Las concesiones que México le ha
otorgado al Presidente estadounidense Donald Trump son, en su mayoría,
económicamente dañinas, dice hoy la revista The Economist en un artículo
titulado “El trato de Estados Unidos con México empeorará el TLCAN”.
“El acuerdo se ve bien para Estados
Unidos solo a través del prisma distorsionador del mercantilismo del
Presidente. Y Trump está siguiendo su agenda comercial con una belicosidad
imprudente que hace que sea más probable un resultado caótico”, menciona la revista británica
especializada en negocios.
El pasado
lunes 27 de agosto, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el de
México, Enrique Peña Nieto, anunciaron un “entendimiento” comercial que, por el
momento, excluye a Canadá.
“Él (Trump) ha intimidado su camino a
lo que él ve, equivocadamente, como un mejor trato con México; él tiene la
intención de hacer lo mismo con Canadá. Está utilizando el absurdo pretexto de
la seguridad nacional para justificar sus amenazas de aranceles de importación
de automóviles, con el fin de eludir las reglas de la Organización Mundial del
Comercio. Las economías de América del Norte pueden soportar esta locura. Pero
el sistema de comercio global basado en reglas, que depende de la buena
voluntad entre países, puede resultar más frágil”, concluye The Economist.
Dirigentes
de cámaras empresariales y legisladores expresaron un “optimismo moderado” y
algunos lo calificaron como “notablemente peor en muchas maneras “ante el
desconocimiento de los puntos finos. Los temas del sector automotriz, donde
casi una docena de modelos ensamblados en México podrían no cumplir con las
nuevas reglas, y el agrícola, en donde se excluyó al maíz, son algunos puntos
en contra en el nuevo acuerdo.
Para The Economist, el alivio de este
acuerdo entre México y Estados Unidos puede ser de corta duración.
Explica que “si Canadá termina plegándose al acuerdo,
las bases del TLCAN se mantendrían intactas. Pero habría varios cambios
importantes, especialmente en los automóviles. Hoy, el 62.5 por ciento de los
componentes de un automóvil deben fabricarse en América del Norte para que el
vehículo evite las tarifas. Eso aumentará al 75 por ciento. Casi la mitad de
los componentes necesitarán haber sido fabricados por trabajadores que ganan al
menos 16 dólares por hora (304 pesos a tipo de cambio de 19 por dólar). Debido
a que el salario promedio de los trabajadores manufactureros mexicanos es de
2.30 dólares, el beneficio para algunas empresas de mudarse al sur de la
frontera disminuirá enormemente”.
“Es preocupante que parezca que
Estados Unidos aún puede imponer algunos aranceles a las importaciones de
automóviles desde México, si exceden una cuota determinada. Eso pondría a la
fabricación de automóviles mexicana en una camisa de fuerza”, detalla el texto.
The
Economist advierte que al elevar las
reglas arbitrarias por encima del mercado libre, estos cambios burlan la
supuesta oposición de la Casa Blanca a la regulación intrusiva. “El resultado
será una menor productividad, precios más altos para los consumidores y una
industria de fabricación de automóviles menos competitiva en América del Norte,
que compite como un todo integrado con los productores en Europa y Asia. La
incertidumbre no desaparecerá. El acuerdo podría reescribirse nuevamente
después de seis años, gracias a un proceso de revisión no especificado”.
Explica que
nada de esto molesta a Trump. En su opinión, dice la revista, “el objetivo del comercio es maximizar las
exportaciones y minimizar las importaciones. La intención de su acuerdo es
clara: empujar a las empresas a abandonar las cadenas de suministro
transfronterizas a favor de la opción segura pero costosa de producir en
Estados Unidos. El poder económico es un arma que se utilizará al servicio de
ese objetivo”.
Para The Economist, México cedió a
varias demandas de Estados Unidos por razones políticas:
“México se ha adherido a tantas de
las demandas de Trump en parte por razones políticas internas. Le conviene
tanto al Presidente saliente, Enrique Peña Nieto, como a su sucesor, Andrés
Manuel López Obrador, firmar cualquier acuerdo antes de la transición el 1 de
diciembre. Pero el principal factor fue la amenaza de Trump de imponer
aranceles a todas las importaciones de automóviles, no solo a los que están por
encima de cualquier cuota, una amenaza que todavía se cierne sobre Canadá. El
Presidente (Trump) aún puede extender sus tácticas duras a sus tratos con el
Congreso, cancelando el TLCAN original para obligar a los legisladores a elegir
entre el nuevo acuerdo y el caos”.
El artículo
señala que Estados Unidos está acostumbrado a que los presidentes den la vuelta
a Washington. Sin embargo, indica que la actitud de Trump hacia el comercio es
excepcionalmente imprudente.
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