatocracia que heredamos en materia de
combate a la obesidad o pasaremos a una política verdadera de salud pública,
donde el interés esté en el bien común y la política se diseñe con ese fin.
Desde Trump
en Washington, hasta los fujimoristas en Perú, pasando por Piñera en Chile, hay
muchas expresiones del poder de las corporaciones y cómo diferentes gobiernos
sirven a esos intereses.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.