jueves, 30 de agosto de 2018

El camino empedrado de López Obrador

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José Gil Olmos.

Aún no ha empezado su gobierno y las piedras enormes que llegan a ser peñones ya están en el camino de Andrés Manuel López Obrador. Y es que, no es lo mismo ser candidato por 18 años que presidente por seis.

Durante sus tres campañas presidenciales el tabasqueño hizo múltiples propuestas y promesas para hacerse del voto ciudadano. En cada elección había distintas iniciativas conforme el país iba cambiando. Y en esta última centró sus propuestas en echar para atrás las reformas energética, educativa, la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) y, especialmente, combatir la corrupción.

Cada una de estas promesas de campaña funcionaron porque la ciudadanía y ciertos sectores fueron afectados por decisiones erróneas del grupo más cercano al presidente Enrique Peña Nieto. Pero ahora, cada una de ellas y muchas otras más se encuentran en el camino del próximo gobierno que promete ser la Cuarta Transformación.

Los últimos tres presidentes -Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto- han hecho del país una zona de desastre social con más pobres, más desempleo, mayores niveles de inseguridad, miles de muertos y desaparecidos, así como millones de familias desamparadas de los derechos de salud, educación y vivienda.

La esperada transición democrática la echó a perder Fox Quesada pactando con los grupos de poder del PRI.

Calderón hizo lo mismo tomando decisiones de manera irresponsable como la declaración de guerra al narcotráfico.

Y Peña Nieto, poniendo énfasis en las llamadas reformas estructurales que respondían más a compromisos con los empresarios e inversionistas nacionales y extranjeros, que al beneficio social.

Ahora, López Obrador llegará a la Presidencia de la República con un gran bono de confianza ciudadana que tiene como reto darle una respuesta del mismo tamaño para que no le pase lo mismo que a otros gobernantes que llegaron con la ilusión ciudadana de que marcarían un cambio y se aplicaría la ley y al final resultaron un fiasco.

Seguramente, López Obrador se topará con muchas piedras en el camino heredadas por los gobiernos anteriores, pero también con otras que él o miembros de su equipo pondrán como resultado de su ejercicio de servidores públicos.

Algunas de estas piedras ya las comenzamos a ver en víspera de que arranque la nueva administración: la decisión de dejar a las fuerzas armadas al frente de la lucha contra el crimen organizado, con la propuesta de que las familias de las víctimas de la violencia otorguen el perdón a sus victimarios, con foros de pacificación inocuos, la presencia de Elba Esther Gordillo detrás de la reformulación de la reforma educativa, el mantenimiento de los precios de los combustibles, la indefinición en la estrategia de seguridad pública, la falta de precisión en la aplicación de las pautas publicitarias y la incertidumbre en la descentralización de las secretarías de Estado, entre otras más.

Andrés Manuel López Obrador tendrá que sortear todos estos retos heredados y adquiridos por él mismo como candidato y no será suficiente tener buena voluntad -el famoso voluntarismo-, para darles una solución aceptable en los primeros tres años de su administración, pues para entonces habrá elecciones intermedias que serán un referéndum a su gobierno.


Por cierto… Muchas de las críticas que se han hecho a López Obrador, aún antes de asumir el poder, son parte de las expresiones de inconformidad que habrán de generar sus políticas de austeridad que impactan en el bolsillo de algunos miembros de la “opinocracia” que han vivido como “mirreyes” por años y que viven una vida de necesidades creadas que difícilmente podrán mantener con su ingreso real.

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