El acuerdo
comercial al que Estados Unidos y México llegaron en el marco del Tratado de
Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) podría no resultar tan beneficioso para determinadas industrias, según
análisis y opiniones de cámaras industriales, y especialistas.
El pasado
lunes, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el de México, Enrique
Peña Nieto, sostuvieron una conversación telefónica en la que anunciaron un
“entendimiento” comercial que, por el momento, excluye a Canadá.
“Daremos por
terminado el TLCAN para dar paso a este nuevo acuerdo, vamos a empezar a
negociar con Canadá. Yo sé que Canadá tiene mucho interés en negociar, pero hay
muchos puntos que tenemos que limar”, señaló el Presidente de Estados Unidos.
Mientras Peña Nieto expresó que “este es un tratado muy positivo para ambos
países”.
Sin embargo,
el nuevo acuerdo podría no resultar tan
benéfico para determinados sectores de la producción. Incluso, el diario
estadounidense The Wall Street Journal lo calificó de “notablemente peor en
muchas maneras”, según su editorial del pasado martes 28 de agosto.
El diario
señaló que pese al “rally de alivio” que el nuevo acuerdo generó en los
mercados, la aprobación del mismo está
en la incertidumbre dado que los tiempos legislativos de Estados Unidos lo
expondrían a ser discutida por la siguiente legislatura que podría tener
mayoría demócrata.
También se duda de si la administración de Trump
está calificada para firmar un acuerdo que excluya Canadá, pues el mandato de
negociación incluía a todos los integrantes del TLCAN.
Por su
parte, la ministra de comercio de Canadá, Chrystia Freeland, acortó una gira
por Europa para intentar el reinicio de las negociaciones entre Estados Unidos
y su país.
Sin embargo,
la funcionaria ha señalado que sólo
firmarán un acuerdo que sea beneficioso para su país.
PRODUCTOS
AGRÍCOLAS: EN EL VACÍO
Cinco fueron los temas que retrasaban
la finalización del nuevo acuerdo comercial. Estos eran: temporalidad agrícola,
regla de origen automotriz, cláusula quinquenal o “sunset”, propiedad
intelectual, empresas propiedad del Estados y manipulación monetaria.
Sin embargo,
el tema agrícola es otro de los
pendientes en este acuerdo comercial firmado, así lo denunciaron campesinos
mexicanos.
Raúl Pérez
Bedolla, secretario General de la Alianza Campesina del Noroeste (ALCANO), advirtió que después de 24 años de
vigencia del TLCAN el Gobierno mexicano es sometido por órdenes del Presidente
Donald Trump para aceptar un acuerdo bilateral con Estados Unidos con el que
vendrán afectaciones en los precios de granos básicos y en las bolsas en la
referencia comercial, además de que se padecerán los efectos de guerra
comercial iniciada por el mandatario estadounidense con China y la Unión
Europea.
Indicó que el “golpe” directo será para los pequeños
agricultores de granos básicos como maíz, fríjol, trigo y oleaginosas, entre
otros, ante el vaivén que se maneja en la Bolsa de Chicago.
El dirigente
de la Alianza Campesina del Noroeste precisó que es necesario un ajuste en las
políticas públicas para el campo ya que fue ignorada desde el sexenio de Felipe
Calderón y en el Gobierno de Enrique Peña Nieto.
Incluso recordó que Peña Nieto ofreció y no cumplió
con la reforma profunda al campo.
“Ante tanta inestabilidad para el
campo, las organizaciones de productores hemos denunciado que traemos políticas
para el sector agropecuario desde 1994, pero los programas no están
respondiendo ya a la realidad que tienen los pequeños productores”, detalló en entrevista.
Lo anterior,
dijo, se suma al estancamiento económico
del sector primario, toda vez que entre 2008 y 2017 el Producto Interno Bruto
(PIB) agropecuario creció en promedio anual sólo 2.1 por ciento, en tanto que
la población ocupada se incrementó en 1.0 por ciento y la productividad se
desarrolló, apenas 1.1 por ciento.
Raúl Pérez
Bedolla destacó que el campo mexicano, a
pesar de la política pública instrumentada desde 2003 basada en el desarrollo
del sector agropecuario a través del Programa Especial Concurrente, “continúa
estancado con bajas tasas de productividad y reducidos niveles en la calidad de
vida de sus habitantes, situación que se refleja en el mantenimiento de la
pobreza”.
Por ello,
dijo, ahora los pendientes acumulados en
24 años se le expondrán al nuevo titular del Ejecutivo Andrés Manuel López
Obrador, en el paquete del Nuevo Acuerdo para el Campo que propondrá el
Congreso Agrario permanente próximamente.
“El reto es establecer los precios de
cosechas y la comercialización de los productos agropecuarios de los pequeños
productores sobre todo si se quiere competir con los Estados Unidos, el ahora
con el tratado bilateral”, explicó.
“Queda claro que el Tratado de Libre
Comercio no fue la panacea para los pequeños productores y los pendientes,
prevalecen”, recalcó
el dirigente de la Alianza Campesina del Noroeste.
De acuerdo
con los campesinos mexicanos, este
acuerdo bilateral marca el colofón de la línea de la política económica que se
siguió en este sexenio de atender nada más a los grandes empresarios y los
pequeños productores fueron ignorados.
“El
Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, debió abrir un espacio para ver los intereses de los pequeños
agricultores, sin embargo, ahora quedarán afectados también por la guerra
comercial que tiene Donald Trump con China y medio mundo”, concluyó.
DEJARON
FUERA EL TEMA DEL MAÍZ.
Juan Pablo
Rojas Pérez, Presidente de la Confederación Nacional de Productores Agrícolas
de Maíz de México, dijo a SinEmbargo que
si bien el acuerdo alcanzado garantiza la estabilidad en el precio de la
canasta básica como la tortilla, el huevo, la carne, la leche, los cuales no
tendrán aumentos considerables en los próximos años, los negociadores mexicanos
dejaron fuera la diferenciación de precios entre maíz blanco y amarillo.
“No se tomó en cuenta la exigencia
que nosotros siempre pusimos en la mesa, de que el maíz blanco debe de estar
diferenciado del maíz amarillo, ya que éste es el que importamos. El maíz
blanco debería tener un valor más alto que el amarillo”, dejó en claro el dirigente de más de
200 mil productores de maíz en el país.
“Sentimos que las necesidades de la
canasta básica de los mexicanos fueron utilizadas por los negociadores del
(TLCAN) de ambos países para lograr destrabar varias exigencias que tenía. Hay
que tomar en cuenta que EU exporta 16 millones de toneladas a México y eso fue una
herramienta que utilizaron los negociadores”, agregó.
Consideró
que si bien la administración federal de Enrique Peña Nieto termina con una
balanza comercial positiva, la brecha entre pequeños y grandes productores
aumenta.
Juan Pablo
Rojas Pérez insistió en que el problema
es que no se ve una política agrícola de apoyo al sector primario en momentos
en que el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, ha hablado de la
autosuficiencia alimentaria y por tanto debería trabajar en esas áreas con los
productores.
En Estados
Unidos, indicó, el Presidente Donald
Trump ofreció 12 mil millones de dólares en subsidios a sus productores, “pero
no vemos, en el caso de México, cuál será la política agrícola para los
mexicanos”.
“Este nuevo acuerdo abre la
posibilidad para el manejo de importación de la última tecnología, es decir, el
manejo biotecnológico de las especies, y es ahí donde vemos el riesgo de la
importación por parte de los mexicanos. Por ejemplo, en el nuevo acuerdo se
podrá importar maíz transgénico, del cual no estamos a favor o en contra, el
problema es que aquí no nos permiten utilizar esa tecnología, o sea no nos permiten
producirlo, pero si dejan que se importe con este proceso”, precisó.
RIESGOS PARA
LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ.
Con respecto
a la regla de origen automotriz, según la Oficina del Representante Comercial
de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés), México aceptó que el 75 por ciento del contenido de un vehículo sea
producido dentro del bloque (comparado con el 62.5 por ciento actual) para
poder ser exento de aranceles y que del 40 al 45 por ciento sea fabricado por
trabajadores que ganen al menos 16 dólares la hora. Con estos cambios se espera
alentar una mayor producción en Estados Unidos o Canadá, para evitar la
imposición de un arancel especial de 2.5 por ciento.
Al respecto,
un análisis del WSJ señala que algunos
fabricantes de automóviles se verían obligados a reconsiderar la producción de
algunos de sus modelos, especialmente los menos lucrativos, ya que podrían no
cumplir con los requisitos más estrictos del nuevo acuerdo y tendrían que pagar
un arancel del 2.5 por ciento.
“Los fabricantes de automóviles se
enfrentarán a algunas decisiones difíciles”, dijo Kristin Dziczek, una experta de la industria en
el Centro de Investigación Automotriz en Ann Arbor, Michigan, al WSJ.
En lugar de hacer grandes cambios en
sus planes de producción, es más probable que los fabricantes de automóviles
pasen la tarifa de 2.5 por ciento a los consumidores o simplemente dejen de
vender esos modelos de menor margen en los Estados Unidos, agregó.
Eso podría llevar a un aumento en los
precios o limitar la elección de autos que normalmente son comprados por
consumidores preocupados por los precios, coincidieron analistas.
De acuerdo
con un análisis de los datos del Wall Street Journal of National Highway
Traffic Safety Administration de 2018, casi
una docena de modelos ensamblados en México podrían no cumplir con las nuevas
reglas del acuerdo comercial.
Por su
parte, el Secretario de Economía, Ildefonso
Guajardo, señaló que aproximadamente el 70 por ciento de las exportaciones
automotrices de México cumplirán con las nuevas reglas de origen acordadas con
Estados Unidos para cuando entre en vigor el nuevo acuerdo, y que trabajarán
para que el porcentaje restante lo logre a corto plazo.
A partir de la
entrada en vigor del nuevo acuerdo, las
automotrices tendrán cuatro plazos para cumplir con los ajustes. Al respecto,
Guajardo indicó que el tratado comercial entraría en vigencia el 1 de enero de
2020 y las empresas podrían en 2020, 2021, 2022 y 2023 cumplir con las medidas.
Otro de los puntos polémicos fue la
inclusión de la “cláusula sunset”, que solicitaba la renegociación del acuerdo
cada cinco años, a menos que los tres países acordaran prolongarlo. México y
Canadá renegaron del hecho.
El nuevo acuerdo establece una
revisión sexenal para ver si se requiere alguna actualización o modificación,
mientras la vigencia será de 16 años.
Sobre la
propiedad intelectual, ambas naciones
acordaron garantizar 10 años de protección a los medicamentos biológicos.
Estados Unidos pedía 12, mientras México pugnaba por ocho años.
Dichos
medicamentos son preparados con derivados de organismos vivos y se utilizan
para el tratamiento de enfermedades como la artritis y el cáncer. Al terminar
la protección, terceras empresas pueden empezar a producir versiones genéricas.
En lo
referente al capítulo” empresas propiedad del Estado”, el nuevo acuerdo elimina las protecciones actuales de la mayoría de
inversionistas en México y Estados Unidos, ya que sólo quedarán protegidos
contra la expropiación física, según el WSJ.
Mientras en manipulación monetaria,
ambos países se comprometieron a mantener la transparencia con la que
administran sus monedas.
INCERTIDUMBRE
EN INDUSTRIAS DE MÉXICO Y EU.
Hasta el
momento, no se conoce a cabalidad el
acuerdo al que Estados Unidos y México habrían llegado para sustituir al TLCAN.
Será el viernes, según la agencia AP, cuando el Gobierno de Trump envíe al
Congreso un aviso formal sobre el pacto comercial y 30 días después, los
legisladores podrán tener acceso al acuerdo.
Ante la incertidumbre, legisladores y
asociaciones empresariales han mostrado un “optimismo cauteloso” por el nuevo
acuerdo, o han señalado que no es el mejor, pero por el momento, es el más
viable.
En este
sentido, el legislador republicano que
preside la Comisión de Recursos y Arbitrios de la cámara baja, Kevin Brady,
dijo que espera “analizar cuidadosamente los detalles y efectuar consultas en
las próximas semanas para determinar si la nueva propuesta responde a las
prioridades comerciales establecidas por el Congreso”, según consigna AP.
Mientras el número dos del bloque de
senadores republicanos, John Cornyn, dijo que el anuncio del lunes era un “paso
positivo”, pero que Canadá debe ser parte del acuerdo final. “Un acuerdo
trilateral es el mejor camino hacia adelante”, añadió y destacó que había
millones de empleos en juego.
Según la
agencia EFE, asociaciones empresariales
de la región fronteriza de Estados Unidos y México mostraron un “optimismo
cauteloso”, aunque quieren esperar a conocer los “detalles” y a que Canadá se
sume a las negociaciones.
Jon Barela,
consejero delegado de la Alianza Borderplex, organización que promueve el
desarrollo económico del área del sur de Nuevo México, El Paso (Texas) y Ciudad
Juárez (México), dijo a Efe que un nuevo TLCAN es “esencial” para la
competitividad económica, el dinamismo y el crecimiento económico de la región.
Sin embargo,
apuntó que hay que esperar a conocer más
detalles sobre los términos exactos del acuerdo, aunque se mostró confiado en
que finalmente la renegociación del tratado comercial se traduzca en un “TLCAN
modernizado y fortalecido” para lo cual Canadá se debe sumar.
“Una
ratificación exitosa de un nuevo TLCAN solidificará la región de Borderplex
como el cuarto centro de manufacturación más grande de América del Norte”,
destacó el responsable de Alianza Borderplex sobre los más de cinco millones de
empleos de esta región estadounidense que dependen del comercio con México, un
25 por ciento del total de la fuerza laboral.
James
García, representante de la Cámara de Comercio Hispana de Arizona (AZHCC), dijo
a Efe que es “vital” la participación de
Canadá en el acuerdo “a corto y largo plazo”, pues este pacto en vigor desde
1994 entre México, Canadá y Estados Unidos engloba más de un billón de dólares
anuales de intercambio.
La Cámara de
Comercio de California dijo entender los
cambios innovadores que requiere el TLCAN, ya que la economía y los negocios
han cambiado radicalmente desde que se implementó, pero recordó que hasta ahora
benefició a industrias estadounidenses como la de la agricultura, la energética
y la automotriz.
“Cualquier renegociación del TLCAN
debe reconocer los logros alcanzados y asegurar que el comercio de Estados
Unidos con Canadá y México siga siendo fuerte y sin interrupciones”, indicó la Cámara de Comercio de
California.
Por su
parte, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), aseguró que el acuerdo logrado no es óptimo,
pero es bueno en las circunstancias y es mejor tener un acuerdo bilateral que
no tener nada.
“El TLC era un Titanic en proceso
franco de hundimiento. (…) No es un acuerdo óptimo, pero es bueno en las
circunstancias. El peor escenario es que se rompiera por completo la
posibilidad de que las inversiones no tuvieran viabilidad en el país”, aseguró Gustavo de Hoyos en
conferencia de prensa.
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